¿Qué fueron las políticas de perestroika y glasnost de Gorbachov y qué consecuencias tuvieron?

(CNN Español) — Para un hombre que durante seis años dirigió el destino de la Unión Soviética, es llamativo que su legado, influencia y estatus se haya consolidado especialmente del otro lado de la Cortina de Hierro y en el Occidente capitalista.

Mijaíl Gorbachov, fallecido a los 91 años, asumió como secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la URSS, el cargo máximo en el sistema político soviético, en marzo de 1985, y desde ese momento encaró una política de apertura y modernización que desencadenó —involuntariamente— el colapso de todo el bloque.

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El 25 de diciembre de 1991 la URSS se disolvió, dando paso a la Federación Rusa y más de una docena de nuevas repúblicas independientes, entre ellas Ucrania, Belarús y Kazajistán.

En el centro de este proceso estuvieron las políticas de perestroika (reestructuración) y glasnost (apertura) encaradas por Gorbachov.

¿Qué fueron exactamente y cuáles fueron sus consecuencias?

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Un contexto difícil

Cuando Gorbachov asumió el liderazgo de la URSS, heredó una difícil situación. La economía del país estaba estancada desde hacía casi una década, la guerra en Afganistán iba mal (las tropas soviéticas se irían recién en 1989) y Estados Unidos, su principal rival global en medio de la Guerra Fría, transcurría un período de crecimiento y auge tras sus propias turbulencias en la década de 1970, y ejerciendo una mayor asertividad precisamente frente a la URSS.

Gorbachov, quien se había hecho fama como enemigo de la corrupción y la ineficiencia, dos problemas que aquejaron siempre a la URSS, decidió encarar un proceso de reforma económica y de apertura política para salir de la crisis, al tiempo que tendía puentes con Estados Unidos y su presidente, Ronald Reagan.

Durante el 27° Congreso del Partido Comunista de comienzos de 1986, Gorbachov mencionó por primera vez las palabras perestroika y glasnost, junto con uskoreniye (aceleración), otro concepto asociado a este período, durante su discurso delineando el futuro de la URSS.

“Empecé estas reformas y mis estrellas guía fueron la libertad y la democracia, sin derramamiento de sangre. Así el pueblo dejaría de ser un rebaño dirigido por un pastor. Se convertirían en ciudadanos”, dijo más tarde en su vida.

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Perestroika

La política de perestroika se basaba en la descentralización de los controles económicos y la promoción del autofinanciamiento de las empresas estatales, y en ese marco preveía delegar poder desde la autoridad central a las autoridades locales.

Tal reestructuración y redistribución de poder fue muy resistida, sin embargo, por la burocracia misma del Estado soviético y los alcances reales de la perestroika son discutidos.

Para el historiador inglés Eric Hobsbawm, las reformas de la perestroika apenas se esbozaron durante el gobierno de Gorbachov y se basaban en dos medidas limitadas: legalizar las pequeñas empresas privadas y dejar quebrar a las empresas estatales con pérdidas permanentes. No se avanzó, sin embargo, en una reforma general del sistema comunista soviético.

Glasnost

Con la política de glasnost Gorbachov intentó aliviar las tensiones políticas internas y abrir las puertas a una democratización: se permitió la crítica de funcionarios de gobierno y una mayor libertad para diseminar información, y se le restó poder al Partido Comunista, el único legal dentro del sistema soviético.

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Esta política tuvo un impacto mucho mayor que la perestroika, en tanto a que era mucho más específica en su intento de introducir un estado democrático basado en la ley y con libertades civiles aseguradas, es decir diametralmente opuesto al estado soviético, señala Hobsbawm.

Así, sacudió a la URSS en los más profundo, según el historiador británico: “Lo único que hacía funcionar al sistema soviético, y que concebiblemente podía transformarlo, era la estructura de mando de estado heredada de la etapa estalinista. Pero la estructura del partido-estado era, al mismo tiempo, el mayor obstáculo para transformar el sistema que lo había creado, al que se había ajustado, en el que tenía muchos intereses creados”.

Y una de sus consecuencias inesperadas fue impulsar el nacionalismo dentro de la URSS: la glasnost creó llamados cada vez más fuertes a la independencia de los países bálticos y otras repúblicas soviéticas a fines de la década de 1980.

Consecuencias en la URSS y más allá

Mientras se implementaban estas políticas englobadas en el término perestroika, Gorbachov mantuvo varias reuniones con Reagan, cimentando su imagen de apertura al mundo: en 1987 ambos líderes firmaron el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF) para el control y reducción de armas nucleares, y en 1989 el líder soviético anunció el retiro de las tropas en Afganistán.

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Esta mayor apertura política tanto en política exterior como interna fue aprovechada en primera instancia por los países de Europa del Este que no pertenecían a la URSS pero sí estaban dentro de su esfera de influencia y su control.

En 1988 Hungría abrió sus fronteras con Austria, la primera fisura en la Cortina de Hierro, y los europeos del este comenzaron a cruzarla. En 1989 los alemanes del este y oeste derrumbaron el muro de Berlín, dando inicio al proceso de reunificación.

Con o sin comunismo, estos países buscaban desde hacía décadas una mayor independencia de Moscú, y la reacción en cadena posterior llevó a la desintegración de la URSS. Y aunque en muchos casos el proceso de independencia se dio pacíficamente, en otros, especialmente en aquellos países que eran parte de la URSS, se dio con violencia: Gorbachov envió al ejército a aplastar los intentos de secesión en Lituania y Azerbaijan, entre otros.

La tensión interna fue tal que en agosto de 1991 los miembros del ejército y el Partido Comunista que rechazaban la perestroika y la glasnost organizaron una revuelta, que fue sofocada.

El 25 de diciembre de 1991 Gorbachov renunció como presidente de la URSS, y Boris Yeltsin asumió como primer presidente de la Federación Rusa.

Con información de Stephen Collinson, Tim Lister, Susannah Cullinane, Laura Smith-Spark

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