¿Dimitirá el papa Francisco? Los expertos lo ven improbable, pero el pontífice suele dar sorpresas

Cuando Benedicto XVI se convirtió en el primer papa en dimitir en 600 años, la Iglesia católica se conmocionó. Ahora, tras dos semanas en el hospital luchando contra una neumonía, en el Vaticano se especula con la posibilidad de que su sucesor, el papa Francisco, haga lo mismo.

“Creo que las únicas circunstancias en las que él (Francisco) consideraría la renuncia, como ha dicho, sería si tuviera una enfermedad degenerativa o debilitante a largo plazo que le impidiera llevar a cabo plenamente el ministerio papal”, dijo a CNN Austen Ivereigh, biógrafo papal.

El papa fue conectado a un respirador artificial este viernes, tras sufrir un repentina crisis de dificultad respiratoria, según informó el Vaticano. El episodio se complicó con vómitos, algunos de los cuales el papa aspiró, añadió. Una fuente vaticana dijo este viernes que las próximas 24-48 horas determinarán si el estado general del papa se ha deteriorado. Este sábado por la mañana, se dijo que Francisco estaba descansando, después de lo que el Vaticano definió como una noche tranquila.

Renunciar al papado no es como dejar de ser presidente de una empresa o consejero delegado de una gran corporación. No hay límites de mandato, no hay consejo de administración, y se considera un trabajo para toda la vida. Para los católicos, el papa es el sucesor de San Pedro y desempeña un ministerio encomendado por el propio Cristo. Sin embargo, el papado es también un cargo y los avances de la medicina moderna y la esperanza de vida han planteado un nuevo escenario. Tampoco está claro cuánto tiempo permanecerá hospitalizado el papa, de 88 años, ni su pronóstico a largo plazo.

Ivereigh insistió en que ser un papa anciano o frágil no es un impedimento, ni la Iglesia católica querría que se sentara el precedente de que cuando un papa llega a cierta edad o grado de mala salud debe dimitir. Además, explicó el biógrafo, este papa es “un todo en uno” y no querría un papado drásticamente reducido.

Esta semana me ha traído recuerdos de aquel dramático día, el 11 de febrero de 2013, cuando Benedicto XVI, nacido Joseph Ratzinger, anunció que se hacía a un lado. Todo ocurrió en lo que se suponía que era una reunión rutinaria de cardenales —conocida como consistorio— para votar sobre las causas de santidad. Al final de la reunión, el papa alemán comenzó a hablar en latín y dejó atónitos a los presentes al comunicarles su renuncia. Algunos cardenales empezaron a inclinarse unos hacia otros para preguntarse si le habían oído bien.

El martes, cuando el Vaticano anunció que Francisco había convocado un consistorio en una fecha no especificada para considerar candidatos a la santidad, se establecieron paralelismos con la renuncia de Benedicto. Lo hizo durante una reunión en el hospital donde está siendo tratado con algunos de sus más altos cargos: el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, y el arzobispo venezolano Edgar Peña Parra, de hecho jefe de gabinete papal.

“Después de la sorpresa de la renuncia de Ratzinger, consistorios en ciertos períodos difíciles de la iglesia ahora se convirtieron en altamente políticos”, dijo Marco Politi, un respetado comentarista del Vaticano y autor de un nuevo libro sobre el papado de Francisco titulado “The Unfinished”.

“Creo que, en este momento, el pontífice está centrado en la perspectiva de sobrevivir a la crisis y poder completar el (año) jubilar. Cuando cumpla 89 años se verá obligado a plantearse la pregunta de si sigue siendo apto para dirigir la Iglesia”. La Iglesia católica se encuentra en pleno año jubilar, un acontecimiento que tradicionalmente se celebra cada 25 años.

A Francisco le gusta mantener a las personas alerta y seguramente sabía que anunciar el cónclave desataría mucha especulación. Es poco probable que el papa haya querido revelar sus cartas antes de una decisión tan importante. “Para Francisco, la libertad de discernir estas cuestiones es absoluta”, dijo Ivereigh.

La libertad es importante porque de acuerdo con la ley de la iglesia una renuncia papal es una decisión que debe ser “hecha libremente y debidamente manifestada” y no debe ser “aceptada por nadie”. Un pontífice no puede verse sometido a coacciones o presiones externas a la hora de tomar su decisión.

En el pasado, Francisco ha dicho que el papado es “ad vitam” (que significa “para toda la vida” en latín) y que la renuncia no está en su agenda. Sin embargo, nunca ha descartado dimitir y dijo que la decisión de Benedicto había “abierto la puerta” a futuros papas que se retiren.

Tras una renuncia se convoca un cónclave de la misma manera que con una muerte papal; sin embargo, en 2013 Benedicto modificó la ley para que la elección pudiera tener lugar antes.

El papa argentino está impulsado por un profundo sentido de la misión y desde que está en el hospital ha mostrado su determinación a recuperarse, a pesar de luchar contra una neumonía en ambos pulmones. El arzobispo Paul Gallagher, ministro de Asuntos Exteriores del Vaticano, señaló esta semana que una renuncia papal no está entre sus opciones y que Francisco dará todo para recuperarse.

“Si la voluntad de Dios es que se mejore, maravilloso”, dijo a América, una publicación católica. “Si la voluntad de Dios es que no lo haga, pues lo aceptará. Ése es el espíritu de su vida…”.

Este papa suele sorprender. Y si Francisco dimitiera, es muy probable que lo hiciera cuando la gente menos lo esperaba.

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