(CNN) — El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, aterriza en Washington el lunes con mucha menos fanfarria de la que hubiera esperado apenas un día antes.
Su tan esperada visita – repleta de reuniones con altos funcionarios estadounidenses y un discurso ante el Congreso – ahora sin duda se verá eclipsada por la sorprendente decisión del presidente estadounidense Joe Biden de abandonar la carrera presidencial de 2024. Pero a medida que las negociaciones detalladas de cese del fuego destinadas a convertir un acuerdo marco en un acuerdo final se extienden hacia su tercera semana, la visita de Netanyahu seguirá siendo fundamental para las perspectivas de un alto el fuego en Gaza.
Altos funcionarios estadounidenses dicen que un acuerdo está al alcance de la mano, pero las perspectivas de un acuerdo pueden depender de la respuesta a una pregunta clave: ¿Quiere realmente Netanyahu un acuerdo?
La sabiduría convencional en los medios de comunicación israelíes, en la política y en las calles de Tel Aviv diría que la respuesta a esa pregunta es no: que Netanyahu tiene mucho más que ganar prolongando la guerra y mucho más que perder si le pone fin.
La guerra ha permitido a Netanyahu retrasar su parte de responsabilidad por los fracasos que condujeron a los ataques del 7 de octubre, rechazando los llamados a nuevas elecciones con una firme determinación en tiempos de guerra. De hecho, las perspectivas de su partido en las próximas elecciones han mejorado en los últimos meses. Y los socios de la coalición de derecha que lo mantienen en el poder han amenazado con irse si Netanyahu llega a un acuerdo que ponga fin a la guerra.
Incluso Biden ha dicho que “hay muchas razones” para que la gente crea que Netanyahu está prolongando la guerra en Gaza para mantenerse en el poder.
También hay indicios de que Netanyahu pone obstáculos de última hora para llegar a un acuerdo. Incumplió una concesión israelí clave relativa a permitir a los palestinos acceso irrestricto al norte de Gaza que estaba incluida en la última propuesta de cese del fuego de Israel y ahora parece insistir en que Israel mantenga el control del corredor Philadelphi, una franja de tierra de 14 kilómetros que sirve como zona de amortiguamiento en la frontera entre Egipto y Gaza. Y públicamente, su retórica ha socavado la confianza en el compromiso de Israel de alcanzar un acuerdo que pueda poner fin a la guerra.
Y, sin embargo, Netanyahu y su equipo negociador también han participado constantemente en negociaciones, intercambiando propuestas con Hamas y acercando a ambas partes más que nunca a un posible acuerdo. Una proporción cada vez mayor del público israelí, encabezado por familias de rehenes, exige que el gobierno llegue a un acuerdo. Y los aliados de Netanyahu insisten en que él es sincero en su deseo de llegar a un acuerdo de liberación de rehenes: el acuerdo justo, uno que podría permitir a Israel reanudar los combates en Gaza.
El secretario de Estado Antony Blinken y el presidente Joe Biden se unieron a Netanyahu y otros funcionarios israelíes en Tel Aviv, Israel, en octubre en una marcada muestra de apoyo en tiempos de guerra. Brendan Smialowski/AFP/Getty Images
Esa tensión será ineludible cuando Netanyahu se dirija a Washington, donde a menudo ha tratado de reforzar la posición de Israel en Estados Unidos, así como su propia posición política en casa.
Si bien Netanyahu buscará mostrar el apoyo que todavía tiene en Washington (y una ovación de pie de la mayoría de los legisladores en el Congreso debería ser suficiente), su visita también será una oportunidad para que los altos funcionarios y legisladores estadounidenses presionen para que llegue a un acuerdo, tanto en público como en privado.
El principal entre los deseosos de defender ese caso será el presidente de Estados Unidos, quien se reunirá cara a cara con Netanyahu esta semana por primera vez desde que Biden voló a Israel en octubre en una dramática muestra de apoyo en tiempos de guerra.
Es probable que la calidez y la simpatía que llenaron el aire durante esa visita de octubre sean reemplazadas por algo mucho más frío.
Biden se ha vuelto cada vez más crítico con la guerra de Israel en Gaza –donde más de 39.000 palestinos han muerto, según el Ministerio de Salud palestino– y Netanyahu ha resistido la presión de Estados Unidos, a menudo burlándose públicamente de la Casa Blanca.
Aunque ha mantenido un fuerte apoyo a Israel, Biden se convirtió en el primer presidente desde Ronald Reagan en retener algunas municiones estadounidenses a Israel, suspendiendo los envíos de bombas de 2.000 libras en mayo en medio de preocupaciones sobre las víctimas civiles en Gaza.
Mientras tanto, Netanyahu no sólo se ha resistido a los llamados de Estados Unidos para frenar las operaciones militares israelíes en Gaza, sino que ha utilizado su desafío a los llamados de moderación de la Casa Blanca para reforzar su posición política en Israel, incluso en un discurso pocos días antes de su viaje a la Estados Unidos, en el que habló de su negativa a ceder ante la presión de Biden para poner fin a la guerra y abandonar una ofensiva planificada en Rafah.
La decisión de Biden de abandonar la carrera presidencial apenas dos días antes de sentarse con Netanyahu sin duda cambiará aún más la dinámica entre los dos hombres; aún está por verse exactamente cómo.
Netanyahu será el primer líder extranjero que se sentará con el ahora presidente saliente, aunque todavía le quedan seis meses en el cargo durante los cuales seguirá dirigiendo la política exterior de Estados Unidos.
El expresidente Donald Trump en la Convención Nacional Republicana de 2024 en el Foro Fiserv en Milwaukee, Wisconsin, el jueves. Will Lanzoni/CNN
Liberado de las limitaciones de la política electoral y con una mirada más atenta a su legado, ¿cómo abordará ahora Biden a Netanyahu, el futuro de la guerra en Gaza y la política estadounidense hacia Israel? ¿Y hasta qué punto Netanyahu se sentirá obligado a prestar atención a la presión de Biden?
Mientras el primer ministro israelí sopesa esa nueva dinámica, Netanyahu –un agudo observador de la política estadounidense– puede estar mirando a otra persona al decidir si da un paso hacia un cese del fuego: el expresidente estadounidense Donald Trump.
Trump tiene un historial de apoyo inquebrantable a Israel y ha criticado los esfuerzos de Biden por frenar la conducta de Israel en Gaza. Durante su discurso en la Convención Nacional Republicana, advirtió que los rehenes “será mejor que regresen antes de que yo asuma el cargo, o pagarán un precio muy alto”.
Pero en abril Trump también instó a Israel a terminar su guerra en Gaza “y terminarla rápidamente”.
Además, Netanyahu ya no disfruta de la acogedora relación política que alguna vez tuvo con Trump.
“La primera persona en felicitar a Biden fue Bibi (Netanyahu). Y no solo lo felicitó, sino que lo hizo grabado”, le dijo Trump al analista de CNN Barak Ravid en 2021. “Llegó muy temprano, como antes que la mayoría. No he hablado con él desde entonces. Que se j*da”.
Netanyahu tendrá muchas oportunidades para evaluar si ese sentimiento sigue vigente cuando se reúna con los aliados de Trump en Washington esta semana. Actualmente no se conocen planes para que se reúna con Trump.
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