Alrededor de 400 llamadas quedaron sin respuesta cuando el teléfono de ayuda de la ONG ucraniana Veteran Hub permaneció en silencio durante una semana, después de que se cortara abruptamente la financiación clave de Estados Unidos el mes pasado.
La ONG ucraniana recibe todo tipo de llamadas. Algunas proceden de familias de militares que acaban de enterarse de que su ser querido murió en el frente. Otras son de veteranos heridos que luchan por reincorporarse a la vida civil o necesitan ayuda para navegar por la burocracia.
Y algunas llamadas pueden salvar vidas.
“Justo unos días antes de la suspensión, recibimos una solicitud de una persona que declaró un intento de suicidio y buscaba apoyo, y pudimos proporcionárselo”, declaró a CNN en una entrevista Ivona Kostyna, cofundadora de Veteran Hub. “No sabemos cuántas de esas llamadas (no respondidas) eran de esa naturaleza”, añadió.
Kostyna y sus colegas no tuvieron más remedio que cerrar la línea de ayuda el mes pasado tras recibir una orden de paralización del Departamento de Estado de Estados Unidos, consecuencia directa de la decisión del presidente Donald Trump de suspender casi toda la ayuda exterior estadounidense.
El congelamiento ya está causando dificultades en toda Ucrania, con proyectos vitales repentinamente suspendidos.
Ucrania ha sido, con diferencia, el mayor receptor de fondos de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) en los últimos tres años, desde que Rusia lanzó su invasión a gran escala del país en febrero de 2022.
Según el ahora desaparecido sitio web de la agencia, USAID ha proporcionado a Ucrania un total de US$ 37.600 millones en ayuda humanitaria, asistencia para el desarrollo y apoyo presupuestario directo desde que comenzó la guerra a gran escala.
Trump y sus aliados han dicho que la agencia, creada por el legislativo estadounidense como un organismo independiente, es abiertamente partidista. Legisladores de la oposición y antiguos administradores de la USAID de ambos partidos políticos han rechazado esa afirmación y han pedido que se protejan los programas de ayuda exterior de Estados Unidos.
Después de la Unión Europea, EE.UU. es el mayor donante de ayuda humanitaria a Ucrania, con más de una cuarta parte de todo lo que recibe el país. Es, con diferencia, el mayor donante de ayuda militar.
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, dijo que su gobierno estaba intentando encontrar fuentes alternativas de financiación dentro y fuera de Ucrania. “Son áreas que el gobierno no puede atender porque no tiene dinero suficiente, porque el gobierno está financiando al ejército”, comentó Kostyna.
Pero el impacto de la suspensión va mucho más allá de la financiación.
Kostyna dijo que muchos de los empleados del centro son el principal o único sostén de sus familias, lo que significa que no pueden permitirse una baja sin sueldo. La mayoría está altamente calificada, con años de experiencia.
“Así que no solo perderíamos a esa persona, sino que, si vuelve la financiación, tendríamos que reconstruir, y perderíamos seis meses formando a la siguiente persona. Por eso es tan importante la continuidad”, dijo.
Algo parecido ocurre en la fundación benéfica Vykhid, dedicada a la prevención del VIH y la tuberculosis entre personas vulnerables. “Estoy perdiendo a gente calificada, con mucha experiencia”, dijo a CNN su directora, Olena Goriacheva. Afirmó que el congelamiento le obligaba a prescindir de un experimentado coordinador de proyectos para dos programas financiados por la USAID.
Vykhid es socio de la USAID desde 2004. Atiende a unos 5.000 clientes en cualquier momento, entre consumidores de drogas, personas recién diagnosticadas y pacientes de tratamiento prolongado.
La fundación depende de la USAID para más de la mitad de su financiación, aunque hubo momentos en el pasado en que era su única fuente. “Nos dimos cuenta (entonces) de que es imposible tener un solo donante para que la organización exista e intentamos tener fuentes de financiación diversificadas; gracias a Dios que todavía las tenemos”, dijo Goriacheva.
La fundación tuvo que cerrar un proyecto clave centrado en la detección de nuevos casos de VIH desde que se anunció el congelamiento, explicó Goriacheva. Ucrania tiene la mayor prevalencia de VIH de Europa y una de las más altas fuera de África. El país experimentó una epidemia de rápida propagación en la década de 1990 y, aunque las tasas han descendido desde entonces, la detección precoz sigue siendo crucial.
“Hay muy pocas (personas) que hagan este tipo de trabajo. Los médicos que trabajaron con nosotros durante seis años recibían una remuneración por cada nuevo paciente que identificaban”, explicó. “Ahora que el proyecto cerró, algunos de ellos han dejado de hacer esta actividad por completo”.
La fundación también presta otro tipo de ayuda a las personas que viven con VIH. La semana pasada recibió una solicitud para cubrir el coste de una resonancia magnética para un paciente con VIH gravemente enfermo en una unidad de cuidados intensivos.
El hospital se dirigió a Vykhid, pero, debido a la orden de suspensión del trabajo, Goriacheva tuvo que rechazar la solicitud. Afortunadamente, el hospital pudo encontrar financiación en otra parte.
La repentina suspensión de la financiación ha hecho que la situación sea especialmente difícil. La orden llegó sin previo aviso, paralizando cientos de proyectos en toda Ucrania.
Kostyna dijo que cualquiera que trabaje en el sector sin fines de lucro sabe que las fuentes de financiación pueden agotarse. “Pero nunca se nos pasó por la cabeza que pudieran acabarse en un día. Y no se trata del dinero, sino del hecho de que tuvimos cero advertencias, y no teníamos forma de cubrir (los recortes) porque no se nos permite ahorrar dinero”, dijo.
Goriacheva dijo que a principios de esta semana, los subcontratistas de la USAID le comunicaron que algunos de los proyectos –los considerados esenciales– se estaban restableciendo.
“No en su totalidad. Pero los servicios que son vitales se están restableciendo”, dijo, y añadió que ahora se está poniendo en contacto con sus antiguos coordinadores de proyecto para averiguar cómo proceder.
El secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, afirmó la semana pasada que Estados Unidos ha seguido proporcionando ayuda humanitaria vital a pesar del congelamiento, pero varios empleados y contratistas de la USAID que han hablado con CNN, dicen que eso no refleja la situación sobre el terreno.
La comunidad rural de Shevchenkove, en la región de Mikolayv, al sur de Ucrania, se ha visto duramente afectada por la guerra. Estuvo parcialmente ocupada durante nueve meses tras la invasión total. El jefe de la administración local, Oleh Pylypenko, fue detenido por las fuerzas rusas.
Las fuerzas ucranianas liberaron la zona en noviembre de 2022, pero los daños sufridos durante la ocupación fueron cuantiosos.
“Hubo que reconstruir todo lo que se destruyó y todo lo que se ocupó”, explica Pylypenko, que fue liberado en un intercambio de prisioneros.
La salud fue uno de los principales problemas de la comunidad tras la prolongada ocupación. Médicos y profesionales financiados con dinero de la ayuda extranjera, incluida la USAID, establecieron clínicas de diagnóstico y han estado distribuyendo medicamentos gratuitos. Ahora se han suspendido todos los servicios que dependían exclusivamente de la financiación de la USAID.
Pylypenko dijo que duda que otros donantes internacionales puedan igualar los fondos aportados anteriormente por la USAID. “Creo que (la situación) está al borde de un desastre”, dijo, y agregó que incluso si los programas se reinician después del congelamiento inicial de 90 días anunciado por Trump, tomará mucho más tiempo volver a ponerlos en marcha.
Este retraso tendrá un impacto significativo en la comunidad, dijo. Un proyecto local financiado por la USAID se centró en la creación de espacios educativos de emergencia. Se trata de aulas totalmente equipadas en lugares seguros con acceso a refugios, donde los niños cuyas escuelas quedaron destruidas pueden asistir a clases presenciales.
Recientemente se inauguró una en la región, y otra debía abrir en marzo. Pylypenko dijo que los niños que debían asistir habían visto sus escuelas iniciales destruidas durante la ocupación, y que otra en la que estaban recibiendo clases fue alcanzada por un dron ruso el verano pasado.
Pylypenko espera ahora que puedan tener listo el nuevo espacio para septiembre, pero, si se renueva el congelamiento de Trump, habrá que encontrar financiamiento alternativo, “si Dios quiere”.
Pero lo que más preocupa a Pylypenko es el congelamiento de fondos que afecta el acceso de Ucrania a los programas de formación proporcionados por la USAID. Estos programas suelen centrarse en el gobierno local, la lucha contra la corrupción, la eficiencia y la consolidación de la democracia, y son fundamentales para el futuro desarrollo de Ucrania, así como para sus esperanzas de ingresar en la Unión Europea.
“Eran buenos programas de formación, además de que había intercambio de experiencias con las mejores comunidades, y el nivel (de rendimiento) subió significativamente”, dijo, comparando los programas de la USAID con el proverbio sobre enseñar a pescar a la gente, en lugar de limitarse a enviarles pescado para comer.
Kostyna puso en marcha por primera vez el Veteran Hub en 2016, tras una experiencia traumática de primera mano. Su amigo, Ustym Holodnyuk, de 19 años, fue asesinado por un francotirador en la Maidan de Kyiv, o Plaza de la Independencia, durante las protestas de 2014. Ella luchó durante mucho tiempo sin apoyo.
“Ni siquiera se me pasó por la cabeza pedir ayuda o acudir a un psicólogo. Y ahora, diez años más tarde, el impacto que hemos conseguido, entre otros, es que haya un gran cambio en cómo la gente percibe esto, vemos un número creciente de veteranos que dicen que confían en los psicólogos”, dijo.
Kostyna dijo que la coherencia del programa de ayuda exterior de Estados Unidos les ha permitido a ella y a sus colegas crear algo inaudito en Ucrania hace tan solo una década: un servicio integral de apoyo a los veteranos.
“Ahora tenemos taxistas que traen a la gente cuando está angustiada. Así que se sientan en un taxi, cuentan su historia, y el taxista (da un rodeo) y nos los trae… lo hacen con regularidad”, explicó.
La mayoría de los que trabajan en el Centro de Veteranos son familiares de veteranos, miembros activos del servicio o personas que han sufrido traumas, dijo. Como muchos en Ucrania, luchan por llegar a fin de mes, viviendo de cheque en cheque.
Sin embargo, cuando llegó la orden de suspensión de los trabajos, el personal de uno de sus dos centros se negó a marcharse.
“En la semana del congelamiento, cuando no teníamos fondos, nuestro centro de Vinnytsia permaneció abierto, a pesar de que no podíamos pagar a nuestros empleados. No cobraron salario, pero todos se presentaron a trabajar el lunes, con uniforme, y siguieron trabajando”, explicó.
Esa semana hubo buenas noticias. Después de tres días de intensos esfuerzos para recaudar fondos, el Veteran Hub consiguió el dinero suficiente para mantener abierta la línea de ayuda durante tres meses y conseguir que 14 personas volvieran a trabajar. Pocos días después recibió garantías de las empresas locales y del ayuntamiento de Vinnytsia de que aportarán fondos hasta que el Veteran Hub encuentre una solución a largo plazo.
El hecho de no tener que cerrar el centro fue un salvavidas, dijo Kostyna.
“Hay tanta gente que simplemente aparece”, dijo. “Hubo un veterano que perdió su documentación y nos lo remitieron porque era literalmente una persona sin hogar, que buscaba cobijo y necesitaba medicinas, y pudimos ayudarlo”.
Si el centro cerrara sus puertas, personas como él no tendrían adónde ir.
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