El anuncio del presidente Donald Trump el miércoles de que Arabia Saudita probablemente será la anfitriona de su cumbre de paz con Vladimir Putin puede haber parecido una elección inusual.
Pero para Trump y sus asesores, la elección del reino del Golfo tiene todo el sentido.
En el pasado, presidentes estadounidenses han convocado a conversaciones con sus homólogos rusos en Ginebra, Helsinki, Praga, Viena y Bratislava —todas ellas en Europa— donde la relación entre Washington y Moscú tiene profundas implicancias.
Varias otras naciones se han ofrecido como posibles sedes para una próxima cumbre Trump-Putin, incluidas Serbia y Suiza.
Pero los funcionarios rusos veían que una reunión en Europa podía estar potencialmente inclinada hacia el lado de Ucrania, dada la condena de la mayoría de las naciones europeas a la invasión de Rusia y el apoyo a Kyiv en los tres años de conflicto, según personas familiarizadas con el asunto.
Por el contrario, Arabia Saudita ha mantenido una postura neutral, sin criticar a Moscú ni unirse a Occidente en la aplicación de sanciones.
Arabia Saudita tampoco es miembro de la Corte Penal Internacional, que emitió una orden de arresto contra Putin, lo que significa que el líder ruso puede viajar allí para mantener conversaciones sin correr el riesgo de ser arrestado.
Su líder de facto, el príncipe heredero Mohammed bin Salman (MBS), ha cultivado estrechos vínculos con el presidente Trump, como quedó ilustrado el mes pasado cuando se convirtió en el primer líder mundial en hablar con él por teléfono después de su toma de posesión.
MBS también es uno de los pocos líderes mundiales poderosos que han mantenido estrechos vínculos con Putin desde la invasión de Ucrania. Los dos comparten ciertos rasgos autocráticos, incluida la represión letal de la disidencia.
“Conocemos al príncipe heredero, y creo que sería un muy buen lugar para estar”, dijo Trump el miércoles en la Oficina Oval.
Mientras busca reforzar su lugar como un actor internacional influyente, MBS ha identificado la crisis de Ucrania como un área potencial de oportunidad. Fue anfitrión de una cumbre de paz en Jeddah el año pasado.
A principios de esta semana, MBS desempeñó un papel decisivo en un intercambio de detenidos estadounidenses y rusos, repitiendo un papel que desempeñó en agosto del año pasado cuando ayudó a negociar el mayor intercambio de prisioneros entre Estados Unidos y Rusia desde la Guerra Fría.
“Tiene una amistad muy fuerte con el presidente Trump y, tras bambalinas, lo alentaba, lo utilizaba y buscaba el resultado correcto, y fue útil, realmente lo fue”, dijo Steve Witkoff, el enviado de Trump que ayudó a asegurar el intercambio, a Alayna Treene de CNN.
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