Son dos Gobiernos ideológicamente opuestos, con presidentes explosivos que pocas veces miden el alcance de sus declaraciones. Y en esas circunstancias solo es necesaria una pequeña chispa para que estalle una crisis. Gustavo Petro, exmiembro de la guerrilla del M-19 y primer presidente de izquierda en Colombia. Donald Trump, republicano y en su segundo mandato en Estados Unidos. En orillas muy distintas, pero muy parecidos a la hora de expresar sus polémicas opiniones, utilizar las redes sociales, escoger batallas políticas, enfrentar a sus contradictores y defender sus iniciativas legislativas.
El 26 de enero surgió la primera crisis tras la negativa de Petro a recibir aviones con inmigrantes procedentes de Estados Unidos que, según argumentó, no eran deportados en condiciones dignas. El mandatario colombiano dijo que las autoridades de ese país no podían tratar a los migrantes colombianos como criminales al traerlos esposados.
Esa postura causó la reacción inmediata de Washington que amenazó con subir los aranceles a los productos colombianos entre un 20 % y un 50% de manera gradual hasta que se admitieran los aviones con deportados. Los servicios consulares fueron suspendidos provisionalmente en la embajada en Bogotá y miles de ciudadanos fueron afectados por el cierre de servicios de expedición de visas. Tras intensas negociaciones diplomáticas la crisis fue superada, Colombia aceptó la deportación de sus nacionales desde Estados Unidos en aviones militares de la Fuerza Aérea Colombiana y las relaciones volvieron a un cauce de entendimiento y colaboración.
Ambos presidentes reclamaron como victoria la superación del impasse y pasaron la página, que, sin embargo, dejó en evidencia que, en adelante, las relaciones bilaterales no serían nada fáciles.
Y así ocurrió este jueves cuando el Departamento de Estado, por medio de un comunicado, anunció el llamado a consultas del encargado de negocios y embajador interino John McNamara por lo que llamó “declaraciones infundadas y reprobables de los más altos niveles del Gobierno de Colombia”. Ante la decisión, el presidente Gustavo Petro respondió con una medida equivalente y llamó a consultas a Daniel García Peña, embajador en Washington.
Una nueva crisis diplomática que tiene sus orígenes en unos audios publicados el domingo por el diario español El País en donde se escucha a la excanciller del Gobierno Petro, Álvaro Leyva, hablar con un interlocutor no identificado hablando de un supuesto complot para derrocar al mandatario.
Según Petro, el presunto plan de Leyva era una retaliación por su salida del gobierno. “Durante meses he sido víctima de la injuria del señor Leyva, y quise simplemente responder a lo que consideraba un acto de venganza bárbaro, canalla, de alguien que simplemente había ayudado de corazón”, dijo Petro en X.
En una entrevista con CNN el pasado 11 de junio el mandatario colombiano expresó: “Él está en una táctica por una denuncia que se ha hecho, no por mí sino por otras partes. Yo escuché, y le hice escuchar a la fiscal general de la nación, una grabación en la propia voz de Leyva donde habla con sus contactos, no te voy a mencionar los nombres hasta que empiece esa investigación, pero en esos contactos está diciendo que se trata de un acuerdo nacional en voz de Leyva para derrocar al presidente, que es un golpe de Estado”.
“Y las personas que él menciona, cosa que no puedo decir que sea cierta o no, son líderes gremiales colombianos, dirigentes políticos de la extrema derecha colombiana y un dirigente de la extrema derecha de los Estados Unidos”, concluyó Petro.
Lo complicado de este nuevo impasse diplomático es que la canciller Laura Sarabia por diferencias con el Gobierno por la manera en que se va a cambiar un contrato vigente para la expedición de pasaportes. Petro aceptó la renuncia de la que era una de sus funcionarias más cercanas desde la campaña presidencial que lo llevó a ganar las elecciones en 2022. El secretario de Estado, Marco Rubio, advirtió mediante un comunicado que Washington también buscará “otras medidas para dejar en claro nuestra profunda preocupación con el estado actual de nuestra situación bilateral”.
Varios sectores políticos, económicos y de opinión han pedido mesura y superar esta crisis por medios diplomáticos para evitar que vaya a tener consecuencias que afecten de manera grave al país. “La relación de Estados Unidos y Colombia es absolutamente fundamental para nuestra sociedad. Por esta razón, hacemos un llamado enfático para que se traten las relaciones comerciales con la mayor responsabilidad, entendiendo que si se debilitan o se deterioran los mas afectados van a ser los colombianos”, manifestó en un comunicado este viernes la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia, ANDI.
Estados Unidos es el principal socio económico de Colombia y a su vez el país sudamericano es el principal aliado estratégico de Washington en la región en materia de lucha contra las drogas y el terrorismo. “No podemos permitir que las tensiones diplomáticas escalen al punto de afectar la vida cotidiana de millones de colombianos y colombianas que, en ambos países, dependen de una relación que va más allá de los gobiernos, los Estados y sus ciclos políticos. El momento exige cabeza fría”, escribió en su cuenta oficial en X el excanciller y exembajador en Estados Unidos Luis Gilberto Murillo, quien enfatizó en que esta es una de las crisis diplomáticas “más delicadas que ha enfrentado Colombia en los últimos años, y debe ser abordada con altura y responsabilidad”.
Entre tanto, el presidente Gustavo Petro dijo: “No me arrodillo ni me dejo presionar”, refiriéndose a la crisis diplomática con el gobierno de Donald Trump.
Es sin duda una declaración que podría complicar aún más la interlocución con Washington.
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