(CNN) — Después de pasar varios años construyendo una vida que amaba en San Francisco, Jason Bennett, originario del Área de la Bahía, tenía toda la intención de quedarse en la ciudad californiana para siempre.
El alto ejecutivo de marketing, que anteriormente trabajó para Gap Inc., dice que su principal objetivo era “seguir subiendo la escalera corporativa” y que realmente no podía imaginarse estar en ningún otro lugar.
Pero en 2018, Bennett hizo las maletas y se mudó a Colombia de forma permanente después de “enamorarse perdidamente” de Medellín.
Ahora trabaja por cuenta propia dirigiendo dos empresas desde su “hogar adoptivo”.
“La vida te sorprende”, le dijo Bennett a CNN Travel.
Entonces, ¿cómo terminó abandonando EE.UU. y mudándose a un destino que ni siquiera había visitado hasta dos años antes?
Una gran decisión
Bennett posa con su mamá durante una de las visitas de su familia a Medellín. (Cortesía de Jason Bennett)
Bennett, que se mudó a San Francisco en 2006, explica que había empezado a sentirse desconectado de su trabajo y de la ciudad, y se preguntaba si realmente quería pasar el resto de su vida “en una oficina trabajando para otras personas”.
“No lo llamaría una crisis existencial, pero lo que tenía en mi cuenta bancaria me producía mucha menos satisfacción”, afirma.
“Y me estaba frustrando mucho con San Francisco y esas cosas ya no me cuadraban”.
Después de casi una década en la ciudad, Bennett, que dice que había estado “ahorrando religiosamente” durante años, había podido viajar a destinos tan lejanos como Líbano, India, Estonia y Argentina para ver a artistas musicales con sus amigos, y su perspectiva de la vida estaba cambiando.
“Sentía optimismo y positividad en el aire de esas ciudades que, francamente, descubrí que faltaban cuando volvía”, afirma.
“Y empezó a crearse en mi mente una especie de detonante y un pensamiento: ‘Quizás haya algo más allá’”
Desilusionado por la vida que creía que quería, Bennett renunció a su trabajo y fundó su propia empresa de marketing, True Star Consulting, en 2015.
“En algún momento de la vida hay que dar un salto para saber si se puede o no”, afirma.
Bennett también decidió tomarse un descanso de EE. UU. y pasar unos meses viajando por el mundo mientras trabajaba de forma remota.
Más tarde ese año visitó Lisboa, Portugal, antes de mudarse a Cartagena, Colombia.
“Después de una semana, supe que nunca volvería a mi antigua vida”, admite. “Pero no pensé que alguna vez me establecería permanentemente en otro lugar”.
Si bien Cartagena no lo cautivó tanto, Bennett sintió que algo cambió dentro de él en abril de 2016 cuando llegó a Medellín, apodada la Ciudad de la Eterna Primavera.
“Había una energía que nunca había sentido antes”, dice. “La comida y el clima eran increíbles, el metro asombrosamente prístino”.
Planeó otra visita y descubrió que experimentó la misma oleada de energía cuando regresó en 2018.
“Pero sobre todo, me sentí especialmente atraído e inspirado por la gente alegre y amigable, que me pareció completamente extraordinaria dado lo que habían pasado”.
Al dejar Medellín para continuar sus viajes, Bennett se sintió abrumado por una sensación de tristeza y nostalgia.
“Fue entonces cuando comencé a decir: ‘¿Realmente necesitas irte?’” dice Bennett. Al mismo tiempo, se dio cuenta de que regresaba a San Francisco principalmente porque sentía que eso era lo que se esperaba de él.
“Bueno, ya no quiero hacer eso”, pensó. “Y mis niveles de felicidad están por las nubes cuando estoy en Medellín”.
Finalmente, Bennett decidió “cortar lazos” con su vida en San Francisco y vendió su apartamento de una habitación allí y compró una propiedad de dos habitaciones en el barrio de Castropol, en el distrito El Poblado de Medellín.
“La suerte o el karma quiso que acepté una oferta por mi apartamento en San Francisco el mismo fin de semana en que aceptaron mi oferta por mi apartamento en Medellín”, dice antes de explicar que posteriormente tuvo “45 días para relajar” su vida en EE.UU.
Según Bennett, su nuevo apartamento era “aproximadamente un 80% más barato por pie cuadrado” que su morada en California en ese momento.
Después de vender sus muebles, enviar algunas de sus pertenencias a Colombia vía Miami y llenar dos maletas con ropa, algunos artefactos y su adorada cafetera, Bennett se dispuso a comenzar su nueva vida en enero de 2018.
“Realmente recuerdo haber dado vuelta y cerrado esa puerta”, recuerda. “Y emocionalmente estaba resuelto. No había tiempo para pensar: ‘¿Es esto lo correcto?’”
Hogar adoptivo
Bennett, en la foto con su hermana Jen, dice que se siente mucho más saludable desde que se mudó a Colombia. (Cortesía de Jason Bennett)
Bennett dice que inmediatamente se sintió como en casa en Medellín y recuerda cómo la “calidez y amabilidad” de su gente lo atrajeron.
“Siempre me he sentido atraído por la gente colombiana”, dice. “Y específicamente por los de Medellín. Para cualquiera que no haya estado aquí, la calidez y amabilidad son increíbles”.
Bennett dice que le impresionó especialmente hasta qué punto los lugareños estaban dispuestos a ayudar a los demás.
“Es mucho más notable teniendo en cuenta que esta ciudad hace 20 o 30 años era tan temida por tanta gente”, dice, reflexionando sobre el pasado controvertido de Medellín.
La ciudad, la segunda más grande de Colombia, fue una vez el hogar del Cártel de Medellín que, liderado por el capo de la droga Pablo Escobar, aterrorizó al país durante décadas. Como resultado, Medellín fue sinónimo de cocaína y asesinato hasta principios de la década de 2000.
“Han elegido crear una cultura y una comunidad de amor, respeto y conectividad, en lugar de una de odio, división y rabia”, agrega Bennett.
Aunque Colombia tiene una larga relación con las drogas y las pandillas, la tasa de homicidios del país se redujo en un 82 % entre 1993 y 2018 y las tasas de criminalidad en Medellín han disminuido significativamente con el paso de los años.
“Me siento más seguro aquí que en Estados Unidos, sin lugar a dudas”, dice Bennett, y agrega que una de las mejores cosas de vivir en Medellín es la calidad de vida.
“El agua potable es fenomenal”, comentá. “Tenemos nuestro propio sistema de embalse… La comida es increíble. Podemos cultivar cualquier cosa todo el tiempo. Las frutas frescas. Es un estilo de vida muy saludable.
“El nivel de café, por supuesto, está fuera de control. Y la cantidad de parques, puedo llevarte a 10 parques diferentes que me encantan”.
También elogia el sistema de atención médica del país: la Organización Mundial de la Salud clasificó a Colombia en el puesto número 22 en un análisis de 191 países y lo describe como “fenomenal”.
“La atención médica es un derecho constitucional aquí”, dice. “Y hay un sistema público que está disponible para todos”.
Bennett, que paga alrededor de US$ 2.000 al año por un plan médico privado, dice que ha podido construir una relación personal con sus médicos en Medellín.
“He tenido acceso a los mejores médicos que he tenido en toda mi vida”, dice.
“No es que mis médicos en Estados Unidos no fueran buenos, pero (aquí) me siento con mi médico durante una hora. Hablamos de la vida.
“Te sentías como si fueras un número más y te llevan deprisa y corriendo en Estados Unidos”.
Bennett también es un gran admirador del sistema de metro de la ciudad que se inauguró en 1995.
“Comenzaron a construir esta red durante lo peor de la violencia y llegó a ser vista como un símbolo de esperanza para la ciudad”, dice.
“Así que es el metro más limpio y respetado que jamás hayas visto en tu vida, a excepción, tal vez, del de Japón”.
Diferencias culturales
“Quiero quedarme aquí el resto de mi vida. Es un reflejo de quién soy ahora”, dice Bennett. (Cortesía de Jason Bennett)
Aunque claramente le encanta estar en Medellín, hay algunos aspectos de la vida en Estados Unidos que extraña.
Para Bennett, el “nivel de franqueza” de la gente es probablemente lo más importante.
“La cultura (colombiana) es tan amable que no les gusta decir ‘no’” dice. “Así que haces preguntas y a menudo no obtienes una respuesta directa.
“Uno dice: ‘Vamos, puedes decirme cómo es. No me voy a enojar contigo’”.
Continúa explicando que encuentra que los colombianos son más relajados en general y que “la gente no actúa con el sentido de urgencia que se puede tener en Estados Unidos.
“Echo de menos eso”, admite. “Pero en general, estoy rodeado de gente mucho más feliz. Así que siento que es un sacrificio que vale la pena”.
Bennett señala que puede llevar un tiempo que los recién llegados descubran cómo obtener servicios importantes como cuentas bancarias y servicios de energía en el país.
“Lleva tiempo”, señala. “No es tan rápido como en Estados Unidos. No es tan rápido como a lo que uno podría estar acostumbrado. Hay pasos que hay que dar y hay que ser persistente”.
En cuanto a la asequibilidad, si bien Bennett señala que “la inflación ha elevado los precios de bastantes cosas en comparación con lo que eran antes”, aún considera que Medellín tiene una relación calidad-precio increíble.
“Se pueden conseguir comidas excelentes por menos de US$ 10, Uber no es caro y el mejor café del mundo cuesta menos de US$ 2 la taza”, añade.
Después de seis años, Bennett está completamente inmerso en la experiencia de Medellín y la ciudad se siente muy parecida a su hogar.
Todavía no habla español con fluidez, pero después de estudiar el idioma durante cinco años, Bennett dice que su confianza está creciendo y es capaz de mantener conversaciones con bastante comodidad.
“Como huésped mi deber es aprender el idioma”, afirma. “Lo que más me molesta de algunos expatriados es que no aprenden nada de español”.
Aunque tiene algunos amigos en la ciudad que son compatriotas estadounidenses, Bennett dice que intenta evitar juntarse con “grupos de expatriados” y prefiere pasar tiempo con los locales.
En 2022, Bennett lanzó una empresa de turismo, The Vegan Paisa, ahora conocida como The Paisa Plan, con el objetivo de ayudar a otros a descubrir la “magia de Medellín”.
“El nombre se inspiró en el apodo (Paisa) para los nacidos en Medellín”, agrega.
Bennett actualmente tiene una visa de residencia que renueva cada cinco años, pero planea solicitar la ciudadanía colombiana en el futuro.
“Quiero estar aquí por el resto de mi vida. Es un reflejo de quién soy ahora”, dice. “Los valores que representa Medellín son los mismos valores que yo defiendo”.
Sin embargo, enfatiza que no tiene planes de renunciar a su ciudadanía estadounidense.
“Pago impuestos con gusto al gobierno estatal de EE.UU.”, dice. “Y nunca quiero que parezca que estoy haciendo sombra a San Francisco o a Estados Unidos en general.
“Pero siento un profundo cambio de energía cuando vuelvo a visitar a mi familia y veo un país con abundancia y con recursos que son el sueño de tantos.
“Y (piense) ¿cómo se derivó en peleas constantes, conspiraciones electorales, la atención médica no siendo un derecho, los derechos de las mujeres eliminador y armas por todas partes?
“Simplemente rompieron todos los contratos que usted como ciudadano espera de su país”.
Bennett regresó a EE.UU. en mayo. Sus dos padres han viajado a Colombia para visitarlo junto con su hermana Jen en los últimos años.
“Una de las cosas más lindas que dijo mi madre fue cómo se sintió segura entre multitudes por primera vez en mucho tiempo”, dice Bennett.
Si bien no ha podido explorar gran parte del resto del país, además de las visitas a Bogotá, Cali y Cartagena, espera rectificar esto pronto.
“Sin duda, tengo mucho más que ver en el país”, añade, admitiendo que echa de menos Colombia cada vez que viaja a otro lugar.
Bennett reconoce que muchas de las decisiones que ha tomado con respecto a su carrera y el destino en el que vive han sido más fáciles debido al hecho de que es soltero y no tiene dependientes.
“Nunca he querido casarme”, dice. “No tengo hijos. Mi tiempo es mi tiempo. Me doy cuenta de que esa no es la realidad para mucha gente.
“He diseñado mi vida de esa manera… Decidí que quería tener esa libertad de tiempo y ubicación y todo eso”.
Aconseja a quienes estén pensando en hacer una mudanza similar que dediquen algún tiempo a trabajar en ello y a elaborar una estrategia.
“Tienes que tener un plan a largo plazo”, asegura.
Desde que decidió mudarse a Colombia, Bennett ha notado un cambio considerable en su bienestar general y dice que no podría estar más feliz con cómo han resultado las cosas.
“A medida que me acerco a los 40, mis niveles de estrés han disminuido enormemente”, dice Bennett.
“Puedo sentir esa energía y esa vibra y absorberla. Me ayuda a tener una salud mucho mejor física y mental, ya que sigo considerando a Medellín mi hogar”.
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