Ansiedad y rumores de cónclave: cómo afronta el Vaticano la hospitalización del papa Francisco

El Palacio Apostólico del Vaticano alberga la Secretaría de Estado de la Santa Sede, la sala de máquinas de la administración central de la Iglesia Católica. Al entrar en las oficinas del tercer piso de este palacio renacentista, se pasa por delante de frescos de algunos de los primeros mapas del mundo, un recordatorio de que la Iglesia tenía visión e influencia globales mucho antes de que la globalización se pusiera de moda.

Ahora que el papa Francisco entra en su cuarta semana de hospitalización, quienes trabajan en el Palacio Apostólico se enfrentan a la continua incertidumbre sobre su salud. Lo mismo ocurre con todos los que trabajan en el Vaticano.

Los dos funcionarios de más alto rango de la secretaría son el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede y el arzobispo Edgar Peña Parra, el “sostituto” o “sustituto”, que actúa como jefe del gabinete papal. Han visto a Francisco en el hospital en al menos dos ocasiones. En tiempos normales, tendrían individualmente una audiencia semanal programada con el papa y permanecerían en contacto regular con él.

Parolin, un prelado reflexivo y de modales apacibles, es un diplomático experimentado del norte de Italia que lidera la participación en geopolítica y ha sido fundamental en la intermediación del acuerdo de la Santa Sede con China. Algunos hablan de él como un futuro papa y fue Parolin quien dirigió la primera de las sesiones diarias de oración por la salud de Francisco en la Plaza de San Pedro.

Peña Parra, diplomático eclesiástico de Venezuela, coordina el trabajo de la curia romana, la administración central de la Iglesia. De carácter decidido y resistente, el verano pasado fue sometido a un duro interrogatorio en Londres en un caso judicial histórico presentado contra el Vaticano por una disputa inmobiliaria. El juez se puso del lado del Vaticano –y de Peña Parra– en los puntos clave.

Son estos dos funcionarios los que supervisan gran parte del gobierno cotidiano de la Iglesia mientras Francisco permanece hospitalizado. La curia romana está formada por diferentes departamentos, conocidos como dicasterios, ubicados en oficinas dentro y alrededor del Estado de la Ciudad del Vaticano y Roma. Los departamentos, como los encargados del nombramiento de obispos, siguen celebrando reuniones y llevando a cabo sus tareas cotidianas.

Aunque los trabajos continúan, lo hacen a un ritmo más lento. Los jefes de Estado que vienen a Roma para reunirse con el papa se mantienen alejados, al igual que los grupos de obispos que viajan a la Ciudad Eterna. Los grandes eventos que dependen del poder de convocatoria del papado se suspenden. El estado de ánimo que prevalece en el Vaticano es de ansiedad e incertidumbre.

“Siempre es difícil cuando el jefe, por cualquier razón, desaparece, porque el santo padre es una persona muy activa en lo que respecta a la gestión de la curia y a su interés en el trabajo de todos los dicasterios”, dijo a CNN el cardenal Arthur Roche, líder del departamento de liturgia del Vaticano.

“Estamos muy acostumbrados a que de repente nos llame para pedirnos una opinión o compartir alguna observación que haya hecho. Así que, en ese sentido, las cosas se han vuelto muy tranquilas”.

El cardenal, originario de Reino Unido, explicó que “el trabajo continúa” aunque es un “período incierto” con altos niveles de ansiedad.

“Pero tenemos la esperanza de que el buen Señor lo ayude y le devuelva la salud”, añadió. “Y si no, al menos podemos apoyarlo con nuestras oraciones para que se mantenga saludable en un momento en él que necesita nuestro apoyo. Él siempre está dispuesto a ayudarnos y es una oportunidad maravillosa para que lo ayudemos”.

El papa, de 88 años, sigue dando señales de que gobierna la Iglesia desde el hospital. Mientras lucha contra una neumonía en ambos pulmones, Francisco está firmando documentos “desde el hospital Gemelli”, nombrando obispos y a un científico de la NASA como miembros de la Academia Pontificia de Ciencias y llamando a la parroquia católica en Gaza.

Fue el propio papa quien pidió a los médicos y al aparato de comunicación del Vaticano que proporcionaran los boletines diarios detallados sobre su salud. Y, el jueves por la noche, la gente escuchó la voz del papa por primera vez desde su hospitalización. En lo que debió haber requerido un gran esfuerzo, Francisco, que luchaba por pronunciar sus palabras después de semanas de problemas respiratorios, agradeció a la gente en la Plaza de San Pedro por sus oraciones.

Cada noche, los cardenales y altos funcionarios del Vaticano se reúnen en la plaza de San Pedro para orar por Francisco. El ambiente ha sido tranquilo y sombrío. Anthony Ekpo, funcionario del Vaticano y autor de “La curia romana: historia, teología y organización”, dijo que el trabajo de la curia se había centrado en “apoyar al papa mediante la oración” junto con “continuar la tarea de ayudarlo en la obra de gobernar la Iglesia Universal”.

La hospitalización del papa ha cambiado el tenor del año jubilar de la Iglesia Católica, un evento que se celebra cada 25 años y que se centra en la peregrinación y el perdón. Se había planeado un programa repleto de actos con el papa, pero en ausencia de Francisco, se ha encomendado a cardenales de alto rango la tarea de dirigir las celebraciones.

Todo esto está creando una atmósfera precónclave. Los observadores del Vaticano evalúan cómo actúa cada cardenal que sustituye al papa y si es papable (capaz de ser papa o un candidato potencial a ser papa).

El interés en las elecciones papales se ha intensificado con la popularidad de la película “Cónclave”, que han visto varias figuras importantes de la Iglesia.

Francisco, que a pesar de las dificultades físicas siempre se ha mantenido mentalmente alerta, ha procurado que ninguna figura ejerza una influencia desmesurada en su ausencia.

Tiene dos secretarios personales, ambos sacerdotes, que lo asisten en el hospital, pero permanecen fuera del ojo público. A lo largo de su pontificado, ha rotado a sus secretarios, se ha negado a tener un portavoz personal y nunca ha permitido que surja una figura como “adjunto”.

En cambio, los largos períodos de mala salud y hospitalización de Juan Pablo II crearon un vacío de poder en Roma. A medida que su salud se deterioraba, los altos funcionarios del Vaticano asumieron el control de las decisiones clave y su secretario privado, el ahora cardenal Stanisław Dziwisz, se convirtió en un poderoso guardián. Un papel similar desempeñó para Benedicto XVI el arzobispo Georg Gänswein.

Nadie sabe cuánto tiempo permanecerá Francisco hospitalizado y el pronóstico de su compleja condición sigue siendo “reservado”, según fuentes vaticanas.

Los amigos del papa dicen que está decidido a salir del hospital y regresar a la Casa Santa Marta, su residencia desde el cónclave de 2013. Santa Marta es también el lugar donde se alojan los cardenales durante un cónclave. La recuperación de Francisco podría llevar muchas semanas y se ha especulado sobre la posibilidad de que renuncie.

Del 9 al 14 de marzo, los líderes de la curia romana se embarcarán en los ejercicios espirituales del tiempo de Cuaresma, que este año se centra en “la esperanza de la vida eterna”. Durante este período, los creyentes buscan seguir espiritualmente a Cristo en el desierto para un tiempo de oración, ayuno y limosna en preparación para la Pascua.

Para el Vaticano, la Cuaresma 2025 transcurre en un desierto de incertidumbre, ya que la salud del papa está en juego. El Vaticano espera –y reza– que surja un camino a seguir.

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