(CNN) — La vicepresidenta Kamala Harris se enfrenta este jueves a la siguiente prueba en su carrera presidencial con su primera entrevista sin guion con un importante medio de comunicación desde que se convirtió en la candidata demócrata.
Harris aspira a extender el impulso que ha conjurado en el inicio de su campaña; y evitar los tipos de errores no forzados que plagaron su primera candidatura presidencial en 2019, así como sus primeros días como vicepresidenta. También es una oportunidad para que la recién nombrada candidata acentúe el contraste con el republicano Donald Trump, conecte con los votantes indecisos y destaque sus credenciales para liderar el Despacho Oval en un momento tenso para Estados Unidos dentro y fuera del país.
Harris aparecerá junto a su candidato a la vicepresidencia, Tim Walz, en un programa especial en horario de máxima audiencia de CNN que se emitirá a las 9 pm hora del este de Estados Unidos, desde Georgia, donde se encuentra en una gira en autobús diseñada para volver a poner en el tablero un estado indeciso que el Partido Republicano pensaba que estaba cerca de asegurar en noviembre. La entrevista es el capítulo más importante de la campaña entre la convención demócrata de la semana pasada en Chicago y el debate presidencial previsto en Filadelfia el 10 de septiembre.
Harris y Walz darán a CNN su primera entrevista conjunta exclusiva desde que comenzó la campaña
La entrevista, con Dana Bash, adquirió una gran importancia debido a la comprimida carrera que Harris está llevando a cabo tras convertirse en la candidata de su partido y por la forma en que se ha convertido en un problema entre las enemistadas campañas. Es el último momento de gran expectativa en una carrera desenfrenada en la que Trump se convirtió en el primer candidato de un partido importante que fue condenado por un delito y, el expresidente sobrevivió a un intento de asesinato. Por su parte, la desastrosa actuación del presidente Joe Biden en el debate de CNN en Atlanta desencadenó una crisis que acabó con su candidatura a la reelección.
Las grandes entrevistas televisivas, como la de este jueves, también desempeñaron un papel desproporcionado: el presidente aceptó varias en un intento de frenar su caída, pero solo exacerbaron las preocupaciones sobre su edad y su capacidad para cumplir un segundo mandato completo.
Al no programar una entrevista importante antes de ahora, Harris se expuso a las quejas de Trump y de algunos observadores no partidistas de que está tratando de eludir el escrutinio. Esto aumenta las posibilidades de que cualquier metedura de pata sea aprovechada por la campaña de Trump. Sin embargo, una buena actuación de la vicepresidenta supondría otro reto para Trump, que ha pasado apuros desde que Harris transformó la carrera al reducir su ventaja en los campos de batalla electorales y recaudar US$ 500 millones.
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Añadir sustancia a un alegre despliegue
Aunque Harris despertó un intenso entusiasmo en la Convención Nacional Demócrata de Chicago la semana pasada, repleta de estrellas, así como en alegres reuniones entre demócratas que antes estaban desmoralizados por las posibilidades de reelección de Biden, aún tiene que entrar en un foro en el que sus respuestas y políticas puedan ser rebatidas. Sus discursos han estado repletos de lo que quiere hacer como presidenta: desde aliviar la carga económica de los estadounidenses hasta desencadenar un auge de la construcción de viviendas o ganar la contienda geopolítica del siglo XXI contra China. Pero la vicepresidenta no ha concretado exactamente cómo llevaría a la práctica algunas de esas aspiraciones ni cómo las financiaría en un Washington profundamente dividido.
En la entrevista se verá si Harris se distancia en temas clave con Biden, ya que se presenta como una candidata del cambio a pesar de haber sido vicepresidenta en una administración impopular. Harris ya ha ido más lejos que su jefe al comprometerse a combatir los elevados precios de los alimentos que afectan a millones de estadounidenses. Este giro populista puede ser políticamente inteligente, pero fue criticado por muchos economistas.
La entrevista se ha convertido en un obstáculo para la vicepresidenta porque los asesores de Trump llevan semanas incitándola, aparentemente convencidos de que no responderá a las preguntas difíciles, de que se quedará en blanco en los detalles políticos y de que carece de instintos políticos ágiles. En un comunicado este miércoles, la campaña de Trump se burló de Harris, diciendo que ella había “reunido el coraje para sentarse para una ‘entrevista conjunta’ después de 39 días de esconderse de los periodistas”. Aunque no se ha sentado para una entrevista importante, Harris ha respondido a algunas preguntas de periodistas que viajaban con ella.
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La candidata presidencial demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, y su compañero de fórmula, el gobernador de Minnesota, Tim Walz, descienden de su autobús de campaña en Savannah, Georgia, el 28 de agosto de 2024. (Crédito: Saul Loeb/AFP/Getty Images)
Tras años como fiscal general de California y senadora que destacó en audiencias de alto nivel, Harris ha parecido a menudo más cómoda haciendo preguntas penetrantes que respondiendo a ellas. Carece de las décadas de experiencia política que ayudaron a la excandidata demócrata Hillary Clinton, por ejemplo, a convertir las entrevistas en seminarios políticos. Y a diferencia de Trump, no inunda a los entrevistadores con torrentes de falsedades, declaraciones escandalosas y grandilocuencia, lo que significa que él a menudo es capaz de distraer la atención de lo que realmente dice.
Los republicanos están convencidos de que Harris quedará en evidencia en situaciones de alta presión
La confianza de los republicanos en que Harris pueda quedar en evidencia en una entrevista televisada tiene su origen en un cara a cara que mantuvo con Lester Holt, de NBC, al principio de su vicepresidencia, y que se centró en su papel como como emisaria ante las naciones latinoamericanas que representan la fuente de gran parte de la migración indocumentada a Estados Unidos.
Cuando se le preguntó por qué no había visitado la frontera sur como vicepresidenta, Harris señaló que tampoco había visitado Europa desde que asumió el cargo. Su incomodidad dio lugar a años de ataques republicanos y la entrevista sigue pesando sobre su mandato como vicepresidenta. En aquella entrevista, Harris parecía mal preparada, una situación que parece poco probable que se repita teniendo en cuenta que está inmersa en los preparativos del debate. En entrevistas más recientes, por ejemplo, en el programa “60 Minutes” de CBS el pasado octubre y con Anderson Cooper de CNN a finales de junio, cuando defendió a Biden, parecía mucho más tranquila.
De cara a la entrevista de este jueves, los republicanos también exigen respuestas sobre por qué Harris ha abandonado algunas posiciones que mantuvo en su efímera candidatura presidencial de 2020, incluyendo “Medicare para todos”. Su campaña también ha indicado que ya no se opone al fracking, un tema importante en Pensilvania, donde Trump está destacando la industria energética de carbono de la mancomunidad.
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La campaña de Trump y los medios conservadores retrataron este miércoles la presencia en la entrevista de Walz, el gobernador de Minnesota, como una muleta para la vicepresidenta. Sin embargo, no es inusual que los candidatos presidenciales aparezcan con sus vicepresidentes. Trump se sentó con su candidato a vicepresidente, el senador de Ohio, J.D. Vance, en una entrevista amistosa en Fox News el mes pasado que terminó con un segmento de “preguntas de los fans”. El expresidente también hizo una entrevista conjunta con el nombrado candidato a la vicepresidencia, Mike Pence, en su ático de la Torre Trump en el programa “60 Minutes” en 2016. El futuro vicepresidente trató de matizar las posturas extremas del hombre que lo eligió, mientras Trump no paraba de interrumpirle.
Kamala Harris y Tim Walz visitan la escuela secundaria Liberty County High School en Hinesville, Georgia, el 28 de agosto de 2024. (Crédito: Elizabeth Frantz/Reuters)
Harris mantuvo una entrevista conjunta con Biden en 2020, cuando era candidata a la vicepresidencia, y la candidata demócrata Clinton y su compañero de fórmula, Tim Kaine, hicieron lo propio en 2016.
Dejando a un lado las disputas partidistas sobre la entrevista, hay muchas razones por las que tiene sentido que los candidatos presidenciales se sometan a duras entrevistas. Alguien que aspira a dirigir el país debería sentirse en la obligación de explicar lo que planea hacer, aunque sus directores de campaña prefieran restringir sus apariciones a medios partidistas de bajo riesgo y a personas influyentes y empáticas en las redes sociales. Cuantas más entrevistas concede un político, más práctica adquiere. Un plan de medios más sólido podría haber ayudado a Harris a perfeccionar sus habilidades antes de debatir con Trump.
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Las presidencias de éxito también se basan en el capital político acumulado durante la campaña. Puede que ya hayan pasado los días en que las campañas presidenciales se basaban en discursos políticos de peso, y en esta carrera tan comprimida hay poco tiempo para tales actos.
Sin embargo, los candidatos presidenciales del pasado demostraron su credibilidad haciendo partícipes a los votantes de sus planes políticos. En 1960, por ejemplo, el candidato demócrata John F. Kennedy expuso durante la campaña un programa sobre cuestiones como los derechos civiles, la vivienda y la política exterior que se convirtió en la base de los logros políticos de su presidencia y de la posterior de Lyndon Johnson.
La entrevista de este jueves se produce en un momento en que los demócratas debaten si Harris debe concentrarse más en cuestiones políticas o en establecer contrastes de carácter con Trump, mientras dice a los votantes que tienen una oportunidad “fugaz” de pasar página a su cacofonía.
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Kate Bedingfield, exdirectora de comunicaciones de Biden en la Casa Blanca, dijo que Harris necesitaba aprovechar la ocasión para dejar claro por quién está luchando, y su promesa de proteger a los votantes de lo que ella considera ataques del Partido Republicano a sus libertades.
“Creo que no tiene que dejarse llevar demasiado por la idea de que esto tiene que ser un examen de doctorado de cada uno de los posibles puntos de un Gobierno Harris y utilizarlo realmente como una oportunidad para transmitir mensajes”, dijo Bedingfield, ahora comentarista de CNN.
Pero Leon Panetta, exdirector de la CIA, exsecretario de Defensa y ex secretario general de la Casa Blanca, dijo a Brianna Keilar, de CNN, que los candidatos deberían hablar de los temas en los que creen para demostrar que pueden llevar al país por un camino mejor.
Y añadió: “Más vale que sepan muy bien las respuestas a preguntas concretas, porque eso pondrá a prueba si solo están hablando en términos generales o si realmente tienen una política concreta que quieren poner en marcha”.
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