Análisis | Huracanes, apagones, terremoto y “economía de guerra”: el difícil 2024 de Cuba y lo que podría enfrentar en 2025

Cuba vivió en 2024 un año marcado por tragedias naturales, prolongados apagones y pareciera que de cara al nuevo año aún no se ve una luz al final del túnel, con una economía que se mantiene en recesión y sin perspectivas de recuperación, a lo que se suma el retorno de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, lo que podría implicar un endurecimiento para las situaciones financiera y migratoria.

El año comenzó con el reconocimiento de un escenario adverso, al que el Gobierno denominó “economía de guerra”, un término que continuó utilizando meses después con el anuncio de diversas medidas y en referencia a condiciones adversas, y que según analistas consultados por CNN, es utilizado para trasmitir la idea de una situación excepcional y mantener el sistema de planificación centralizada.

En febrero hubo varios cambios en el gabinete económico, y semanas después la prensa estatal informó que el Ministerio del Interior investigaba al recién destituido ministro de Economía Alejandro Gil Fernández por “graves errores” en su gestión, con un mensaje en el que el presidente Miguel Díaz-Canel aseguraba que su Gobierno “nunca” ha permitido la “corrupción”. Gil, recordado por medidas profundamente impopulares como una subida masiva de precios del combustible y la fallida reforma económica Tarea Ordenamiento, no se pronunció en sus redes desde su despido y el Gobierno no volvió a informar sobre la investigación.

A mitad de año, el Gobierno anunció que tomaría una serie de medidas, como la exoneración de impuestos aduaneros a un grupo de productos importados y la fijación de precios máximos minoristas, pero el segundo semestre tuvo un cúmulo de dificultades que se sumaron a las carencias estructurales del país y que llevaron al ministro de Economía y Planificación, Joaquín Alonso Vázquez, a reconocer en noviembre que este año la economía de Cuba también tendrá un retroceso, el segundo consecutivo tras la caída de 1,9% en 2023 y un pequeño rebote pospandémico en 2021 y 2022. El Gobierno había previsto para 2024 un alza en torno al 2%.

Los apagones, que según el Gobierno son causados en parte por la escasez de combustible y las fallas en las centrales termoeléctricas del país, y que se han agudizado por el escaso mantenimiento e inversión en la infraestructura por años se hicieron más evidentes en 2024 por el embate de los huracanes, lo que contribuyó a desencadenar nuevas protestas antigubernamentales.

“Hay un efecto importante de los apagones, golpean al sistema productivo. Este año (la economía) tiene que contraerse, no hay crecimiento en ningún sector”, dijo a CNN Ricardo Torres, investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos de la American University, en Washington. “Estamos por ver cuánto cae la economía, no debe ser menor al 1%, me sorprendería mucho, puede ser un 2%, siendo conservador”, agregó. “Este año es peor que el anterior, porque en 2023 había crecido el turismo. Cuesta encontrar un sector en el que haya un crecimiento sólido”.

Por su parte, el economista cubano Pavel Vidal, profesor en la Pontificia Universidad Javeriana en Cali, Colombia, considera que es “un eufemismo” reconocer que no hubo crecimiento en 2024. “La pregunta es cuánto se contrajo, espero mínimo un 4% o 5%, dadas las condiciones”, dijo, aunque apuntó que las estadísticas oficiales podrían arrojar números más bajos.

En su análisis, Vidal coincidió en que las principales dificultades están vinculadas al suministro eléctrico. “Sin energía es muy difícil producir, es una coyuntura complicada. El Gobierno ha priorizado las residencias, los hogares, penalizando más las industrias, por lo que el impacto es asimétrico. Uno ve en las noticias a las familias molestas, pero es mucho más que eso, hay cierres productivos. Le quitas a la producción un factor esencial, por lo que (la economía) debería reflejar una contracción muy importante”, abundó.

A fines de noviembre, el Consejo de Ministros decretó que las nuevas empresas estatales y no estatales consideradas “altos consumidores” tendrán que generar el 50% de su electricidad a partir de fuentes renovables de energía, y las ya existentes contarán con un período de tres años de adecuación. La norma agrega que en los casos en los que no sea posible la instalación de paneles fotovoltaicos para alcanzar el umbral requerido, se suscribirán contratos en los parques solares de la estatal Unión Eléctrica.

Según explicó Torres, quien también fue docente de la Universidad de La Habana, el Gobierno desplegó en los últimos meses medidas apuntadas a reducir el déficit fiscal y con ello tratar de bajar la inflación. El último dato disponible del índice de precios es el de octubre, que fue de 28,09% interanual, según la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), el valor más bajo en dos años y que confirma una tendencia a la baja, pero que sigue siendo una de las más altas de la región, por encima de la que publica el Gobierno de Venezuela (23,6%) y sólo por debajo de la de Argentina (193% interanual hasta noviembre).

En cuanto al déficit, las autoridades reportaron que hasta octubre estaba por debajo de lo proyectado para 2024. “Ha sido efectivo, basándose en ese dato oficial. Todavía es pronto para decirlo, pero el problema más grande que tiene Cuba es el aparato productivo, que no ha remontado”, subrayó Torres. Con respecto al sector privado, dijo que el país no implementó medidas para dinamizarlo.

La crisis energética también tiene base en la reducción del suministro de petróleo por parte de Venezuela, cuyos envíos en los últimos meses han fluctuado cerca de los 30.000 barriles diarios, de acuerdo con la agencia Reuters, lo que es casi un tercio de la cantidad que entregaba en 2011. Por su parte, el Gobierno de Cuba culpa al embargo de Estados Unidos contra la isla como una de las causas que impiden un adecuado mantenimiento del Sistema Electroenergético Nacional. “Es la causa directa de los molestos apagones”, dijo en septiembre el canciller Bruno Rodríguez.

Ante la suma de adversidades, “Cuba cae en la trampa de la pobreza, empieza a no tener opciones”, dijo Vidal. Explicó que, bajo esa situación, “no hay políticas que le permitan salir de la crisis, se generan ciclos viciosos”.

En ese contexto, la apuesta por el turismo por ahora no parece dar suficientes resultados. Este año, Cuba recibió a 1,8 millones de visitantes hasta octubre, lo que representa una caída de 6,5 puntos porcentuales respecto a los casi dos millones que habían visitado la isla en el mismo período de 2023, según datos de la ONEI. Todas, cifras muy alejadas de los años previos a la pandemia de covid-19, en los que se superaba los 4 millones de turistas anuales, según datos de la Organización Mundial del Turismo.

Mientras menos visitantes llegan, desde hace unos años crece el número de cubanos que se van del país, muchos de ellos por la escasez de alimentos y medicinas. Aunque el país no realiza un censo desde 2012, cuando registraron 11,1 millones de habitantes, el Gobierno reconoció en julio que la población ya estaba por debajo de los 10 millones. En el último año fiscal ingresaron a Estados Unidos más de 217.000 cubanos, casi 9% más que el año previo, según los datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. A ese número se deben agregar los más de 110.000 cubanos que ingresaron legalmente con un permiso de residencia temporal humanitario.

Para Torres, el impacto del éxodo “es devastador”. Según contó, muchos dueños de empresas señalan que el principal problema, aparte de la falta de divisas, es la escasez de fuerza de trabajo. “Los trabajadores calificados se van en mayor proporción. También los que están en edad y capacidad de trabajar. Eso deprime la demanda”, apuntó.

El terremoto que sufrió Cuba el 10 de noviembre, que causó daños materiales, no fue lo único que sacudió a la isla esa semana. Días atrás, Donald Trump había ganado las elecciones en Estados Unidos. Las cuestiones económica, turística y migratoria pueden tener cambios sustanciales ante el regreso a la Casa Blanca del líder republicano, quien en su primer mandato impuso restricciones de viaje a la isla y endureció las sanciones.

“Viene una administración en EE.UU. que va a ser todavía más agresiva en relación a Cuba. Lo que se puede esperar es más sanciones. Es muy pronto para decir cuáles o cuán profundas, pero las perspectivas no son buenas”, consideró Torres.

Trump no ha dado precisiones sobre sus planes hacia Cuba, pero nominó para dirigir el Departamento de Estado al senador Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos y uno de los mayores críticos del castrismo, defensor del embargo y de mayores sanciones contra La Habana. Peter Kornbluh, coautor de “Back Channel to Cuba: The Hidden History of Secret Negotiations Between Washington and Havana”, dijo a CNN que Rubio utilizará su posición en el Gobierno “para demostrar su reputación como un extremista de línea dura respecto de la isla”.

Aunque el Departamento de Estado pueda tener otras prioridades, Manuel Roig-Franzia, autor de “The Rise of Marco Rubio”, comentó: “Sería impactante para mí si (Rubio) no encuentra una manera de elevar el perfil de Cuba en la política exterior estadounidense”. El eventual jefe de la diplomacia estadounidense podría presionar de forma más directa a los dirigentes cubanos y también a sus aliados para recortar su apoyo.

Según Torres el Gobierno cubano no tiene margen de maniobra frente a las decisiones que pueda tomar Trump. “Estados Unidos ocupa un lugar importante en la economía de Cuba. Las importaciones este año son muy superiores a las de 2024, y una buena parte son alimentos u otro tipo de productos del sector privado. Si EE.UU. decide cancelar ese comercio, ¿dónde van a encontrar un mercado sustituto con costos similares? Podría ser México, pero está por verse”, comentó.

Si bien apuntó que es casi imposible cortar las remesas que se envían desde EE.UU., dijo que Trump podría introducir medidas que las hagan más difíciles o costosas, lo que sería otra forma de golpear la alicaída economía cubana.

Por su parte, en el plano internacional, Vidal dice que “Cuba no ha logrado encontrar un patrón de inserción alternativo a Venezuela”, lo que se hizo sentir cuando terminó el período de flexibilización de sanciones que rigió durante la gestión de Barack Obama. “Hoy no tiene un aliado internacional como lo fue la Unión Soviética o Venezuela. Ni los propios aliados confían financieramente en Cuba”, agregó, por lo que señaló que el camino más factible es “tratar de recuperar la credibilidad, incluso de manera unilateral” para fortalecer sus vínculos con países como Rusia, China, Vietnam o incluso algunos de la región, como Brasil o México.

Vidal, que descarta de plano la posibilidad de una negociación con Washington, dijo que si Cuba “se compromete con reformas profundas, puede sentarse a negociar con gobiernos que así lo quisieran”.

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