El fentanilo es un opioide sintético potente que puede ser hasta 100 veces más fuerte que la morfina.
Puede recetarse en entornos médicos formales para aliviar el dolor intenso y tratar el dolor severo cuando los analgésicos de acción prolongada no son suficientes. Por ejemplo, las inyecciones pueden utilizarse durante o después de una cirugía, mientras que los parches ayudan a tratar el dolor persistente en pacientes que pueden haberse vuelto tolerantes a otros tratamientos. También puede administrarse a través de una pastilla de disolución lenta.
Sin embargo, el fentanilo se ha convertido en la droga más común en las muertes por sobredosis en Estados Unidos, alimentando lo que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés) han identificado como la “tercera ola” de la epidemia de sobredosis de opioides. Producir fentanilo es relativamente barato y su alta potencia permite que el suministro rinda más, lo que lo hace atractivo en el mercado ilícito. El fentanilo producido ilegalmente suele encontrarse en forma de polvo o prensado en pastillas falsas que imitan opioides recetados. También puede mezclarse con otras drogas, como la heroína, para aumentar la potencia a menor costo.
El presidente de EE.UU., Donald Trump, está utilizando la epidemia de drogas como una justificación clave para imponer aranceles a los bienes provenientes de México, Canadá y China. Una hoja informativa de su administración señala que “el flujo de drogas de contrabando como el fentanilo hacia Estados Unidos, a través de redes de distribución ilícitas, ha creado una emergencia nacional, incluida una crisis de salud pública”. Los aranceles generales a México y Canadá se suspendieron por 30 días después de que estos países se comprometieran a reforzar la seguridad fronteriza, pero un arancel del 10% sobre los bienes procedentes de China entró en vigor a principios de febrero.
Estados Unidos importa la gran mayoría del fentanilo médico desde China, donde se envía directamente en su forma final.
El suministro ilícito de fentanilo en EE.UU. también tiene su origen en China. En un principio, este suministro ilegal se enviaba directamente desde China a Estados Unidos, pero con el tiempo ha evolucionado hacia flujos más dispersos. Actualmente, no hay pruebas de que el fentanilo legal esté siendo desviado al mercado negro. En su lugar, grandes cargamentos de precursores químicos para la producción ilegal de fentanilo son enviados desde China a México, donde son procesados en laboratorios y el producto final es introducido de contrabando en EE.UU.
“La mayoría de los ingredientes precursores son productos químicos bastante básicos con aplicaciones a gran escala, por lo que ocultar los envíos no es muy complicado”, explicó Vanda Felbab-Brown, investigadora sénior del Instituto Brookings, quien ha liderado diversas iniciativas sobre la epidemia de opioides y la política global de drogas.
Los cárteles mexicanos dependen de rutas de tráfico de drogas establecidas desde hace mucho tiempo, a menudo utilizando puertos de entrada legales y reclutando ciudadanos estadounidenses como mulas.
Casi 10.000 kilogramos de fentanilo fueron incautados en las fronteras de Estados Unidos durante el año fiscal 2024, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. (CBP, por sus siglas en inglés). Casi la totalidad —alrededor del 97 %— fue confiscada en la frontera suroeste, con incautaciones en Tucson, Arizona, que representaron más de la mitad, y otro 30% en San Diego.
En contraste, solo unas algunos kilogramos de fentanilo fueron incautados en la frontera norte con Canadá el año pasado, según datos de la CBP. Los expertos señalan que las redes ilícitas en Canadá están casi completamente separadas de las de EE.UU.
“No recibimos una cantidad significativa de fentanilo desde Canadá”, explicó Vanda Felbab-Brown. “Las pequeñas incautaciones que se han realizado en la frontera norte están relacionadas, en su mayoría, con ciudadanos estadounidenses que compran fentanilo en Canadá para consumo personal y luego lo introducen de contrabando ellos mismos”.
Aunque las incautaciones de fentanilo ilícito por parte de las autoridades han aumentado en los últimos años, hay indicios de que el suministro de la droga está cambiando nuevamente. Según los expertos, la epidemia de drogas es dinámica y el mercado puede evolucionar rápidamente en respuesta a distintos factores de oferta y demanda, un fenómeno que ha ocurrido durante décadas.
Según los CDC, la primera ola de la epidemia de sobredosis por opioides comenzó en la década de 1990 con el abuso de opioides recetados. Este año, Purdue Pharma y sus propietarios, miembros de la familia Sackler, alcanzaron un acuerdo multimillonario para resolver miles de demandas que alegaban que el analgésico OxyContin causó una crisis generalizada de adicción a los opioides en EE.UU.
A partir de 2010, las sobredosis relacionadas con la heroína aumentaron rápidamente, lo que los CDC consideran la segunda ola. Pero los opioides sintéticos —principalmente el fentanilo— tomaron el control alrededor de 2013.
Las sobredosis se dispararon durante la pandemia de covid-19, alcanzando un pico entre el otoño de 2022 y el verano de 2023, cuando los CDC estiman que hubo casi 115.000 muertes por sobredosis en un año. Los opioides sintéticos, principalmente el fentanilo, estuvieron involucrados en aproximadamente dos tercios de esas muertes.
Sin embargo, las muertes por sobredosis comenzaron a disminuir rápidamente a inicios del año pasado. Aunque el fentanilo sigue presente en la mayoría de los casos, los datos más recientes muestran que las muertes anuales han bajado un 22% en comparación con el año anterior. En los 12 meses previos a agosto, se registraron unas 58.000 muertes relacionadas con opioides sintéticos.
Algunos expertos sugieren que una “cuarta ola” de la epidemia de opioides está en marcha, en la que el fentanilo ilícito se mezcla con más frecuencia con otras drogas, y la combinación de fentanilo y estimulantes puede ser especialmente peligrosa. Mientras que las muertes por sobredosis relacionadas con opioides han disminuido, las que involucran cocaína y psicoestimulantes como la metanfetamina han aumentado, según datos preliminares de los CDC.
Los expertos señalan que es difícil atribuir la rápida disminución de las muertes por sobredosis a un solo factor. En cambio, probablemente sea el resultado de una amplia gama de esfuerzos persistentes que comienzan a generar un impacto.
Los cambios en el suministro comenzaron mucho antes de que se anunciaran los aranceles de Trump. En noviembre, la Administración de Control de Drogas de EE.UU. (DEA, por sus siglas en inglés) informó que estaba encontrando dosis letales de fentanilo en menos pastillas que el año anterior. Aproximadamente 5 de cada 10 pastillas de fentanilo analizadas por la agencia el año pasado contenían dosis letales del opioide sintético, una reducción en comparación con las 7 de cada 10 del año anterior.
Los análisis de muestras de drogas realizados por el Centro de Investigación y Educación en Ciencias Forenses también mostraron una leve tendencia a la baja en la pureza promedio del polvo de fentanilo, aunque la variación en el suministro de la droga sigue siendo alta.
Bajo la administración del presidente Joe Biden, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. lanzó una estrategia nacional coordinada para prevenir las sobredosis. Estos esfuerzos se han centrado en la reducción de daños —como el uso de tiras reactivas para detectar fentanilo, medicamentos para revertir sobredosis y sitios de consumo supervisado— así como en la prevención, el tratamiento y la recuperación de trastornos por uso de sustancias.
“Finalmente tratar esto como una condición de salud pública, después de tantos años de esfuerzo y atención, puede estar empezando a dar frutos”, dijo la doctora Sarah Wakeman, directora médica sénior para Trastornos por Uso de Sustancias en Mass General Brigham, en declaraciones a CNN en septiembre.
En un análisis detallado de las tendencias, el científico especializado en drogas callejeras Nabarun Dasgupta y sus colegas de la Universidad de Carolina del Norte encontraron que las sobredosis no fatales también han disminuido significativamente y que las tendencias son relativamente consistentes a nivel estatal, señales que refuerzan la confianza de los expertos en que la tendencia general es sólida.
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