Así es como Donald Trump ha transformado ya el papel global de Estados Unidos.
Reacio a condenar la agresión del Kremlin este lunes en el tercer aniversario de la brutal embestida contra Ucrania, Estados Unidos eligió nuevos compañeros de voto en las Naciones Unidas, incluidos sus enemigos de siempre, Rusia y Corea del Norte.
El drama en la sede de la ONU reflejó mejor la nueva brecha transatlántica que las escenas en la Casa Blanca cuando Trump y su homólogo francés Emmanuel Macron se dieron la mano y se repartieron halagos mutuos.
Esta no fue la única yuxtaposición impactante en un día de drama diplomático que se extendió de Kyiv a Moscú, de Londres a Washington y Nueva York, en el que las potencias mundiales compitieron por su posición en el gran juego mundial repentinamente sacudido por Trump.
Hay que reconocerle algo al presidente estadounidense: su ansia por una cumbre cara a cara con su amigo, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, desató un torrente de diplomacia de crisis para poner fin a la guerra en Ucrania, que estuvo congelada durante años.
Pero su alucinante giro hacia Putin y su distanciamiento de Ucrania ha revuelto viejas alianzas y desencadenado una carrera de aliados y adversarios de Estados Unidos para dar forma al acuerdo de paz que planea cerrar con el líder ruso.
En el aniversario de la invasión, los líderes mundiales tomaron el tren hacia Kyiv en tiempos de guerra para apoyar al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, que acababa de ser vapuleado por Trump. Entre ellos, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, que pudo compadecerse de su anfitrión después de que Trump volviera a insultarlo este lunes como “gobernador” del supuesto 51º Estado.
En Londres, el primer ministro de Reino Unido, Keir Starmer, que seguirá el intento de Macron de reconducir a Trump con su propio viaje a la Casa Blanca este jueves, dijo que el G7 debería asumir “más riesgos” para perjudicar a Rusia al anunciar una nueva batería de sanciones. Pero Trump quiere que Rusia vuelva al club de las naciones ricas.
En Moscú, Putin condenó a los líderes europeos, a los que sugirió que estaban demasiado cerca de Ucrania para ayudar a negociar la paz, al tiempo que dispensaba el tipo de elogios que Trump disfruta cuando dijo que el presidente estaba libre de tales “grilletes”.
Detrás del teatro diplomático hay un tema común: los líderes saben que Trump está desesperado por conseguir un “acuerdo” que refuerce su reputación y les preocupa que, en su búsqueda de adulación política en casa y de un esquivo premio Nobel de la Paz, el presidente estadounidense no sea exigente con los detalles.
“Quiero decir, eso es lo que hago. Hago tratos. Toda mi vida son tratos. Todo lo que sé son tratos. Y sé cuándo alguien quiere hacerlo y cuándo no”, dijo Trump en una rueda de prensa con Macron este lunes.
Los subordinados de Trump no paran de alabarlo por su destreza casi sobrehumana en la mesa de negociaciones. “Es el negociador en jefe. Es el comandante en jefe. Y es sólo gracias a su fuerza que estamos en esta posición”, dijo el asesor de Seguridad Nacional Mike Waltz en Fox Business el domingo, por ejemplo.
Lo mejor que puede decirse del enfoque poco ortodoxo del presidente es que ha ofrecido la posibilidad de poner fin a una guerra que está machacando las vidas de jóvenes soldados ucranianos y rusos y ha matado a miles de civiles.
Y si consigue llegar a un acuerdo con Ucrania para explotar sus metales y minerales de tierras raras –un gran “si”, teniendo en cuenta que Kyiv rechazó sus anteriores demandas de expoliación–, creará una futura línea de vida económica para el país mientras se reconstruye y forjará una razón para que su administración y otras sigan comprometidas.
Y nadie puede decir que el presidente no esté actuando conforme a las promesas de “Estados Unidos primero” que convencieron a muchos votantes para darle un segundo mandato.
El nuevo enfoque brutalista de su administración hacia Europa ha dado resultados. Francia y Reino Unido se ofrecen a enviar una fuerza de “reaseguro” a Ucrania tras un acuerdo de paz y parece que los Estados de la OTAN empezarán por fin a aumentar significativamente el gasto en defensa.
Pero Ucrania –y para el caso Gaza, que Trump quiere convertir en la “Riviera de Medio Oriente” tras enviar a los palestinos a otra parte– no es un negocio inmobiliario.
La pacificación implica vidas humanas, animosidades históricas y cálculos complejos, incluida la cuestión existencial de si Ucrania sobrevivirá y qué significaría una “victoria” de Putin para la futura seguridad europea. No hay comparación con los negocios y adquisiciones de marcas que Trump hizo con casinos, clubes de golf y rascacielos durante su accidentada carrera como promotor inmobiliario.
Y las preocupaciones europeas no hicieron más que exacerbarse en la rueda de prensa conjunta de este lunes con Macron, cuando Trump mostró su aparentemente escaso interés y comprensión de cómo un acuerdo de paz sin garantías de seguridad podría recompensar el acaparamiento de tierras de Putin y sentar las bases para futuras guerras. En lugar de ello, el presidente se quejó incesantemente de que la invasión nunca se habría producido si él hubiera estado en el cargo.
Macron utilizó su amplio repertorio de halagos, un lenguaje corporal táctil y apretones de manos que parecían no terminar nunca acompañados del “Querido Donald”. Incluso se permitió corregirlo en el Despacho Oval sobre sus afirmaciones falsas de que Washington casi había duplicado el apoyo de Europa a Ucrania.
Después de visitar la Casa Blanca, Macron buscó otro escenario para llegar a Trump: Fox News. En una entrevista con Bret Baier, dijo: “Creo que la llegada del presidente Trump es un cambio de juego. Y creo que él tiene la capacidad de disuasión de EE.UU. para volver a involucrarse con Rusia… Mi preocupación es que debemos actuar rápido. Pero primero necesitamos algo: una tregua que pueda ser evaluada, verificada y seguida de una negociación completa”.
Más temprano, tras dirigirse a Trump en la Casa Blanca, Macron afirmó: “Queremos la paz; él quiere la paz. Queremos la paz rápidamente, pero no queremos un acuerdo débil”. Franceses y británicos buscan garantías de seguridad para Ucrania, argumentando que solo pueden ser reforzadas con un “respaldo” estadounidense para evitar que Rusia reinicie la guerra.
“El hecho de que haya europeos dispuestos a comprometerse para brindar estas garantías de seguridad y que ahora haya un mensaje claro de Estados Unidos de que, como aliado, está listo para ofrecer esa solidaridad con este enfoque, es un punto de inflexión”, dijo Macron. “Y esa es una de las grandes áreas de progreso que hemos logrado durante este viaje”.
Sin embargo, hasta qué punto llega esa “solidaridad” sigue siendo incierto, ya que Trump se negó a ofrecer públicamente ayuda de EE.UU. Tal vez no quiera enfurecer a Putin antes de su eventual cumbre. O quizá le preocupa un posible enfrentamiento entre fuerzas estadounidenses y rusas si las tropas de EE.UU. formaran parte de esas garantías de seguridad.
A pesar de las afirmaciones de Macron sobre los avances, Trump sigue viendo la guerra desde otra perspectiva, como lo demostraron los eventos en la ONU.
La delegación estadounidense votó junto a algunos de sus mayores adversarios, incluidos los regímenes de Moscú y Pyongyang, en contra de una resolución de la Asamblea General que condenaba la agresión rusa en Ucrania y exigía la devolución de los territorios de Kyiv.
Más tarde, Rusia y EE.UU. volvieron a votar juntos sobre una resolución del Consejo de Seguridad redactada por Washington que no destacaba la agresión de Moscú, pero que pedía un rápido fin de la guerra y una paz duradera.
La resolución de EE.UU. fue aprobada en el Consejo de Seguridad con una votación de 10-0. Sin embargo, varios de los principales aliados de EE.UU., incluidos Francia y Reino Unido, miembros permanentes del Consejo, se abstuvieron. Ambos países propusieron enmiendas a la resolución de Washington para incluir referencias a la Carta de las Naciones Unidas y a la integridad territorial de Ucrania, según un diplomático europeo. Pero Rusia las vetó ambas. “Rusia sigue pisoteando el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas al continuar su agresión contra Ucrania”, dijo el diplomático.
Este distanciamiento entre Washington y los aliados a los que ha protegido desde la Segunda Guerra Mundial quedó en evidencia en el Despacho Oval cuando se le preguntó a Trump si Putin, quien ha dado muerte y encarcelado a sus oponentes, era un “dictador”.
“No uso esas palabras a la ligera”, respondió Trump, días después de haberle atribuido ese título al democráticamente elegido Zelensky.
Esto generó una torcida sonrisa gala y una mirada de reojo de Macron. Pero también resumió la enorme tarea que tiene por delante.
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