Arabia Saudita está abierta a mediar entre el Gobierno de Trump e Irán en la búsqueda de un nuevo acuerdo para limitar el programa nuclear de Teherán, según ha podido saber CNN.
Al reino le preocupa que Irán pueda estar más inclinado a buscar un arma nuclear ahora que sus aliados regionales —considerados durante mucho tiempo como un elemento de disuasión contra los ataques israelíes— han quedado significativamente debilitados. Arabia Saudita espera aprovechar sus estrechos lazos con el presidente Donald Trump para proporcionar a Irán un puente diplomático hacia la Casa Blanca.
No está claro si Arabia Saudita ha hecho una oferta formal, pero el movimiento subraya el deseo de Riad de aprovechar la mejora de sus relaciones con su antiguo enemigo y asegurarse un asiento en la mesa de negociaciones para un posible nuevo acuerdo.
Mientras que Trump ha dicho que quiere entrar en conversaciones para un nuevo acuerdo, el mensaje de Irán ha sido contradictorio. El líder supremo ayatolá Ali Jamenei dijo la semana pasada que las conversaciones con Estados Unidos no eran “inteligentes”.
El Departamento de Estado de EE.UU. y el Ministerio de Asuntos Exteriores saudí no respondieron a las peticiones de comentarios de CNN. La misión de Irán ante las Naciones Unidas en Nueva York dijo que no tenía comentarios.
Arabia Saudita acogió públicamente con satisfacción el acuerdo nuclear de 2015 entre Irán y las potencias mundiales, pero en privado enfureció por la incapacidad de la administración de Obama para abordar sus preocupaciones sobre las actividades regionales de Teherán, en particular su programa de misiles y los grupos de aliados desde Yemen hasta Iraq y Líbano, que Riad consideraba una amenaza para la estabilidad regional. Posteriormente, acogió con satisfacción la retirada de Trump del acuerdo en 2018.
Un año después de la retirada de Trump, las instalaciones petrolíferas de Arabia Saudita sufrieron un importante ataque con drones y misiles que redujo temporalmente a la mitad la producción de crudo del mayor exportador de petróleo del mundo. El grupo hutí de Yemen, apoyado por Irán, reivindicó la autoría del ataque, pero Estados Unidos culpó a Irán y, en última instancia, se abstuvo de emprender acciones militares en defensa de su aliado saudí.
Sin embargo, las tensiones entre Arabia Saudita e Irán han disminuido considerablemente desde entonces. En marzo de 2023, ambos países anunciaron por sorpresa la normalización de sus relaciones mediante un acuerdo negociado por China. Los funcionarios saudíes consideran que el acuerdo ha sido un gran éxito y creen que Riad ha cosechado sus beneficios: han cesado los ataques de los hutíes contra territorio saudí y el reino se libró de los ataques del año pasado entre Israel e Irán, a pesar del temor de que Teherán pudiera utilizar como blanco instalaciones petrolíferas de los países árabes del golfo si sus propias instalaciones eran atacadas por Israel.
En los últimos 15 meses, Israel ha debilitado significativamente a los grupos aliados de Irán en Líbano y Gaza y ha atacado objetivos en Siria, Iraq y hasta Yemen. Combinados con la caída del régimen de Assad en Siria, estos acontecimientos han asestado un duro golpe a la capacidad de Irán para proyectar poder más allá de sus fronteras.
Funcionarios saudíes ven el actual panorama regional como una oportunidad histórica para rebajar las tensiones con Irán y mejorar los lazos, insistiendo en que no quieren participar en ninguna confrontación estadounidense o israelí con el país.
También les preocupa que un Teherán acorralado pueda estar más dispuesto a desarrollar una bomba nuclear y ven un nuevo acuerdo nuclear como una forma de evitarlo. No creen que un Irán muy debilitado sirva a los intereses de Arabia Saudita, ya que Riad ha recalibrado su política exterior para dar prioridad a sus intereses económicos y considera que una mayor inestabilidad regional es un obstáculo para el progreso.
Desde que asumió el cargo por segunda vez, Trump ha dicho que quiere un nuevo acuerdo con Irán. A regañadientes, ha redoblado las sanciones al país por su programa nuclear y ha dicho que le “encantaría” llegar a un acuerdo y mejorar las relaciones.
“Quiero que Irán sea un país grande y próspero, pero que no pueda tener un arma nuclear. Los informes de que Estados Unidos, trabajando en conjunto con Israel, va a volar Irán en pedazos SON MUY EXAGERADOS”, publicó Trump en Truth Social la semana pasada.
“Yo preferiría un acuerdo de paz nuclear verificado, que permita a Irán crecer y prosperar pacíficamente. Deberíamos empezar a trabajar en ello inmediatamente, y tener una gran celebración en Medio Oriente cuando se firme y se complete. Que Dios bendiga a Medio Oriente”, agregó.
Con la economía iraní paralizada por las sanciones estadounidenses, el presidente Masoud Pezeshkian -que se presentó a las elecciones del año pasado con una plataforma de reconciliación global- está sometido a una intensa presión por parte de su base reformista y de los iraníes de a pie para que haga frente a la caída en picado de la moneda, el desempleo juvenil masivo y los cortes crónicos de electricidad.
Sin embargo, las señales procedentes de Teherán han sido contradictorias. Pezeshkian y otros funcionarios iraníes han declarado en repetidas ocasiones su disposición a colaborar con la administración Trump en un nuevo acuerdo y han dicho que el diálogo podría seguir en “otros temas”.
Sin embargo, el lunes Pezeshkian puso en duda la sinceridad de Trump en la búsqueda de un nuevo acuerdo nuclear. Y la semana pasada, el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, que tiene la máxima autoridad sobre los asuntos de Estado, declaró que las conversaciones con Estados Unidos no eran “inteligentes, sabias ni honorables”, citando la retirada de Estados Unidos del acuerdo de 2015. Sin embargo, no prohibió rotundamente la comunicación con Washington.
Firas Maksad, investigador principal del Instituto de Medio Oriente en Washington, dijo que si bien la política exterior saudí está anclada en una asociación estratégica con Estados Unidos, la política exterior de Riad “ha tratado de diversificar sus opciones, tanto a nivel regional como internacional, lo que permite flexibilidad y pragmatismo cuando las circunstancias lo dictan”.
“Señalar la voluntad de mediar entre el presidente Trump e Irán permite al reino distanciarse tácitamente de la campaña de máxima presión de Trump contra Teherán”, dijo a CNN.
Dijo, sin embargo, que dada la persistente falta de confianza entre Arabia Saudita e Irán, “es poco probable que esto se desarrolle más allá de las señales diplomáticas”.
Es probable que los lazos de Riad con Trump -y el alcance de la influencia del príncipe heredero Mohammed Bin Salman sobre él- se pongan a prueba con el polémico plan del presidente para que Estados Unidos “tome el control” de Gaza y expulse a su población palestina. La propuesta podría descarrilar la normalización saudí-israelí, que tanto Trump como el primer ministro Benjamin Netanyahu han buscado agresivamente.
La semana pasada, Trump lanzó una nota optimista sobre la normalización saudí-israelí, afirmando que Riad no exigía a cambio un Estado palestino independiente.
Arabia Saudita respondió rápidamente, rechazando firmemente cualquier plan que implique el desplazamiento palestino y reafirmando que no habrá normalización sin un Estado palestino.
Aun así, la relación de Arabia Saudí con Trump sigue siendo sólida. Mientras que otros aliados de Estados Unidos se andan con cuidado para evitar provocarle, es probable que el perfil y la influencia internacionales del reino sigan creciendo bajo el mandato de Trump.
Trump incluso ha sugerido que Arabia Saudí podría ser el destino de su primer viaje al extranjero como presidente -de nuevo-, donde el príncipe heredero podría encontrarse en el improbable papel de mediador entre Estados Unidos y Rusia en los esfuerzos por poner fin a la mayor guerra europea desde la Segunda Guerra Mundial.
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