Jenni Hermoso siempre soñó con ganar un mundial de fútbol. Solo ella sabrá cuántas veces recreó la escena que tanto había visto en televisión: una ceremonia de premiación en la que las jugadoras eufóricas suben al podio y reciben la medalla frente a un estadio exultante y ante la admiración de los ojos del mundo. Con mayor o menor precisión, algo así fue lo que ella misma dice que proyectó para el 20 de agosto de 2023, cuando la selección española femenina de fútbol tocó el cielo del deporte al ganar el Mundial frente a Inglaterra en Sydney, Australia.
Aquel día, la delantera ascendió a la cima de su carrera profesional, pero padeció el descenso a los infiernos del escrutinio público y de la persecución mediática por un beso que siempre ha asegurado que no fue consentido. “Mi vida cambió desde ese momento”, dijo en el juicio oral que comenzó este lunes en la localidad de San Fernando de Henares, cercana a Madrid, sobre el beso que en medio de la celebración le dio Luis Rubiales, entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). Hace año y medio, en agosto de 2023, Rubiales dijo en una intervención pública que el beso había sido “espontáneo, mutuo, eufórico y consentido”. “Esto es la clave. Fue consentido”.
En la declaración de Hermoso, que se extendió durante más de dos horas y media, la jugadora negó cualquier atisbo de consentimiento. “En ningún momento busqué que eso pasara. Y en ningún momento lo aprobé”, aseguró. “Sentí que estaba fuera de contexto totalmente, ya ahí sabía que me estaba besando mi jefe y esto no ocurre o no debe ocurrir en ningún ámbito social o laboral. Me sentí poco respetada, creo que fue un momento que manchó uno de los días más felices de mi vida. Y para mí es muy importante decir que nunca busqué ese acto y menos me lo esperé porque se me faltó el respeto”.
Bajo juramento de decir la verdad, la jugadora narró su versión: “Tocaba el pasillo de saludar a las autoridades. Saludé a la reina, a la hija. Lo siguiente fue encontrarme con Luis Rubiales. Nos abrazamos. En ese momento le dije: ‘La que hemos liado’. Él pegó el brinco y a la bajada me dijo: ‘Hemos ganado el Mundial gracias a ti’. Lo siguiente fueron sus manos en mis orejas y el siguiente beso”. Hermoso insistió en que ni estaba conforme con la conducta ni habría accedido si le hubieran preguntado, y asegura no haber tenido capacidad de reacción porque le agarró la cabeza con efusividad. Todo ocurrió, dijo en “milésimas de segundo”.
Explicó también que nada más bajar del podio supo y sintió que aquello no era normal y dice que llegó a comentarle a su hermano que el beso le había dado asco. Con todo, afirma que se despidió con unas palmadas porque se limitó a seguir el protocolo. Su actitud a partir de entonces fue evitar que el foco se centrara en el beso. Sostiene que trató de quitarle hierro al asunto, que se puso en “modo campeona” y que su comportamiento festivo no quita cómo se sentía.
Sentado a solo unos metros de ella, con rictus serio, estaba Luis Rubiales, para quien la Fiscalía solicita un total de dos años y medio de prisión por cargos de agresión sexual y coacciones, delitos que él siempre ha negado. Rubiales pasó la mayor parte del tiempo de la declaración con la vista puesta en su abogada o tomando notas, sin que se apreciara que su mirada se cruzara con la de Hermoso.
La futbolista admite que tenía una buena relación con el ahora expresidente de la Federación. “Muchas veces me saltaba a mi entrenador -dijo- y hablaba con Luis Rubiales en temas de campo y demás. Tenía su teléfono de móvil. Nos intercambiábamos mensajes”, explicó, aunque la definió como una relación “correcta”, de presidente-jugadora.
La Fiscalía considera que hubo presiones de Rubiales y su entorno para que la jugadora justificara el beso. Esa versión coincidió con el testimonio de Hermoso, quien relató haber sufrido “intensas coacciones por parte de varios exmiembros de la Real Federación Española de Fútbol” que también están acusados en la causa. Los otros tres acusados son el exentrenador de la selección española femenina, Jorge Vilda, el exresponsable de mercadeo de la RFEF, Rubén Rivera, y el exdirector deportivo de la selección española masculina, Albert Luque, a quienes se acusa de un delito de coacciones. Todos se declaran inocentes.
CNN ha solicitado comentarios a la Federación y está en espera de una respuesta, pero en la misma jornada del jucio Patricia Pérez, jefa de prensa de la institución, coincidió con el testimonio de Hermoso.
Pérez aseguró que a la jugadora se le presentó un comunicado redactado en su nombre y en primera persona, pero en realidad escrito por el que fuera director de comunicación de la RFEF, Pablo García Cuervo, quien no está acusado, pero declara mañana como testigo, en el que se le quitaba importancia al incidente del beso y lo presentaba como algo anecdótico en un intento de rebajar la intensidad del incidente. Pérez también aseguró que en los días posteriores al beso la sometieron a una “encerrona” en el despacho del presidente y que querían que firmara un documento con preguntas y respuestas que no coincidía con la realidad de los hechos.
Cuando se le preguntó a Hermoso cuántas veces le pidieron que hiciera una nota de prensa o un video para normalizar lo ocurrido, ella respondió sin dudar “incontables veces”: en el vestuario, en el autobús de regreso al aeropuerto, durante el vuelo de regreso a España y un viaje posterior a Ibiza. Y añadió en la audiencia, en referencia a Rubiales y al que fuera su círculo: “Fueron bastante insistentes, la situación era agobiante. Realmente no pude disfrutar lo que es ser campeona del mundo y nada más”.
Hermoso asegura que tuvo que forjarse de una manera que nunca decidió y que, según pasaban los días y los minutos, le tocó ir haciéndose más fuerte ante situaciones que nunca había imaginado. Tras llegar a Madrid cuenta que el contexto le resultaba tan insostenible que tuvo que irse de la ciudad con su familia y afirma que recibió amenazas de muerte y mensajes de todo tipo. “Gracias a Dios que juego en México, porque en España siempre había alguien pendiente de lo que estaba haciendo. Estando tan lejos encontré una forma de protegerme a mí misma”, manifestó.
Durante la declaración, Jenni Hermoso también sostuvo que, por todo lo suscitado, se vio obligada a incrementar el tratamiento con su psicóloga. Paradójicamente afirma que pagó el incremento de sus servicios con sus ingresos personales porque nadie de la Federación se acercó a ella para preguntarle cómo estaba. “Me sentí desprotegidísima”, dice señalando que la Federación tendría que haber sido su lugar seguro en aquel momento. De acuerdo con su versión, el psicólogo de la institución nunca habló con ella. CNN pidió reacción a la federación sobre estos señalamientos y espera una respuesta.
No es la única queja de Hermoso sobre las prácticas de la federación. También indicó que no recibió información sobre el protocolo de acoso dentro de la institución y cree que sufrió represalias por denunciar lo ocurrido porque no formó parte de la convocatoria de la FIFA posterior al Mundial, pese a que se encontraba en buena condición física y a que la selección ya contaba con una nueva entrenadora. En aquel momento la entrenadora Montse Tomé explicó que quería proteger a la estrella.
Tanto Luis Rubiales como los otros acusados presentarán sus versiones de los hechos a partir del 12 de febrero en el marco de este juicio tremendamente mediático que se prolongará hasta el 19 de febrero donde se espera que quede visto para sentencia. Jenni Hermoso, por su parte, ya lanzó su propio juicio de valor dando a entender que hizo lo que se hizo y se comportó como se comportó para que aquel beso no le empañara el gran sueño de su vida, ser y celebrar como campeona del mundo y nada más.
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