El artista que crea imágenes inquietantes del cuerpo humano con IA

Demasiados dedos o demasiados dientes: el año pasado, cuando las imágenes generativas de inteligencia artificial irrumpieron en Internet, este tipo de variaciones corporales se convirtió tanto en un chiste como en una señal reveladora de que ciertas fotografías no eran reales. En cambio, eran la forma de detectar la marca de una máquina sobre el mundo a través de indicaciones humanas. Las imágenes que se volvieron virales a menudo eran inquietantes: fotos nostálgicas de fiestas con modelos sonrientes con molares adicionales, o retratos de un Steve Harvey llorando mientras agita licor en una habitación completamente oscura.

En los últimos dos años, el fotógrafo y director de Brooklyn, Charlie Engman, ha estado intencionalmente explorando la extrañeza de las fotografías con IA para generar imágenes inquietantes —con el programa Midjourney— que parecen situarse en el mundo real, pero juegan con la anatomía y los gestos de maneras perturbadorass. En su libro “Cursed”, un hombre con traje se adentra hasta las rodillas en un charco poco profundo a la luz de la mañana, con alas de cisne extendiéndose desde sus hombros. En otra imagen, una mujer mira un busto escultórico rojizo con sus propios rasgos que parece estar mirándola. Las extremidades se transforman y desaparecen por completo, los rostros son lisos y enmascarados, y los objetos inanimados se asemejan a extremidades humanas. Las personas sostienen animales y se fusionan en ellos, mientras las nuevas formas parecen evolucionar o decaer.

“[La IA] hace las cosas muy mal”, explicó Engman a CNN en una videollamada. “Tiene esta relación tercerizada con el mundo físico, donde representa la representación que tiene un humano de [ese mundo]. Y así deconstruye gestos físicos y cuerpos humanos… de una manera realmente cruda y visceral”.

Mirar las imágenes puede generar una sensación de inquietud. Algunas se desvían sutilmente de lo cotidiano hacia lo antinatural, como una mujer sosteniendo una hoja filosa contra su mejilla, sonriendo, con los ojos fijos en el espectador. Otras son representaciones de pesadilla, como un feto al estilo de David Cronenberg tanto de insecto como humana.

A través de “Cursed”, Engman buscaba lograr una especie de “disonancia equilibrada” que se sienta como una elaboración de su propio trabajo fotográfico, dijo.

“Lo que es deseable, lo que es repugnante, lo que es hermoso, lo que es feo: te ves obligado a confrontar, a nivel de sentimientos, cuáles son esos criterios”, agregó.

Engman ha jugado con esas tensiones a lo largo de su trabajo. Su intensa colaboración de 15 años con su madre, “Mom”, explora las dinámicas tanto de una relación madre-hijo como de la de fotógrafo-sujeto de maneras a veces incómodas. Por otro lado, como director artístico de la marca de moda de Brooklyn Collina Strada ha transformado modelos en animales en la pasarela o los ha hecho avanzar por ella con sonrisas desquiciadas.

Como muchas personas, Engman dio sus primeros pasos con la IA a través de la aplicación Lensa, que permitía generar autorretratos estilizados con IA para compartir en redes sociales. Pero después de que un colega en Collina Strada le mostrara sus experimentos en Midjourney, en 2022, Engman se enganchó con sus posibilidades

“Es como una máquina tragamonedas, ¿verdad? Pones una indicación y luego obtienes algo. Y lo que obtienes no es realmente tan importante… Yo tenía una alegría ingenua de principiante con eso”, recordó Engman de las primeras veces que usaba Midjourney. “Creo que tal vez era clínicamente adicto a eso. Estaba despierto a las 2 a.m. [usándolo]”.

Debido a su trabajo continuo junto con su madre, Engman aprovechó la tecnología como una nueva forma de colaboración, entrenando a Midjourney con un conjunto de sus imágenes. Y aunque su madre aparece esporádicamente en el libro, incluida como una figura sin extremidades y con alas de polilla, es más un huevo de Pascua para aquellos familiarizados con el trabajo de Engman, que un punto focal.

Aunque “Cursed” naturalmente se toca con el mundo del cine de terror, Engman evitó las referencias visuales y en su lugar comenzó a leer textos relacionados con la teoría crítica de la discapacidad. Las preguntas que se planteó sobre el cuerpo y la capacidad se reflejan en las imágenes.

“¿Cuáles son las limitaciones reales de un cuerpo? ¿Qué es un cuerpo normativo? ¿Cuáles son las limitaciones de un cuerpo normativo? ¿Cuándo un cuerpo comienza a moverse fuera del marco normativo y cuál es el umbral?”, se planteó. “Esas son las cosas de las que también habla el horror corporal, probablemente de una manera muy similar”.

Los animales —cisnes, perros y caballos— aparecen como sugerencias de criaturas completamente formadas y también desensambladas. Engman los usa porque la forma en que se representaban le parecía hermosa, explicó, pero también tienen una larga historia de simbolismo implícito.

“Son categóricamente animales alegóricos, por lo que pude hacer conexiones conceptuales poéticas entre lo humano y lo no humano”, dijo. Debido a su uso en el arte, la literatura y otros medios, “ya hay un lenguaje elaborado para eso con lo que la gente puede conectarse”.

Con la aceleración de las imágenes generadas por IA, el libro ya es un hito de un tiempo que se desvanece de la vista. Los libros de fotografía —desde el concepto hasta la impresión— a menudo se arman durante años, no meses. Engman descubrió que la tecnología avanzaba más rápido que el proyecto, a medida que se lanzaban actualizaciones nuevas de Midjourney, y las características desordenadas como las manos de seis dedos se estaban volviendo obsoletas.

“Las primeras imágenes que hice para el proyecto y la última imagen que hice difícilmente podían coexistir… estaban casi en dos registros diferentes y eso también es muy interesante para mí”, dijo.

“Lo que fue tan fascinante, y en realidad fue muy motivador, es que estaba haciendo un libro desactualizado. Mientras hacía el libro, ya estaba fuera de sincronía con lo que estaba sucediendo”, agregó.

Las nuevas habilidades de IA llegaron en ráfagas, y luego se detienen mientras el poder de procesamiento se pone al día y se logran otros avances. Puede haber un “techo” para esta nueva ola de imágenes generadas con IA en relación a cuán precisamente un programa de computadora puede entender y representar el mundo, reconoció Engman, y está curioso, no ansioso, sobre lo que sucederá después.

En el futuro, el contexto puede perderse para “Cursed”, con cuerpos anómalos solo como un destello en el esquema más amplio de representaciones fieles con IA. O tal vez la próxima generación de la IA nos lleve aún más profundamente al valle inquietante de maneras aún desconocidas y aterradoras. De cualquier manera, Engman quiere que el libro se mantenga por sí solo.

“Debe haber algo interesante sobre el trabajo que esté fuera de la tecnología”, dijo. “La tecnología debe estar subordinada al contenido.”

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