Diminutos artefactos desenterrados en un sitio arqueológico de Wyoming, donde un mamut fue descuartizado hace 13.000 años, revelan detalles intrigantes sobre cómo los primeros habitantes de América sobrevivieron a la última Edad de Hielo.
Los arqueólogos encontraron 32 fragmentos de agujas de hueso enterrados a casi 5 metros de profundidad en el sitio de La Prele, en el condado de Converse. No son las agujas con ojo más antiguas del registro arqueológico, pero por vez primera los científicos lograron identificar de qué estaban hechas las agujas analizando la información proteínica contenida en el colágeno del hueso. Los resultados fueron muy distintos a lo que esperaban.
“Habíamos supuesto que estarían hechas de hueso de bisonte o mamut, que constituyen la mayoría de los huesos de animales hallados en La Prele y otros yacimientos de su época en las Altas Llanuras y las Montañas Rocosas de Norteamérica”, explica Spencer Pelton, arqueólogo del estado de Wyoming y autor principal de un nuevo estudio sobre las agujas publicado el 27 de noviembre en la revista científica PLOS ONE.
De acuerdo con el estudio, las agujas se crearon a partir de huesos de zorros rojos, gatos monteses, leones de montaña, linces, el ahora extinto guepardo americano y liebres o conejos. “Fue extremadamente sorprendente que estas agujas estuvieran hechas de pequeños carnívoros”, dijo Pelton.
Los científicos llegaron a sus conclusiones extrayendo colágeno de los artefactos y analizando su composición química, concretamente cadenas cortas de aminoácidos conocidas como péptidos, y comparando después esos resultados con los datos de péptidos de animales que se sabe que existieron durante ese período en Norteamérica. Es una técnica conocida como zooarqueología por espectrometría de masas, o ZooMS.
El sitio del mamut de La Prele se descubrió en 1986, y los arqueólogos creen que un grupo de personas prehistóricas mató o descuartizó un mamut joven allí, estableciendo un campamento temporal para procesar su cadáver. Dada la antigüedad del yacimiento y algunos artefactos característicos, es probable que quienes acamparon en La Prele pertenecieran a la cultura Clovis, una de las poblaciones humanas más antiguas de Norteamérica.
Encontrar las diminutas agujas exigió una excavación minuciosa y precisa, explicó Pelton. El equipo identificó las concentraciones de artefactos enterrados excavando múltiples pozos de prueba de un metro cuadrado de tamaño hasta que identificaron concentraciones relativamente densas de artefactos. Excavaciones más grandes, de 25 a 30 metros cuadrados, revelaron los suelos de docenas de viviendas temporales.
Sin embargo, el equipo solo encontró las agujas cuando utilizó una malla fina de 1,6 milímetros para tamizar el sedimento excavado.
“Son relativamente pocos los yacimientos arqueológicos que se excavan con este nivel de precisión, por lo que es posible que se hayan pasado por alto agujas de hueso durante excavaciones anteriores en otros yacimientos”, señaló Pelton.
La gente prehistórica ocupó el sitio hacia el final de la última edad de hielo, y las temperaturas habrían sido de 5 a 7 °C más frías de lo que son hoy, dijo Pelton.
Para sobrevivir a temperaturas tan bajas, los humanos probablemente crearon prendas a medida con costuras estrechamente cosidas para protegerse de los elementos. Sin embargo, la ropa es perecedera y casi invisible en el registro arqueológico de este periodo, salvo por las agujas con las que se fabricaban las prendas.
“Este tipo de clima habría requerido parkas bastante robustas y a medida, como las que fabricaban los inuit históricos”, explica Pelton. “Probablemente habrían incorporado flecos de piel alrededor de las mangas y la capucha, que es por lo que creemos que la gente atrapaba animales como zorros, gatos y liebres en primer lugar”.
Según el estudio, antes de la invención de las agujas, los humanos vestían ropas más holgadas y drapeadas, confeccionadas con herramientas puntiagudas llamadas leznas, que creaban costuras más espaciadas y toscamente perforadas. Las agujas también permitían decorar la ropa, y la cuenta de hueso de liebre más antigua hallada en América se descubrió en el mismo yacimiento.
Para el hilo, los primeros habitantes de Norteamérica utilizaban probablemente el tendón de los tejidos conjuntivos de los grandes mamíferos, según Pelton.
Los zorros y los gatos monteses son difíciles de matar con herramientas de caza tradicionales como las lanzas, por lo que Pelton sospecha que los cazadores de la Edad de Piedra atrapaban a los pequeños carnívoros con trampas, aunque no se han encontrado pruebas directas de captura de animales en yacimientos de esta época en Norteamérica.
Tiene sentido que los primeros humanos utilizaran los pequeños y delgados huesos de las patas de perros, gatos y liebres para fabricar agujas, afirmó Ian Gilligan, asociado honorario en Arqueología de la Universidad de Sydney, Australia. No participó en la investigación, pero es autor de un estudio reciente sobre el desarrollo de agujas con ojos.
“Estos huesos distales de extremidades y patas suelen tener el tamaño y la forma adecuados y necesitan relativamente poco trabajo para convertirlos en agujas, principalmente afilar un extremo y taladrar un agujero en el extremo opuesto”, explicó.
“Otros huesos de estos animales son más gruesos o no tan rectos, y huesos comparables de animales más grandes como el bisonte requerirían más trabajo para convertirlos en agujas”, añadió. “Para los cazadores-recolectores, fabricar agujas para coser ropa a medida es una tarea que requiere mucho tiempo, por lo que cualquier estrategia que haga más eficiente la fabricación de agujas tendrá ventajas de supervivencia”.
Según el estudio, una vez equipados con prendas cálidas y ajustadas, los humanos tenían la capacidad de ampliar su radio de acción a lugares de los que antes estaban excluidos debido a la amenaza de hipotermia o muerte por exposición a la intemperie, lo que convierte a las agujas con ojo en una innovación prehistórica de gran importancia.
No es “ninguna coincidencia” que las agujas se encuentren en los sitios arqueológicos más antiguos de Norteamérica: es probable que el continente estuviera desocupado hasta que los humanos tuvieron la capacidad de confeccionar ropa a medida, señaló Gilligan.
“Independientemente de lo buenos que fueran como cazadores-recolectores, los humanos nunca podrían penetrar en regiones como el norte de Siberia sin ropa sofisticada”, dijo Gilligan.
“Sin agujas, los humanos no podrían atravesar el puente terrestre entre Siberia y Norteamérica, un corredor seco que quedó al descubierto por el bajo nivel del mar a medida que el clima se enfriaba hacia el final de la última glaciación”, añadió.
Gilligan dijo que las agujas descubiertas en el yacimiento de Wyoming son más pequeñas y delicadas, pero por lo demás similares a las agujas más antiguas del mundo, utilizadas en Siberia hace 40.000 años y en el norte de China hace entre 35.000 y 30.000 años.
“En comparación con las prendas sueltas, como capas y mantos, las prendas entalladas ofrecen una mejor protección contra el frío del viento… Las agujas también serían útiles para coser las capas interiores en conjuntos de prendas de varias capas, que proporcionan un aislamiento térmico añadido, el principio de la ropa interior”, dijo.
La investigación se suma a un creciente corpus de investigaciones que sugieren que las estrategias de caza entre los cazadores-recolectores “no siempre consistían en conseguir comida”.
“Algunas de las principales innovaciones y tendencias tecnológicas de la prehistoria humana pueden estar relacionadas con la ropa más que con la comida”, dijo Gilligan, “y la invención de las agujas es quizá solo un ejemplo”.
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