Sheinbaum: entre el relato histórico y la realidad de los mexicanos (entrevista a Jorge Volpi)

Nota del editor: Wendy Guerra es escritora cubanofrancesa y colaboradora de CNN en Español. Sus artículos han aparecido en medios de todo el mundo, como El País, The New York Times, el Miami Herald, El Mundo y La Vanguardia. Entre sus obras literarias más destacadas se encuentran “Ropa interior” (2007), “Nunca fui primera dama” (2008), “Posar desnuda en La Habana” (2010) y “Todos se van” (2014). Su trabajo ha sido publicado en 23 idiomas. Los comentarios expresados en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora. Mira más en cnne.com/opinion

(CNN Español) — El 22 de abril de 2019 se cumplieron 500 años del desembarco de una expedición que cambió la historia de México: la llegada de Hernán Cortés a las playas de Chalchiucueyetl-cuecan “arena sobre arena amontonada”, islote ubicado frente a San Juan de Ulúa, territorio que hoy pertenece al estado de Veracruz. Cuatro años más tarde de esta conmemoración, y a propósito de la toma de posesión de la primera presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, salta nuevamente la diatriba entre conquista, descubrimiento, encuentro entre dos culturas, asentamiento o masacre.

Según la presidenta de México, la razón que la llevó a no invitar al jefe de Estado español, el rey Felipe VI, fue la ausencia de respuesta a la carta que el presidente Andrés Manuel López Obrador envió al rey de España en 2019. En aquella oportunidad el hoy expresidente le solicitaba realizar una ceremonia conjunta en la que el Reino de España expresara públicamente “el reconocimiento de los agravios causados” durante la conquista.

Sobre esta tensión entre el relato histórico y los golpes de realidad del pueblo mexicano, conversamos con el connotado intelectual y escritor mexicano Jorge Volpi.

– ¿Cómo podemos leer el gesto preliminar de la nueva presidenta en la necesidad de diálogos establecidos sobre esquemas antropológicos vivos, cruciales para desentrañar la memoria de un país? Y si existe esa necesidad de diálogo, ¿por qué no comenzar con la invitación de la contraparte, el rey de España Felipe VI?

-Todas las identidades, individuales y colectivas, son ficticias. Una de las mayores, heredadas del romanticismo alemán, es la ficción nacionalista que une directamente a una sociedad del presente con una del pasado. La elección de esta es, de manera evidente, ideológica y política. Nada une en la realidad al México del presente con los mexicas que construyeron Tenochtitlan, del mismo modo que nada une a los españoles de hoy con los aventureros comandados por Hernán Cortés, que reconocían lealtad al rey Carlos I de Castilla. El relato de la conquista se complica aún más al saber que los tlaxcaltecas y otros pueblos enemigos de los mexicas, aliados de los castellanos, nunca fueron conquistados y fueron determinantes para la victoria de Cortés. En cualquier caso, la fuerza de las identidades nacionales es tal que ha impulsado a distintos gobiernos del presente a asumir su responsabilidad por actos pretéritos. Este gesto simbólico -otra ficción que produce realidades- es bienvenido cuando el objetivo es eliminar tensiones históricas entre dos países o comunidades. El problema de lo ocurrido entre México y España desde 2019, cuando el entonces presidente López Obrador exigió una disculpa a Felipe VI de España, es que no hubo voluntad, de ninguna de las partes, para llegar a un acuerdo que permitiera aliviar las tensiones. Por el contrario, el gobierno mexicano parecía, y aún parece, decidido a producir tensiones que se convierten en problemas de política interior. Como ha escrito Yásnaya E. Aguilar, la otra ficción política es que tanto AMLO como Sheinbaum hablan por los indígenas presentes sin haberlos consultado, del mismo modo que Felipe VI calla sin tomar en cuenta a todas las comunidades que viven en España. La decisión de no invitar al rey, jefe de Estado conforme a la Constitución española, es un gesto hostil que en nada ayuda a mejorar el diálogo. Ambos países tendrán que hilar muy fino a partir de ahora para aliviar un poco la innecesaria rispidez instalada entre los dirigentes de los dos países.

-Claudia Sheinbaum ha dado a conocer en redes sociales que el emblema de su Gobierno toma el rostro de una mujer indígena llevando entre sus manos la bandera mexicana. Según el comunicado oficial, “los rasgos de esta joven son un reconocimiento a las mujeres de los pueblos originarios”. Más allá del aspecto simbólico, el Gobierno de la nueva mandataria parece tener mucho que hacer en la integración de todas esas culturas. La escritora indígena Yásnaya Elena Aguilar ha expresado en mixe, su lengua natal, una profunda preocupación sobre el tema: “Fue México quien nos quitó nuestras lenguas, el agua de su nombre nos borra y nos silencia”(…) “Nuestras lenguas continúan siendo discriminadas dentro del sistema educativo, dentro del sistema judicial y dentro del sistema de salud. Nuestras lenguas no mueren solas, a nuestras lenguas las matan”.

-Como en el caso anterior, el Gobierno de Claudia Sheinbaum ha querido ofrecer un símbolo -otra ficción- de que la joven con rasgos indígenas visibiliza a los pueblos originarios, al tiempo que puede convertirse en emblema de todos los mexicanos. Por supuesto, no es así: habrá siempre quienes se resistan a verse identificados con ella -el racismo y el clasismo mexicanos aparecen en todas partes-, mientras que, una vez más, nadie consultó a los pueblos originarios sobre este acto de legitimación política. Y, en efecto, han sido los gobiernos mexicanos actuales los responsables de que las comunidades indígenas continúen siendo las más pobres y desfavorecidas en el país y a las que -pese a las reformas constitucionales- se sigue privando, en un lugar donde la ley nunca se aplica, de sus derechos fundamentales.

– ¿Cuáles son los problemas vinculados a la sociedad mexicana que debe resolver con urgencia el gabinete de la presidenta Sheinbaum?

-El mayor es la violencia y la falta de un auténtico Estado de derecho. En México casi todos los delitos que se denuncian quedan impunes: ello significa que no existe ni justicia ni verdad en un país que, desde que Felipe Calderón lanzara la “guerra contra el narco”, acumula miles de muertes y desapariciones. La reciente reforma al Poder Judicial, para colmo, que plantea la elección directa de todos los jueces, no solo no resuelve este problema, sino que lo agrava y le añade otros. Hace falta una reforma integral del sistema de justicia, que implique a las fiscalías, los ministerios públicos y las policías, para cambiar esta situación.

– ¿Dónde se centra el verdadero debate y el esclarecimiento de los hechos históricos recientes? ¿A quién deben exigir los ciudadanos mexicanos una investigación a fondo de casos como la desaparición forzada de los estudiantes de Ayotzinapa, o la de periodistas mexicanos, mujeres y hombres, asesinados cuando se encontraban en función de investigar y relatar la realidad del país?

-La consigna popular sobre la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa es “fue el Estado”. Y es correcta: todas las fuerzas de seguridad del Estado, incluyendo al Ejército, son responsables o cómplices directos de las desapariciones forzadas y los asesinatos de estos jóvenes, que se han convertido en el emblema de tantas y tantas víctimas. Dos gobiernos han fracasado en su esfuerzo por esclarecer los hechos por la misma razón: proteger a toda costa a los militares. Ojalá el gobierno de Sheinbaum al fin opte por llegar a la verdad sin importar las consecuencias.

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