El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, confundió a los miembros del Congreso y dio vuelta el debate sobre el gasto público cuando exigió un aumento prematuro del techo de la deuda bajo “la vigilancia de Biden” en lugar de la suya propia.
El viernes por la noche redobló su llamamiento en una publicación a través de Truth Social, en el que pedía que el “ridículo” techo se ampliara hasta 2029.
En una entrevista con NBC News, Trump también se mostró partidario de abolir por completo el límite de la deuda federal, que actualmente supera los US$ 36 billones.
Son posturas defendidas desde hace tiempo por los liberales y anatema para los conservadores de la vieja escuela, aunque pocos se encuentran en el actual Partido Republicano controlado por Trump. Y hay razones políticas de peso por las que los demócratas podrían no querer seguir adelante con el plan de Trump de eliminar el techo: les proporciona influencia en futuras negociaciones con los republicanos.
En 1917, cuando se estaba financiando la Primera Guerra Mundial con Bonos de la Libertad, el Congreso instituyó un límite al endeudamiento de EE.UU. y el techo de la deuda evolucionó a partir de ahí a medida que la deuda de EE.UU. crecía, crecía y crecía.
Los legisladores deben aprobar proyectos de ley de gasto cada año y, junto con el gasto obligatorio en Medicare y Seguridad Social, casi siempre gastan más de lo que EE.UU. recibe con los ingresos fiscales. Esto es lo que se conoce como déficit.
Esos déficits, que financian guerras, autopistas y muchas otras cosas, se han ido acumulando a lo largo de los últimos cien años hasta el punto de que el gobierno federal ha vendido deuda e intereses por valor de más de US$ 36 billones a sí mismo, a otras instituciones nacionales y a gobiernos extranjeros. El impago de esa deuda dejaría en la estacada a los acreedores del Gobierno, incluido el fondo fiduciario de la Seguridad Social y tal vez su proveedor de 401k, y pondría en peligro la economía estadounidense. No es de extrañar que Trump no quiera tener que enfrentarse a ello.
La publicación en Truth Social fue enviado a la 1:16 a.m., hora de Miami del viernes.
“El Congreso debe deshacerse de, o extender hasta tal vez 2029, el ridículo Techo de Deuda. Sin esto, nunca deberíamos llegar a un acuerdo. Recuerden, la presión recae sobre quienquiera que sea el presidente”, publicó Trump.
Eliminar el techo de deuda sería “lo más inteligente que podría hacer [el Congreso]. Lo apoyaría totalmente”, dijo Trump, según la NBC.
Se trata de una postura sorprendente e inesperada para un presidente republicano electo, ya que a lo largo de la historia reciente, suelen ser los republicanos los que se quejan de las votaciones para autorizar más y más deuda y organizan batallas contra presidentes demócratas para elevar el límite de endeudamiento.
Ahora que estos mismos legisladores republicanos se anticipan al plan de Trump para extender y ampliar los recortes fiscales, parecen estar convenientemente dispuestos a dejar de lado el techo de la deuda “suspendiéndolo” hasta después de las próximas elecciones.
Una suspensión de dos años no recibiría el aplauso de los demócratas, que esperan volver a ser mayoría en la Cámara tras las elecciones de 2026. También es revelador que los legisladores republicanos no respalden el acuerdo de Trump de abolir el techo de deuda. Puedes apostar a que utilizarán la amenaza de impago en el futuro cuando haya un presidente demócrata.
Los legisladores de ambos partidos utilizan el techo de deuda en su beneficio, pero hay mucha gente que piensa que el techo de deuda es una bomba de tiempo que debería desactivarse permanentemente.
“Cada vez que surge este tema, se arregla, pero nunca deberíamos ni siquiera estar tan cerca”, dijo a Reuters el CEO de JPMorgan, Jamie Dimon, en 2021, durante una batalla fiscal anterior. “Simplemente creo que todo esto es un error y un día deberíamos simplemente tener un proyecto de ley bipartidista y deshacernos del techo de deuda. Todo es política”.
“En un sistema político acosado por muchas instituciones estúpidas y destructivas, el límite legal de la deuda federal podría ser la peor”, escribió Josh Bivens, economista jefe del Economic Policy Institute, también en 2021.
“Cuando se alcanza el límite, obliga al Congreso a reafirmar su voluntad de gastar lo que ya está legalmente obligado a gastar”, escribió en 2023 la economista progresista Stephanie Kelton, profesora de la Universidad Sony Brook. Ella apoya la idea de que los déficits y la deuda no deberían alarmar a los estadounidenses.
“Mi opinión sobre el techo de la deuda no depende en absoluto de qué partido está en el poder”, me dijo Kelton en un correo electrónico el jueves, argumentando que a los legisladores demócratas que no estaban de acuerdo cuando ella dijo que Trump tiene razón sobre el techo de la deuda podría gustarles la idea de mantener el techo de la deuda como su propia pieza de apalancamiento en el próximo debate sobre los recortes de impuestos.
Es una opinión minoritaria, pero el profesor de Derecho de Cornell Robert Hockett me explicó en 2023 su teoría de que una ley de 1974 anulaba en realidad la necesidad del límite de deuda. En su opinión, Biden debería haber impugnado el techo de deuda ante los tribunales. Biden no lo hizo.
Este mismo mes, un grupo de 17 demócratas encabezados por el senador Brian Schatz, de Hawái, ha vuelto a presentar un proyecto de ley para derogar permanentemente el techo de la deuda.
Si ha oído hablar de la idea de que el Departamento del Tesoro emita monedas de un billón de dólares, es para hacer frente a la deuda. Otros han argumentado que un presidente podría ejercer autoridad bajo la 14ª Enmienda, que dice que la “validez de la deuda pública, autorizada por la ley… no será cuestionada”.
El punto aquí es que si Trump quisiera realmente deshacerse del techo de la deuda, terminaría luchando contra más republicanos que demócratas.
Los mayores enfrentamientos sobre el techo de deuda se han producido cuando los presidentes demócratas se enfrentaron a mayorías republicanas en el Congreso. En los años 90, el presidente Bill Clinton se enfrentó al presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich. En la década de 2010, fue el presidente Barack Obama contra el presidente de la Cámara John Boehner. En 2023, fue el presidente Joe Biden contra el presidente de la Cámara Kevin McCarthy. Esa sigue siendo actualmente la situación en Washington, pero la Administración Biden no ha aparecido públicamente en este debate en ciernes.
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