En un techo de Kyiv a finales de noviembre, un pequeño grupo de voluntarios con uniformes desajustados mantiene una vigilancia ansiosa. Durante el día, todos son jueces en los tribunales superiores de Ucrania, pero una vez cada 15 días se reúnen como una unidad de defensa aérea improvisada, armados únicamente con un par de ametralladoras de la era soviética para derribar enjambres de aviones no tripulados.
Es “la forma más barata”, afirma Yuriy Chumak, uno de los voluntarios y magistrado activo del Tribunal Supremo, destacando la reticencia de Ucrania a utilizar misiles caros, suministrados por Occidente, contra vehículos aéreos no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés) de costo comparativamente bajo.
Chumak y sus compañeros se encogen de hombros ante el riesgo y mantienen el ánimo con té y bromas para pasar un turno de 24 horas. Pero está claro que su trabajo se volvió exponencialmente más peligroso en los últimos meses, cuando Rusia intensificó su ofensiva con aviones no tripulados, aterrorizando ciudades ucranianas casi a diario.
En los últimos seis meses, los ataques rusos con drones pasaron de unos 400 en mayo a más de 2.400 en noviembre, según un recuento de datos de CNN de las fuerzas armadas ucranianas. En lo que va de diciembre se produjeron al menos 1.700 ataques con aviones no tripulados.
A medida que la ofensiva se intensifica, CNN descubrió nuevos detalles sobre la expansión de una fábrica secreta que alimenta la guerra de aviones no tripulados de Moscú. La planta de la zona económica especial de Alabuga, en la región meridional rusa de Tatarstán, aumentó considerablemente su producción de aviones no tripulados de ataque y vigilancia de diseño iraní, utilizando una serie de componentes chinos y contratando a una mano de obra muy joven y poco cualificada de adolescentes rusos y mujeres africanas, según el análisis de CNN de cuentas de medios sociales asociados y evaluaciones de fuentes de inteligencia de defensa ucranianas.
Las fuentes, que hablaron con CNN de forma anónima por temor a su seguridad, dijeron que la fábrica también está produciendo miles de aviones no tripulados “señuelo”, diseñados para agotar las defensas ucranianas. Las imágenes por satélite analizadas por CNN y los expertos muestran que se construyeron dos edificios adicionales en el emplazamiento y se aumentó la seguridad.
Ni el Ministerio de Defensa ruso ni Alabuga respondieron al pedido de comentarios de CNN sobre la producción de drones en la fábrica.
Los hallazgos ofrecen una rara ventana a la floreciente industria de defensa rusa, que, según una reciente estimación del ministro de Defensa alemán, multiplica por cuatro la producción de armas y municiones de la Unión Europea. Esto coloca a Ucrania en una situación precaria, en un momento en que necesita ayuda con más urgencia que nunca. A pocas semanas de que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, regrese a la Casa Blanca con la promesa de poner fin a la guerra, la futura ayuda militar estadounidense a Kyiv está en duda.
Después de que Rusia lanzara una invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022, comenzó a importar drones Shahed iraníes. Pero a principios de 2023, Moscú y Teherán habían firmado un acuerdo de US$ 1.750 millones para que Rusia fabricara los drones en el país, según documentos filtrados proporcionados a CNN por el grupo de ciberinteligencia ucraniano InformNapalm.
La Zona Económica Especial de Alabuga, situada a unos 965 kilómetros al este de Moscú, se creó originalmente en 2006 para atraer a empresas occidentales con generosas exenciones fiscales. Pero, tras el comienzo de la guerra, varios de sus principales inquilinos se marcharon. Parte del emplazamiento se amplió considerablemente desde que pasó a dedicarse a la producción militar, según muestran las imágenes por satélite.
Alabuga es ahora la principal planta de producción del avión no tripulado Shahed-136 –o Geran-2, como lo denomina Rusia–, con un acuerdo para producir 6.000 unidades antes de septiembre de 2025, según los documentos filtrados. Alabuga parece haber cumplido ya ese contrato. La fábrica produjo 2.738 drones Shahed en 2023, y más que duplicó ese número en los primeros nueve meses de 2024, produciendo 5.760 entre enero y septiembre, según las fuentes de inteligencia de defensa ucranianas.
El Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional, con sede en Washington, que estuvo siguiendo a Alabuga desde 2022, cree que los 6.000 drones se fabricaron aproximadamente un año antes de lo previsto.
“Se están moviendo rápido y lo estás viendo en todas las industrias de producción militar de Rusia”, dijo a CNN David Albright, un exinspector de armas de la ONU que fundó el instituto. “Ellos mismos no están fabricando el material de alta tecnología, importan lo que necesitan para hacerlo, pero son capaces de impulsar la producción de cosas que son más fáciles de fabricar, y los drones fundamentalmente no son tan difíciles”.
Además de los Shahed, parece que Alabuga estuvo fabricando drones “señuelo” de baja tecnología desde el verano, según dijeron a CNN fuentes de la inteligencia de defensa de Ucrania. Conocidos como “Gerbera”, los drones señuelo están hechos de madera contrachapada y espuma e imitan la característica forma triangular de los Shahed.
“Los militares rusos descubrieron relativamente rápido que las defensas aéreas ucranianas pueden ser bastante capaces de derribar la mayoría de los Shahed”, dijo Samuel Bendett, asesor de CNA, una organización de investigación sin ánimo de lucro con sede en Virginia, y añadió que “Rusia necesitaba un arma, un sistema que básicamente pudiera presentar multitud de objetivos falsos para los defensores ucranianos”.
Rusia tiene como objetivo producir alrededor de 10.000 aviones no tripulados Gerbera para finales de 2024, casi el doble del número de Shaheds, según las fuentes de inteligencia de defensa ucranianas. El costo es probablemente un factor importante que impulsa esta estrategia, dado que se estima que la producción de un Gerbera es 10 veces menor que la de un Shahed, dijeron las fuentes.
Chumak dijo que es imposible distinguir entre los verdaderos Shahed y los señuelos en el radar, pero que muchos de los UAV entrantes parecen estar desarmados. “Si vemos el dron en un mapa o por nuestros ojos, intentamos derribarlo… barato o caro”, declaró a CNN. Calcula que si Rusia dispara 150 drones en una noche, solo entre 20 y 30 serán Shaheds.
Hay pruebas de que Rusia empezó a probar ojivas termobáricas, que producen ondas expansivas más potentes y destructivas, en los UAV. A finales de octubre, el Instituto de Investigación Científica Forense de Kyiv reveló que había detectado restos de municiones termobáricas, también conocidas como bombas de vacío, en fragmentos de drones Shahed. “Si impacta en un espacio cerrado; es decir, en un interior, su fuerza destructiva es mucho mayor que la de una munición de fragmentación”, declaró Oleksiy Stepaniuk, experto forense jefe del instituto de Kyiv.
Con la ayuda de voluntarios como Chumak, Ucrania mantiene una sólida defensa. Solo el 5% de los Shahed o drones similares alcanzaron sus objetivos entre agosto y octubre, según las Fuerzas Armadas de Ucrania. Pero a medida que aumenta la escala de los ataques, crece el desafío.
Una fuente de defensa ucraniana familiarizada con la situación declaró a CNN que recientemente hubo casos en los que “fue necesario derribar drones con sistemas avanzados de misiles antiaéreos”, lo que refleja las rápidas decisiones que deben tomar los militares sobre cómo utilizar unos recursos preciosos.
Las imágenes por satélite tomadas de Alabuga en los últimos nueve meses ofrecen una prueba contundente de la expansión del programa.
En junio de 2023, el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos publicó una imagen por satélite del complejo e identificó dos edificios como dedicados a la fabricación de drones. Documentos internos obtenidos por el Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional confirmaron la ubicación y revelaron que Alabuga era el principal responsable de la producción y suministro de drones Shahed a las fuerzas armadas rusas.
Entre marzo y septiembre, aparecieron dos nuevos edificios junto a los identificados originalmente por Estados Unidos, aumentando la huella del centro de fabricación en un 55%, según el análisis de imágenes por satélite realizado por CNN.
Aunque no está claro para qué sirven exactamente los nuevos edificios, se encuentran dentro del cordón de seguridad que rodea las dos estructuras originales, lo que sugiere que forman parte de la misma operación, declaró Albright a CNN.
Entre junio y septiembre se iniciaron las obras de lo que parecen ser pasarelas elevadas que conectan los edificios nuevos con los originales, que se completaron en noviembre, según las imágenes de satélite y la investigación de Albright. Se está construyendo otra pasarela que parece que unirá los edificios originales con las residencias de trabajadores cercanas, una de las cuales fue alcanzada en abril por un ataque de drones ucranianos de largo alcance. Más de una docena de personas resultaron heridas en el ataque, según informaron los medios de comunicación estatales rusos.
Albright y su equipo también identificaron mallas en la parte superior de los cuatro edificios, que consideran jaulas “antidrones” diseñadas para proteger las instalaciones, lo que indica una creciente preocupación por la seguridad en el lugar. “Alabuga en su interior nunca tuvo seguridad”, dijo. “Y lo que vimos fue la creación de un perímetro de seguridad interno… porque ahora es una operación militar”.
La inteligencia de defensa de Ucrania dijo el lunes que un almacén de Alabuga que almacenaba componentes de aviones no tripulados Shahed por valor de US$ 16 millones fue destruido en un “misterioso incendio”, señalando que era un golpe al “complejo industrial militar” de Rusia y subrayando la naturaleza activa de la lucha.
Mientras Alabuga se centra en aumentar la producción, otro socio parece estar interviniendo para ayudar a aliviar los problemas de la cadena de suministro relacionados con las sanciones: China.
Entre septiembre de 2023 y junio de 2024, 34 empresas chinas “cooperaron” con Alabuga, firmando contratos por un total de alrededor de 700 millones de yuanes, o más de 8.000 millones de rublos (US$ 96 millones), según dijeron a CNN fuentes de la inteligencia de defensa ucraniana. Las fuentes dijeron que esas empresas suministraron piezas y materiales, equipos de producción para la fabricación de vehículos aéreos no tripulados, y una de ellas incluso proporcionó equipos de interferencia para proteger a Alabuga contra los ataques de aviones no tripulados.
El avión no tripulado Gerbera se basa en un prototipo chino de una empresa llamada Skywalker Technology, que también suministra los “kits” para construirlos, según las fuentes. En mayo se firmó un contrato inicial por 2.000 kits, y Skywalker ofreció suministrar otros 8.000 en julio, añadieron.
CNN se puso en contacto con Skywalker Technology para pedirle comentarios, pero no ha recibido respuesta.
Que se han encontrado componentes electrónicos chinos en drones rusos no es un secreto, pero Beijing sostiene que nunca proporcionó armas letales a ninguna de las partes en la guerra de Ucrania. En respuesta a la petición de CNN de comentarios sobre los drones, la oficina del portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino dijo en un comunicado que China mantiene una “postura objetiva e imparcial sobre la cuestión de Ucrania”, y añadió que el país “controla estrictamente la exportación de bienes de doble uso para usos militares y civiles”.
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, declaró a CNN que los drones de Alabuga estaban teniendo un claro impacto en el campo de batalla en Ucrania, y que la implicación de China era una gran preocupación. “Hemos dejado claro a los chinos que, aunque no están proporcionando ayuda letal, están vendiendo componentes, incluidos componentes de drones”, afirmó.
Estados Unidos ya sancionó a dos empresas chinas que se cree que están directamente implicadas en el desarrollo y producción de aviones no tripulados de ataque de largo alcance para Rusia; decenas de empresas con sede en China fueron sancionadas por suministrar a Rusia productos y componentes de doble uso que pueden utilizarse para fabricar armas, incluidos aviones no tripulados.
Y el papel de China en Alabuga parece que va a crecer aún más. A pocos kilómetros del emplazamiento se está construyendo un nuevo centro de transporte. El “Complejo Logístico Deng Xiaoping”, bautizado así en honor al difunto líder chino, es un enlace ferroviario directo entre Rusia y China que, según un video promocional, podrá transportar hasta 100.000 contenedores al año.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, lo planteó en una reunión con su homólogo Xi Jinping al margen de la cumbre de los BRICS celebrada en octubre. Poco más de una semana después, Alabuga informó del envío ceremonial del primer tren de prueba a China, con 76 contenedores de productos agrícolas rusos. “Dada la presión de las sanciones y el entorno en constante cambio”, dijo un funcionario de Alabuga citado en la cuenta oficial, “reconocemos la necesidad de establecer un amortiguador logístico para la industria”.
Un oficial de inteligencia en funciones de la agencia de inteligencia de defensa de Ucrania, que responde al indicativo “Orest” y solo pudo hablar con CNN bajo condición de anonimato, dijo que el centro logístico solo se concibió después de la invasión a gran escala de Rusia. “Entendemos que una conexión de transporte tan directa con China puede utilizarse directamente para transportar componentes deficitarios necesarios para la producción de vehículos aéreos no tripulados, en particular”, dijo.
El comisionado ucraniano encargado de las sanciones, Vladyslav Vlasiuk, dijo que, en conjunto, es una prueba de que se puede hacer más para restringir la cadena de suministro que alimenta la vertiginosa expansión de Alabuga. Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea han impuesto sanciones a la Zona Económica Especial, y Estados Unidos también sancionó a empresas afiliadas y a personas en puestos clave. Sin embargo, Vlasiuk declaró a CNN que Ucrania va más allá, pues apunta a un “ecosistema” de varias decenas de empresas implicadas en diversos aspectos de la producción de drones, y que le gustaría que los aliados de Ucrania hicieran lo mismo.
Vlasiuk dijo que Kyiv comunicó sus preocupaciones al Gobierno chino, pero que Beijing no estaba “exactamente preparado para conversaciones sobre este tema”, y añadió que la situación era “desafortunada”.
Las bajas en el frente y el éxodo de hombres en edad de combatir pusieron a prueba la ya limitada mano de obra rusa.
Para suplir la escasez de mano de obra y mantener su expansión, Alabuga recurrió a trabajadores poco cualificados, empleando a adolescentes rusos en el Politécnico Alabuga, una escuela técnica creada en el emplazamiento en 2021, y contratando a mujeres jóvenes extranjeras, la mayoría de ellas procedentes de países africanos, a través de un programa en línea llamado “Alabuga Start”. La fábrica promociona altos salarios, conocimientos tecnológicos e instalaciones futuristas, y para los hombres rusos, la posibilidad de evitar el servicio militar nacional, un gran atractivo en tiempos de guerra.
“¿Sigues pensando en entrar en el 10º grado?”, pregunta una voz en off en un brillante video de reclutamiento, que se publicó en Telegram en julio. “Únete al programa de superelite, navegación aérea y programación de drones en el Politécnico de Alabuga. Y ayuda a los ‘Halcones de Stalin’”. El video pasa de adolescentes en un laboratorio a un desfile militar. Los “halcones de Stalin”, que toman su nombre de los pilotos de combate de élite rusos de la época de la Segunda Guerra Mundial, parecen ser una nueva unidad de drones de las Fuerzas Armadas de Rusia, que fuentes de la inteligencia de defensa ucraniana creen que puede estar directamente asociada con Alabuga.
Otros videos compartidos en las cuentas de TikTok y Telegram del Politécnico de Alabuga muestran laboratorios de alta tecnología, flamantes dormitorios y un ejercicio de formación de equipos descrito como “el mayor torneo de paintball patriótico-militar de Rusia”, en el que los estudiantes recrean batallas de la Segunda Guerra Mundial.
Mientras tanto, el programa Alabuga Start promueve oportunidades que cambian la vida. Un video muestra a una joven puliendo lo que parece ser un dron y lanzándolo después, con la promesa de que los empleados que lo consigan podrán pasar a la Politécnica Alabuga.
Y no solo se ofrece crecimiento profesional. Otro video de su sitio web, titulado “Trabajo y matrimonio”, muestra a una joven africana que llega a Alabuga, conoce a un hombre y se queda embarazada. Los “especialistas en recursos humanos” de Alabuga Start han viajado mucho a países africanos, reuniéndose con líderes locales y posibles candidatos a ser contratados, y en algunos casos celebrando eventos, según las imágenes compartidas en las cuentas de las redes sociales asociadas.
Pero hay pruebas de que la vida en Alabuga no es ni mucho menos tan utópica como sugieren estos mensajes. Cuando sancionó a Alabuga en febrero, el Tesoro estadounidense señaló: “SEZ Alabuga ha explotado a estudiantes menores de edad de una universidad politécnica afiliada como mano de obra para ensamblar estos UAV de ataque en condiciones de explotación”. Los medios de investigación independientes rusos Protokol y Razvorot publicaron una investigación conjunta en julio de 2023 en la que se detallan las largas jornadas laborales y los duros castigos infligidos a adolescentes de tan solo 15 años en las instalaciones.
Albright afirma que las crecientes presiones de la producción en tiempos de guerra y la búsqueda de beneficios por parte de Alabuga no han ayudado. “Creo que el rápido aumento de la producción condujo a violaciones de la seguridad y la salud e incluso a la contratación de menores”.
Alabuga se ha embarcado ahora en una nueva campaña de reclutamiento, ofreciendo salarios de hasta 360.000 rublos (unos US$ 3.480) al mes para “especialistas” –más de cuatro veces el salario medio mensual en Rusia–, mientras sigue llenando sus cadenas de montaje con estudiantes y emigrantes, a los que paga un salario mensual inicial de unos 85.000 rublos (unos US$ 820), según informaron a CNN fuentes de la inteligencia de defensa ucraniana. Hasta 200 mujeres africanas más serán reclutadas como parte de este último impulso, dijeron las fuentes.
Un portavoz del Departamento de Estado estadounidense declaró a CNN: “Esto demuestra que el Kremlin no solo está desesperado, sino que es cruel. El Kremlin no tiene reparos en perseguir sus propios objetivos sin tener en cuenta el impacto sobre la población de otros países soberanos o el derecho internacional de los derechos humanos”.
Las publicaciones en un grupo privado de Telegram para padres de alumnos de primer curso del Politécnico de Alabuga también ofrecen reveladoras perspectivas. Varios padres han lamentado que algunos estudiantes no puedan disfrutar de sus 10 días de vacaciones de Año Nuevo (un hecho para la mayoría de los rusos). Otros dicen que viajaron cientos de kilómetros para visitar a sus hijos en Alabuga, solo para pasar unas pocas horas con ellos.
“Trabajar sin vacaciones ni días libres no es normal ni siquiera para los adultos. Psicólogos, por favor, hablen de la carga que supone para los niños en términos de salud física y psicológica”, exigió una de ellas. Otra madre fue aún más lejos: “El politécnico de Alabuga está llegando realmente a los extremos, muchas violaciones de la ley, de los códigos laborales, etc… Por eso mi hijo no me cuenta nada, para que me quede callada”.
La misma mujer también describió cómo su hijo fue llamado a trabajar a medianoche el fin de semana, trabajó hasta las 5:30 a.m. y fue llamado de nuevo a las 10:30 a.m. Cuando se le preguntó en qué campo trabaja su hijo, respondió “UAV”.
Orest, el oficial de inteligencia de defensa ucraniano, dijo a CNN que todos los trabajadores de montaje de drones viven en un clima de secretismo. “Todos los estudiantes que participan en la producción de estos UAV viven en un complejo separado de acceso limitado. Una vez contratados, firman acuerdos de confidencialidad. Sus contratos dicen que producen ‘lanchas motoras’”.
La preocupación por la seguridad en las instalaciones aumentó tras el ataque ucraniano con drones en abril. En los meses siguientes, los padres del grupo de Telegram se refirieron a frecuentes simulacros de evacuación, y a la orientación para proporcionar a los estudiantes una “bolsa de emergencia” con documentos importantes, ropa de repuesto y alimentos en caso de que tuvieran que salir a toda prisa.
Pero Alabuga apenas reconoció públicamente los crecientes riesgos. Tras el ataque de abril, un video compartido en las cuentas oficiales de Alabuga en las redes sociales mostraba a una joven empleada de Kenia diciendo: “No me asustarán Alabuga es un lugar fuerte y saldremos de esta”.
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