El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que el hecho de que los estadounidenses no puedan permitirse comprar alimentos será cosa del pasado. “Muy pronto van a poder permitirse hacer las compras”, dijo este jueves antes de tocar la campana de apertura de la Bolsa de Nueva York, donde fue galardonado como “Persona del Año” por Time.
Los estadounidenses pagaron un 22% más por los alimentos el mes pasado en comparación con cuando Trump dejó el cargo en enero de 2021, de acuerdo con los datos del Índice de Precios al Consumo de noviembre publicados a principios de esta semana. Y, en comparación con febrero de 2020, antes de la pandemia, los estadounidenses pagaron un 27% más por los comestibles en noviembre.
Trump mencionó a “una anciana” que fue a una tienda de comestibles con la intención de comprar tres manzanas. “Las puso sobre el mostrador, miró y vio el precio, y dijo: ‘¿Me permite?’ Y devolvió una de las manzanas a la nevera”, dijo.
En la campaña electoral, Trump se centró predominantemente en la extracción de más petróleo como medio para ayudar a los estadounidenses a costear más alimentos. Sin embargo, antes de su regreso a la Casa Blanca, su estrategia para hacer bajar los precios de los comestibles ha cambiado ligeramente para centrarse en los problemas de la cadena de suministro, además de en la extracción adicional de petróleo.
Hablando frente a una mesa de alimentos envasados, Trump aprovechó una rueda de prensa en agosto para llamar la atención sobre la inflación de los alimentos durante su campaña a la presidencia. “Los precios de los comestibles se han disparado”, dijo.
“Cuando gane, bajaré inmediatamente los precios, empezando el primer día”, continuó Trump. “Perforaremos, nene, perforaremos”, dijo, refiriéndose a aumentar la producción nacional de petróleo. “Eso hará bajar los precios de todo”.
(Por lo general, los economistas prefieren que los precios aumenten modestamente en toda una economía en lugar de que caigan, un escenario conocido como deflación, porque puede hacer que la gente posponga las compras. Y a menudo, cuando los precios de los bienes caen significativamente, es porque hay más gente desempleada y la economía está en recesión).
“Es difícil hacer bajar las cosas una vez que han subido”, dijo Trump en su entrevista como “Persona del Año” de la revista Time publicada este jueves, refiriéndose a los precios de los comestibles. “Ya sabe, es muy difícil… Pero creo que lo harán. Creo que la energía los hará bajar”.
“Creo que una mejor cadena de suministro va a conseguir que bajen”, continuó. “La cadena de suministro sigue rota”.
Ese fue uno de los principales factores que hizo que los precios de los alimentos se dispararan durante la pandemia: disminuyó la disponibilidad de envíos y aumentaron los tiempos de transporte, lo que contribuyó a la escasez de alimentos importados. Pero esos problemas se han resuelto más o menos desde entonces.
Recientemente, el volumen mensual de carga de importación se situó en máximos casi históricos, según la Federación Nacional de Minoristas y Hackett Associates, que recopilan los informes mensuales de Global Port Tracker.
En la rueda de prensa que Trump dio en agosto y que se centró en los precios de los comestibles, sacó a colación los “problemas de la cadena de suministro” como un factor que contribuye a elevar los costos de la vivienda, pero no como uno que contribuya específicamente a elevar los costos de los alimentos.
Su enfoque ligeramente nuevo sobre los precios de los comestibles se produce en un momento en que la producción semanal de crudo de EE.UU. hasta el 6 de diciembre alcanzó un nuevo récord de 13,6 millones de barriles diarios, de acuerd con datos federales que se remontan a 1983. El propio Trump lo reconoció este jueves diciendo que “no hay ningún país en el mundo” que produzca más petróleo que Estados Unidos. Eso ha ayudado a bajar los precios de la gasolina, lo que a su vez ha contribuido a reducir el costo del transporte de alimentos a las tiendas de comestibles en todo el país.
Los expertos han dicho a CNN que extraer más petróleo, incluso si fuera factible, contribuiría poco a reducir los precios de los alimentos debido a otros muchos factores. Centrarse en mejorar las cadenas de suministro podría resultar una estrategia más eficaz, aunque no será fácil de abordar.
Por ejemplo, el tráfico a través de dos arterias internacionales de envío críticas se ha visto dramáticamente obstaculizado: el canal de Suez, debido a los ataques de militantes hutíes a lo largo de varios meses; y el canal de Panamá, debido a una sequía histórica.
Aún así, incluso si Trump ayuda a mejorar los problemas de la cadena de suministro, otras políticas que ha prometido promulgar, incluyendo aranceles de amplia base y deportaciones masivas de migrantes que entraron ilegalmente al país, corren el riesgo de elevar sustancialmente los precios de los alimentos.
En cuanto a la deportación, las industrias alimentaria y agrícola dependen en gran medida de la mano de obra migrante. Sin ella, esas industrias se enfrentarán probablemente a la escasez de mano de obra, lo que, como consecuencia, podría obligarlas a tener que aumentar los salarios. El mayor costo de la mano de obra se trasladaría entonces, presumiblemente, a los consumidores en forma de precios más altos. También podría provocar escasez de alimentos si no hay suficientes trabajadores para mantener la producción de alimentos, lo que probablemente presionaría aún más al alza los precios.
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