En los últimos 10 días el vicepresidente J. D. Vance puso sobre aviso al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, sacudió la confianza de aliados centenarios en Europa occidental durante su primer viaje al exterior, se trasladó al Capitolio para ayudar en las delicadas conversaciones presupuestarias y realizó una enérgica defensa del primer mes de la administración Trump ante una reunión de conservadores fuera de la capital de la nación.
“Estoy en un buen lugar en este momento”, dijo Vance en la Conferencia de Acción Política Conservadora el jueves, al reconocer el desfasaje horario tras sus viajes continuos. “Dormí un poco anoche”.
La actividad frenética del vicepresidente en los últimos días es distinta a lo que se había visto durante la transición, cuando rara vez se lo veía en público y, en cambio, operaba silenciosamente tras bambalinas. Incluso después de que Vance prestara juramento, su relativa falta de visibilidad se produjo cuando las apariciones de Elon Musk con el presidente Donald Trump alimentaron los rumores de que el multimillonario tecnológico había reemplazado al vicepresidente en el orden jerárquico de la Casa Blanca.
Pero últimamente Vance ha dado un paso adelante, reafirmando su papel dentro de la administración. Como segundo al mando, rápidamente reunió una cartera de responsabilidades que se alinean con el papel tradicional (representante internacional, enlace con el Congreso y principal sustituto), todo mientras navega en una Casa Blanca definida por el enfoque impredecible y poco convencional de Trump.
“J. D. es la navaja suiza del presidente Trump”, dijo a CNN un asesor cercano de Vance. “Lo que sea que Trump necesite, ese es el papel que cumple J. D.”.
En las entrevistas es un defensor agresivo y el principal explicador de Trump, un papel que perfeccionó durante la campaña. Pero Vance también está trazando su propio camino. En las redes sociales ha mantenido una presencia activa y provocadora, un estilo que, según sugiere su equipo, es propio del primer millennial en ocupar el cargo.
Con todo, su franqueza en su primer mes no ha estado exenta de controversia. Su afirmación en una publicación en X de que “los jueces no pueden controlar los poderes legítimos del ejecutivo” desató la preocupación de los académicos constitucionales de que el presidente pudiera ignorar los fallos judiciales. (Desde entonces, Trump ha dicho que tiene la intención de “cumplir la ley”, aunque planteó una nueva serie de temores con una críptica publicación en las redes sociales: “El que salva a su país no viola ninguna ley”).
La cita de Vance de la doctrina católica para justificar la ofensiva de Trump contra la inmigración provocó duras reprimendas dentro de su propia fe, incluida una del papa Francisco.
Y el representante demócrata Ro Khanna criticó a Vance por oponerse al despido de un empleado de 25 años del Departamento de Eficiencia Gubernamental que parecía estar vinculado a una cuenta en línea que publicó la frase “normalizar el odio a los indios”. Khanna es indio, al igual que la esposa de Vance. (Más tarde, Trump dijo a los periodistas que no sabía nada sobre los comentarios del miembro del personal de DOGE ni sobre la respuesta de Vance, pero dijo: “Estoy con el vicepresidente”).
Dentro de la Casa Blanca, los primeros movimientos de Vance han sido bien recibidos. Los allegados al vicepresidente dicen que ha estado íntimamente involucrado en decisiones importantes como miembro clave del grupo de expertos. Trump y Vance hablan a diario y se reúnen regularmente para almorzar, como lo hicieron el viernes, o en la Oficina Oval para ponerse al día.
Después de que Vance sorprendiera al mundo con su primer discurso importante como vicepresidente, durante el cual puso en tela de juicio el apoyo de Estados Unidos a Europa mientras hablaba en la Conferencia de Seguridad de Munich, Trump se apresuró a respaldarlo. “Pronunció un discurso muy bueno, en realidad un discurso muy brillante”, dijo el presidente.
Pero cuando Bret Baier de Fox News le preguntó en una entrevista reciente si consideraba a Vance como su sucesor, Trump respondió rápidamente “no”, antes de agregar: “Pero es muy capaz”.
“Hasta ahora creo que está haciendo un trabajo fantástico”, dijo Trump. “Es demasiado pronto”.
La respuesta fue muy diferente a la respuesta habitual que daba su campaña ante los rumores sobre las apuestas para vicepresidente del año pasado. En ese momento, su equipo insistió en que Trump estaba buscando “un líder fuerte que sea un gran presidente durante ocho años después de que concluya su próximo mandato de cuatro años”.
Los aliados de Vance restaron importancia a la respuesta de Trump y expresaron su descontento por el hecho de que el tema se abordara tan pronto después de que comenzara el mandato.
“Trump lleva dos semanas en el gobierno. ¿En qué universo está respondiendo Trump a esa pregunta de una manera diferente?”, planteó un asesor. “Si Trump respondiera ‘sí’ a esa pregunta, sería una historia aún más importante. Inmediatamente se convertiría en un pato cojo”.
Pero el intercambio, no obstante, expuso una realidad incómoda de la asociación de cuatro años entre Trump y Vance. Atado a un presidente al que la Constitución le prohíbe volver a presentarse como candidato, Vance se verá obligado a enfrentar su futuro político mucho antes que sus predecesores, quienes llegaron a la Casa Blanca con un presidente en su primer mandato.
Joel Goldstein, profesor de derecho en la Universidad de Saint Louis y uno de los principales cronistas de la vicepresidencia, dijo a CNN que el primer mandato de Vance “es realmente como el segundo mandato de la gente como vicepresidente”.
“Creo que eso afecta la forma en que otros políticos pueden interactuar con él”, dijo Goldstein. “Si estás pensando en alguien como vicepresidente en su primer mandato y que puede presentarse a las elecciones en ocho años, es diferente a si estás pensando que el juego va a comenzar muy pronto, especialmente si estás interesado en postularte”.
La administración de Trump está llena de personas que han expresado en público y en privado sus aspiraciones presidenciales, incluido el secretario de Estado Marco Rubio y la secretaria de Seguridad Nacional Kristi Noem. Hay otros republicanos en todo el país, como el gobernador de Florida Ron DeSantis, que estarían ansiosos por dar un paso al frente en 2028 si Vance flaquea.
El destino de TikTok se cernía sobre una reunión en la Oficina Oval en los días posteriores a que Trump, en uno de sus primeros actos tras asumir el cargo, detuviera temporalmente una prohibición de la era Biden sobre la plataforma de redes sociales china.
Con el reloj corriendo hacia la pausa de 75 días —y sin un comprador estadounidense para resolver las preocupaciones de seguridad nacional y apaciguar a ByteDance, la empresa matriz de TikTok con sede en Beijing— Trump se dirigió repentinamente a Vance con una directiva directa.
“Trump le dijo a J. D.: ‘Oye, eres un tipo (de capitalista de riesgo). Eres un buen negociador. Ponte a trabajar en esto’”, según una fuente familiarizada con el intercambio.
El episodio fue ilustrativo de la realidad que enfrentan todos los vicepresidentes: el éxito de Vance estará determinado en parte por las tareas que le asigne Trump.
Hasta ahora, Vance ha evitado que le asignen un tema con implicaciones políticas potencialmente peligrosas que causó turbulencias para sus predecesores. El expresidente Joe Biden, por ejemplo, encargó a su vicepresidenta, Kamala Harris, que abordara las causas profundas de la migración a Estados Unidos, una tarea que finalmente la expuso a las críticas de Trump y Vance durante la campaña de 2024. Trump entregó la supervisión de la respuesta del país a la pandemia de coronavirus a su primer vicepresidente, Mike Pence, lo que empujó a su número dos a una crisis que finalmente condenó a su administración.
Vance ya se ha encontrado con uno de los desafíos distintivos de servir como principal sustituto de Trump: un presidente conocido por cambiar de posición sin previo aviso.
Antes del día de la investidura, Vance declaró que los responsables de la violencia durante el motín del 6 de enero de 2021 en el Capitolio de Estados Unidos “obviamente” no deberían ser indultados, una declaración que lo dejó fuera de lugar después de que Trump otorgó un indulto general a más de 1.500 personas acusadas en relación con el motín.
Una grieta similar surgió en la política del aborto. Durante la campaña, Vance afirmó que Trump vetaría cualquier prohibición federal del aborto que llegara a su escritorio. Semanas después, durante un debate televisado, Trump socavó públicamente a su compañero de fórmula, afirmando que Vance no hablaba por él, solo para que finalmente decir que vetaría tal prohibición.
“La realidad es que caminas por una cuerda floja siendo el portavoz principal del presidente y creo que J. D. lo hace excepcionalmente bien”, dijo Marc Short, quien se desempeñó como jefe de gabinete de Pence. “Pero siempre será difícil porque el presidente puede ser caprichoso en sus posiciones”.
La Casa Blanca aún no ha dado una actualización sobre los esfuerzos de Vance para resolver la disputa de larga data sobre la propiedad de TikTok, un asunto que sigue siendo una prioridad para Trump. Si bien el presidente alguna vez intentó prohibir la aplicación, finalmente se retractó, reconociendo durante la campaña su valor como un conducto para los votantes jóvenes.
Trump también recurrió a Vance para reunir apoyo en el Capitolio para sus elecciones de gabinete. Al principio, eso implicaba a Matt Gaetz como fiscal general y a Pete Hegseth como jefe del Pentágono, ambos ensombrecidos por acusaciones pasadas de conducta sexual inapropiada que negaron. La candidatura de Gaetz para convertirse en fiscal general fue rápidamente desechada por los republicanos del Senado. Pero Hegseth, un favorito en el círculo íntimo de Trump, se vio alentado por el cabildeo de Vance.
Su papel en ayudar a salvar a un candidato al borde del abismo le valió una tarea más importante: guiar al resto de los candidatos del presidente a través de sus batallas de confirmación.
Hasta el viernes por la mañana, el Senado había aprobado a 18 de los 22 nominados de Trump.
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