(CNN) — Investigadores hallaron microplásticos en depósitos de tierra a más de siete metros bajo la superficie, depositados en el siglo I o II de nuestra era y excavados en la década de 1980, según informó en un comunicado publicado el viernes un equipo dirigido por investigadores de la Universidad de York (Reino Unido).
Según el nuevo estudio, es la primera vez que se encuentran microplásticos en muestras de suelo histórico, lo que podría cambiar la forma en que se conservan los restos arqueológicos.
En total, el estudio identificó 16 tipos diferentes de polímeros microplásticos en muestras de suelo contemporáneas y archivadas, añade el comunicado.
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Los microplásticos son diminutos trozos de plástico que no superan los cinco milímetros —aproximadamente el tamaño de una semilla de sésamo— y se forman cuando los plásticos de mayor tamaño se descomponen, ya sea por degradación química o por desgaste físico en trozos más pequeños.
Según los investigadores, también se utilizaban habitualmente en algunos productos de belleza hasta alrededor de 2020, y las conversaciones sobre su proliferación en el mundo que nos rodea han aumentado en los últimos años.
Si bien es preocupante el impacto de los microplásticos en el medio ambiente y en la salud humana, este último estudio también sugiere que podrían obligar a cambiar todo el campo de la arqueología.
Aunque la conservación de los restos arqueológicos in situ ha sido el enfoque preferido en los últimos años, los nuevos hallazgos podrían generar un cambio de planteamiento, ya que la contaminación por microplásticos podría comprometer el valor científico de los restos.
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“Este parece un momento importante, que confirma lo que deberíamos haber esperado: que lo que antes se creía que eran yacimientos arqueológicos prístinos, maduros para la investigación, están de hecho contaminados con plásticos, y que esto incluye yacimientos muestreados y almacenados a finales de la década de 1980”, dijo en el comunicado John Schofield, profesor y director de estudios del Departamento de Arqueología de la Universidad de York.
“Estamos familiarizados con los plásticos en los océanos y en los ríos. Pero aquí vemos cómo nuestro patrimonio histórico incorpora elementos tóxicos. Hasta qué punto esta contaminación compromete el valor probatorio de estos yacimientos y su importancia nacional es lo que intentaremos averiguar a continuación”.
David Jennings, director ejecutivo de York Archaeology, explicó por qué la contaminación por microplásticos es tan preocupante.
“Nuestros restos mejor conservados —por ejemplo, los hallazgos vikingos de Coppergate (en la ciudad de York)— estuvieron en un entorno anaeróbico constante anegado durante más de 1.000 años, lo que preservó los materiales orgánicos increíblemente bien”, afirmó en el comunicado.
“La presencia de microplásticos puede cambiar y cambiará la química del suelo, introduciendo potencialmente elementos que causarán la descomposición de los restos orgánicos. Si ese es el caso, preservar la arqueología in situ puede que ya no sea apropiado”.
El estudio se publicó en Science of the Total Environment.
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