Este domingo se realizó el largamente atrasado funeral del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, casi cinco meses después de su muerte en un masivo ataque aéreo israelí en los suburbios del sur de Beirut.
Hezbollah ha quedado muy mermado por los ataques israelíes y el acto multitudinario pretende ser una demostración de fuerza del grupo militante y político. Israel atacó varios lugares en el sur y este del Líbano durante el masivo funeral, según medios locales y estatales. El Ejército israelí dijo que atacó las reservas de armas de Hezbollah.
Una formación de aviones de combate israelíes sobrevoló muy bajo el lugar principal del funeral después de que se descubriera el ataúd de Nasrallah, en lo que el Ejército israelí llamó “un mensaje claro” al grupo.
Decenas de miles de dolientes inundaron el mayor estadio de Beirut, donde comenzó la ceremonia, y abarrotaron las calles aledañas. Una gran procesión siguió a un vehículo que transporta el féretro del difunto líder militante hasta un santuario en el sur de Beirut, erigido como su última morada.
Los dolientes arrojaron pañuelos al coche fúnebre, que los portadores tocaron sobre el turbante de Nasrallah, colocado sobre el ataúd envuelto en telas de Hezbollah, y lo arrojaron de vuelta a los dolientes.
Hablando desde un lugar remoto, el secretario general de Hezbollah, Naim Qassem, se dirigió a los dolientes y prometió continuar por el camino de Nasrallah “incluso si todos somos asesinados.
La ceremonia del domingo también conmemora al sucesor de Nasrallah, Hashem Safieddine, que dirigió el grupo militante durante solo unos días antes de que un ataque israelí acabara con su vida a principios de octubre.
Nasrallah había sido enterrado en secreto en una ceremonia privada poco después de su muerte, según funcionarios de Hezbollah. El hecho de que se haga el funeral recién ahora subraya el estado de debilidad del grupo militante, después de que una campaña militar israelí en el Líbano el pasado otoño casi acabara con la cúpula militar del grupo y matara a miles de sus combatientes, además de cientos de civiles.
En noviembre del año pasado, Hezbollah e Israel firmaron un acuerdo de alto el fuego que puso fin a una guerra de meses, pero que llevó al grupo militante a una mayor clandestinidad, mientras Israel seguía atacando lo que describe como objetivos de Hezbollah.
La muerte de Nasrallah marca el final de una era para un grupo militante que pasó de ser un grupo de guerrilleros en 1982 a una fuerza regional cuya influencia se extendía al menos a cuatro países.
Fue elegido líder del grupo armado en 1992, siendo un clérigo de 32 años. Presidió una campaña guerrillera en el sur de Líbano que acabó expulsando a las fuerzas israelíes del país en 2000, poniendo fin a 22 años de ocupación. En 2006, dirigió a los militantes de Hezbollah en una guerra total contra Israel, que devastó amplias zonas del Líbano pero frustró el objetivo declarado de Israel de desmantelar el grupo.
Cuando se desataron guerras en Siria, Iraq y Yemen, las fuerzas de Nasrallah intervinieron en nombre de grupos respaldados por Irán, reforzando el apoyo de Teherán.
Sin embargo, la suerte de Hezbollah cambió tras el ataque sorpresa dirigido por Hamas contra Israel el 7 de octubre de 2023, en el que murieron unas 1.200 personas. El grupo militante lanzó ataques diarios con cohetes contra el territorio más septentrional de Israel, en apoyo de Hamas, desplazando a unos 60.000 israelíes. Alrededor de 100.000 libaneses residentes en el sur también se vieron desplazados por los ataques israelíes en el marco de un pulso que duró casi un año antes de desembocar en una guerra total el pasado septiembre.
Nasrallah lo calificó de “frente de apoyo” que, según él, pretendía presionar a Israel para que cesara su ofensiva de represalia en Gaza, que ha arrasado amplias zonas del territorio asediado y causado la muerte de más de 48.000 personas.
A mediados de septiembre, Israel detonó explosivos implantados en miles de localizadores y walkie talkies portados por miembros de Hezbollah y mató a varios dirigentes del grupo, dejando al descubierto la profunda infiltración israelí en el grupo armado.
Gravemente debilitado, el futuro de Hezbollah como grupo militante está en entredicho. Israel ha prometido seguir atacando las posiciones del grupo hasta que éste se desarme y ha mantenido cinco posiciones estratégicas en el territorio más meridional de Líbano, incumpliendo el acuerdo de alto el fuego de noviembre.
El grupo, que goza de amplio apoyo entre los musulmanes chiitas de la región, está designado como organización terrorista en Estados Unidos y muchos otros países occidentales.
En el ámbito nacional, el grupo ha recibido cada vez más presiones para que abandone las armas. Ello culminó con el discurso de investidura del recién elegido presidente Joseph Aoun en enero, cuando pidió que las armas fueran monopolizadas bajo la autoridad del Estado.
Hezbollah se resiste desde hace tiempo a los llamamientos para que abandone las armas, ya que según su argumento han impedido la reocupación del país por parte de Israel. Sus detractores afirman que su militancia hace imposible un Estado libanés viable.
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