Los cocineros de la Casa Blanca preparaban este viernes en el Ala Oeste platos de pollo al romero, puré de raíz de apio y col rizada cuando se oyeron voces elevadas procedentes del Despacho Oval.
Dentro, se estaba desarrollando una escena extraordinaria. El presidente Donald Trump y el vicepresidente J. D. Vance habían empezado a reñir a su invitado, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, en una implosión pública hasta ahora nunca vista de una relación mundial clave.
Para los partidarios de Ucrania, el momento fue desastroso: todo lo que podía haber salido mal en una reunión entre dos líderes testarudos salió mal en 10 minutos.
Sin embargo, a pesar de la conmoción, no fue un resultado imprevisto. De hecho, en los prolegómenos de las conversaciones –que debían culminar con la firma de un nuevo acuerdo sobre minerales de tierras raras– muchos aliados de ambos hombres se preguntaban en voz baja si su dinámica, ya de por sí combustible, acabaría en triunfo o en catástrofe.
Se hicieron esfuerzos para preparar a Zelensky para una reunión fructífera con Trump, famoso por ser susceptible a los halagos y muy sensible a cómo se le trata. Se advirtió al presidente ucraniano de que se centrara directamente en el acuerdo sobre los minerales y evitara verse envuelto en una pelea.
“Esta mañana le he dicho: ‘No muerdas el anzuelo. No dejes que los medios ni nadie te meta en una discusión con el presidente Trump. Lo que está haciendo hoy es restablecer la relación’”, dijo el senador Lindsey Graham, que estaba entre un grupo de senadores republicanos y demócratas que se reunieron con Zelensky antes de que llegara a la Casa Blanca.
Otros líderes europeos que habían pasado por el edificio esta semana ofrecieron a Zelensky su propia orientación, incluido el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que ha encontrado el éxito en un acercamiento a Trump que equilibra la adulación con el rechazo.
Otros, incluidos algunos funcionarios estadounidenses, trataron de disuadir a Zelensky de hacer el viaje a Washington, creyendo que aún era necesario trabajar para fortalecer lo que ya se había convertido en una relación hostil.
Sin embargo, cuando Zelensky entró en la Casa Blanca este viernes, pocos podían predecir lo explosivos que serían los 139 minutos que siguieron, aunque algunos detectaron los primeros indicios de problemas.
Al bajarse de su vehículo todoterreno negro, vestido con el que se ha convertido en su uniforme habitual (camisa y pantalones militares), Zelensky no aparentaba tensión alguna con Trump, que había recorrido los pasillos del ala oeste para saludarle.
Pero algunos funcionarios estadounidenses que observaban desde lejos vieron un problema: el atuendo de Zelensky.
“Oh, vas muy elegante”, dijo Trump con aire sarcástico al saludar a Zelensky y estrecharle la mano.
Antes de que la reunión en el Despacho Oval se convirtiera en una pelea a gritos, Zelensky fue preguntado por un periodista de un medio de comunicación de derechas –elegido por la Casa Blanca para estar en la sala durante las conversaciones– por qué no llevaba traje en el más alto despacho de Estados Unidos.
“Me pondré un traje cuando acabe esta guerra, sí”, dijo Zelensky, respondiendo en inglés. “Quizá algo como el tuyo, sí, quizá algo mejor. No lo sé, ya veremos. Quizá algo más barato. Gracias”.
Quizás aprendiendo la lección del desfile de líderes extranjeros que le habían precedido en la Casa Blanca durante el último mes, Zelensky no llegó con las manos vacías. Trajo consigo el cinturón de la UFC que ganó el boxeador ucraniano Oleksandr Usyk el año pasado.
El vistoso cinturón dorado, que estaba apoyado en una de las mesas mientras los dos hombres empezaban a hablar, no se mencionó durante las conversaciones, brillando bajo las luces.
Durante los primeros 40 minutos de conversación, Trump no mostró rencor hacia Zelensky, sino que habló del acuerdo sobre minerales que tenían previsto firmar ese mismo día.
De hecho, arriba, en la sala este, se había preparado una larga mesa de madera para la ceremonia de la firma, con cuatro sillas preparadas para los signatarios.
Pero no fue así.
Uniéndose a la conversación después de permanecer casi siempre en silencio, Vance intervino –“un momento; quiero responder a esto”–, para defender los esfuerzos de Trump por poner fin al conflicto.
“El camino hacia la paz y la prosperidad quizá sea la diplomacia”, dijo, dirigiendo sus comentarios a Zelensky.
Ahí es donde todo se torció.
Zelensky, poco acostumbrado a las reprimendas públicas después de tres años de apoyo incondicional de Occidente, expuso con indignación los altos el fuego que Rusia había roto en el pasado.
“¿De qué tipo de diplomacia, J. D., estás hablando? ¿Qué… qué tienes… qué… qué quieres decir?”, preguntó incrédulo.
“Estoy hablando del tipo de diplomacia que va a acabar con la destrucción de tu país”, respondió Vance desde su lugar en el sofá junto a Trump.
A partir de ahí, la cosa fue a más.
“Creo que es una falta de respeto que vengas al Despacho Oval a intentar litigar sobre esto delante de los medios de comunicación estadounidenses”, dijo Vance en una dura reprimenda. “Debería dar las gracias al presidente por intentar poner fin a este conflicto”.
Cuando Zelensky intentó –algo sin éxito– intervenir, Trump estalló en cólera.
“No tienes las cartas en este momento”, bramó, pasando por encima de Zelensky cuando objetó.
“Están jugando con la vida de millones de personas”, gritó. “Te estás jugando la Tercera Guerra Mundial”.
Unos minutos después, Trump despidió a los medios de comunicación de la sala.
“Esto va a ser una gran televisión, lo aseguro”, dijo mientras los periodistas salían.
Una nerviosa delegación ucraniana –incluida la embajadora de Ucrania en Washington, Oksana Markarova, que dejó de tomar notas durante la reunión y se limitó a apoyar la cabeza entre las manos– abandonó el Despacho Oval para reagruparse en el Salón Roosevelt, al final del pasillo.
Acurrucado con sus propios asesores clave para evaluar la situación, entre ellos Vance, el secretario de Estado Marco Rubio y el secretario del Tesoro Scott Bessent, Trump se enfureció, diciendo que se sentía faltado al respeto por el tono de Zelensky.
“Zelensky lo interpretó tan mal como podía interpretarlo. Entró en el Despacho Oval actuando como un tipo duro. No estuvo bien. Todos en la sala se sintieron insultados”, dijo un funcionario estadounidense. “Ahora Zelensky tendrá que encontrar la manera de arreglar esto por sí mismo. No podemos arreglarlo por él”.
Al final, el presidente decidió que Zelensky “no estaba en condiciones de negociar”, dijo un funcionario de la Casa Blanca. Ordenó a Rubio y al asesor de seguridad nacional Mike Waltz que transmitieran el mensaje a los ucranianos que esperaban cerca: era hora de que Zelensky se fuera.
Los ucranianos protestaron, diciendo que querían continuar las conversaciones, dijo el funcionario de la Casa Blanca. Pero la petición fue rechazada.
Mientras los platos de ensalada, pollo y crème brûlée previstos para el almuerzo se quedaban sin comer en los carritos de un pasillo frente al despacho de la secretaria de Prensa, se ordenó a los ucranianos que se marcharan.
El surrealista día de diplomacia rota se desarrolló en menos de tres horas.
La comitiva de Zelensky abandonó las puertas de la Casa Blanca a la 1:42 p.m. hora local, sin fanfarria ni despedida. Fue conducido a poca distancia del hotel Hay Adams, donde se alojaban él y sus asesores.
Menos de una hora después, envió un mensaje en las redes sociales expresando su gratitud a sus anfitriones: “Gracias Estados Unidos, gracias por su apoyo, gracias por esta visita”. Y añadió: “Ucrania necesita una paz justa y duradera y estamos trabajando exactamente para eso”.
Para entonces, una Casa Blanca que había empezado el día buscando llegar a un acuerdo con Ucrania había cambiado repentinamente de rumbo y buscaba convertir el revuelo diplomático en un momento de fortaleza lanzando una extraordinaria ofensiva de relaciones públicas.
“El presidente Trump y el vicepresidente Vance están defendiendo a los estadounidenses”, dijo la Casa Blanca en el primero de varios comunicados este viernes por la tarde. Pocas horas después, llegó otro mensaje con palabras de apoyo de miembros del gabinete Trump.
“Amén, señor presidente”, dijo el secretario de Defensa, Pete Hegseth.
Graham, un estrecho aliado de Trump que se había reunido con Zelensky a primera hora del día, se dirigió a las cámaras fuera del ala oeste. Pidió a Zelensky que se disculpara o considerara la posibilidad de dimitir.
“Nunca he estado más orgulloso del presidente”, dijo Graham.
Mientras, en el interior de la sala este de la Casa Blanca se desmontaba el montaje para una rueda de prensa de Trump y Zelensky. Una gran mesa para que los dos líderes firmaran el acuerdo, con un telón de fondo de tres banderas ucranianas y tres estadounidenses, fue apartada.
Durante las horas siguientes, Trump trabajó en el ala oeste con su personal. Se le vio en el Despacho Oval con Susie Wiles, la secretaria general de la Casa Blanca, y otros asesores antes de que saliera para abandonar la Casa Blanca durante el fin de semana.
El Marine One estaba esperando, pero Trump se detuvo para hablar una vez más, tratando de poner su sello en el notable giro de los acontecimientos del día.
“Está buscando seguir adelante y luchar, luchar, luchar”, dijo Trump a los periodistas en el jardín sur. “Estamos buscando acabar con la muerte”.
Preguntado sobre si quería que Zelensky dimitiera, Trump declinó responder directamente, limitándose a decir: “Quiero a alguien que haga las paces”.
Un día de torbellino en Washington llegó a su fin cuando Trump abordó el Air Force One y voló a su resort Mar-a-Lago para pasar el fin de semana. Poco después del despegue, Zelensky apareció en Fox News, para una entrevista que Trump vio en el avión presidencial.
Zelensky dijo que no creía deber una disculpa a Trump por los fogosos arrebatos en el Despacho Oval, pero lamentó que todo se desarrollara en televisión para que el mundo lo viera. “Creo que no estuvo bien”, dijo Zelenksy a Bret Baier, de Fox News. “Creo que no fue bueno”.
Pero dijo que cree que su relación con Trump y Estados Unidos sobrevivirá.
“Su gente ayudó a salvar a nuestra gente”, dijo Zelensky. “Estamos muy, muy agradecidos”.
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