El número de muertos en enfrentamientos en Siria entre las fuerzas de seguridad del Ggobierno y los partidarios del ex presidente derrocado Bashar al-Assad aumentó a 779, según la Red Siria para los Derechos Humanos (SNHR, por sus siglas en inglés), con sede en el Reino Unido.
El grupo de monitoreo dijo a CNN este lunes que los “grupos armados no estatales” que son leales a Assad fueron responsables de la muerte de 383 personas, que incluyen 172 miembros de las fuerzas de seguridad del estado y 211 civiles.
Las fuerzas gubernamentales y los grupos afiliados fueron responsables de la muerte de al menos 396 personas, dijo el grupo de monitoreo independiente, y agregó que esta cifra incluye “tanto civiles como militantes desarmados”.
CNN no puede verificar de forma independiente las cifras de SNHR. CNN se ha comunicado con el gobierno sirio para obtener comentarios sobre el número de muertos.
Los enfrentamientos en curso son el peor brote de violencia desde que Assad –miembro de la secta minoritaria alauita– fue derrocado en diciembre por militantes islamistas sunitas que buscaban reformular el orden político y sectario del país.
El director de la SNHR, Fadel Abdul Ghani, dijo el domingo que se prevía que el número de muertos “sea mucho mayor”.
El presidente de transición de Siria, Ahmad al-Sharaa, en un discurso televisado el viernes por la noche, prometió perseguir a los responsables de matar al personal de seguridad del Gobierno. Sin embargo, también instó a sus fuerzas de seguridad a “garantizar que no se produzcan respuestas excesivas o injustificadas” tras los informes sobre el elevado número de víctimas civiles.
El Ministerio de Información sirio dijo a CNN a primera hora del sábado que “los remanentes de al-Bashar” también habían capturado a unos 300 “miembros del personal de seguridad” del Gobierno, y que “docenas” de otros estaban “desaparecidos”.
El último repunte de la violencia pone de relieve los retos a los que se enfrenta el nuevo régimen de Siria para apaciguar a los grupos privados de sus derechos, especialmente los que siguen estando fuertemente armados.
Latakia y Tartous, en la costa mediterránea, son zonas donde el apoyo de los alauíes sirios a al-Assad era fuerte. Los alauíes —alrededor del 10% de la población— ocupaban un lugar destacado en el régimen de al-Assad, y aunque muchos han entregado sus armas desde diciembre, muchos otros no lo han hecho.
Al-Assad, que huyó a Rusia en diciembre, no ha hecho comentarios sobre la escalada de los enfrentamientos.
Este sábado, el Comité Internacional de la Cruz Roja expresó su extrema preocupación por los informes sobre el elevado número de muertos y heridos en las dos provincias.
Pidió a ambas partes que trataran a los detenidos “con humanidad y dignidad” y protegieran las instalaciones sanitarias y las infraestructuras de agua y electricidad.
El secretario general de la ONU, António Guterres, declaró el viernes que “condena enérgicamente toda la violencia en Siria y pide a las partes que protejan a los civiles y cesen las hostilidades”.
Guterres dijo estar “alarmado por el riesgo de escalada de tensiones entre las comunidades en Siria en un momento en que la reconciliación y la transición política pacífica deben ser la prioridad”.
La guerra civil de Siria comenzó durante la Primavera Árabe en 2011 como un levantamiento pacífico contra al-Assad. En la primera década de enfrentamientos, más de 300.000 personas murieron en el conflicto, según las Naciones Unidas, y el país ha quedado profundamente fracturado.
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