Facebook se desconectó esta semana y los expertos sugieren que nosotros también lo hagamos

(CNN) — Durante casi seis horas el lunes, el mundo experimentó una interrupción forzada de las herramientas de la red social Facebook.
Vivimos para contarlo. ¿Pero cómo nos sentimos en el proceso?
Aunque fue relativamente breve, la interrupción de Facebook puso de manifiesto “la dependencia que tenemos de las redes sociales para distraernos, evadirnos, conectarnos y hacer frente a la ansiedad y el estrés”, según Ian Kerner, terapeuta matrimonial y familiar.

El día que Facebook se quedó a oscuras

Cuando las personas no pueden desplazarse por la plataforma y publicar como lo hacen habitualmente, Kerner dijo que pueden aburrirse y ser vulnerables a las emociones difíciles y a los factores de estrés, a veces sin saber cómo enfrentarlos.

“La gente se encuentra a solas con sus propios pensamientos. Y en cierto modo son un poco ajenos a sí mismos. Antes de las redes sociales, creo que éramos mucho más capaces de estar solos, de encontrar formas de involucrarnos y de seguir siendo curiosos”, añade Kerner.

Una sensación de alivio

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La naturaleza colectiva del apagón hizo que algunos de los clientes de Kerner se sintieran liberados, dijo.

“La gente tiene miedo a perderse algo”, explicó Kerner. Perder o romper un teléfono, o que éste se estropee, puede hacer que la gente entre en pánico, indicó, ya que les impide saber lo que está pasando y estar conectados con los demás.

El apagón, por el contrario, “proporcionó una gran sensación de alivio, porque todo el mundo lo estaba experimentando. Así que la gente no se sintió tan sola, ni tan aislada, ni tan asustada”, dijo Kerner a CNN.

El terapeuta John Duffy dijo haber tenido conversaciones similares con sus clientes el lunes.

“Una vez que la gente se dio cuenta, ‘oh, estas redes están casi todas caídas’, hubo esta extraña, pero muy clara sensación de alivio. La sensación fue: ‘No tengo nada que mantener al día. No me estoy perdiendo de nada”, dijo Duffy a CNN.

Durante el apagón, “la gente se dio cuenta en tiempo real de la importancia de las relaciones cara a cara, y del relativo vacío de una conexión que sucede únicamente a través de Facebook o Instagram”, añadió.

Los clientes que expresaron su alivio durante la interrupción tomaron medidas concretas para conectarse con otros en la vida real, dijo Duffy. “Uno salió con un amigo a tomar un café. Otro salió a pasear con un amigo”, afirmó.

Algunos han salido de la experiencia dándose cuenta de que su miedo a perderse algo era injustificado, y que pueden hacer uso de las aplicaciones con más moderación.

“Creo que algunos de nosotros nos dimos cuenta ayer de que estamos demasiado involucrados en las redes sociales en nuestra vida”, señaló Duffy. La gente se dio cuenta de que “tal vez pueda revisar esto una o dos veces al día en lugar de 20 o 30”.

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Las redes sociales y el cerebro

La mayoría de la gente es culpable de pasar demasiado tiempo desplazándose y publicando en las redes.

Siete de cada 10 usuarios adultos de Facebook en EE.UU. dicen que visitan el sitio al menos una vez al día, y el 49% dicen que lo visitan varias veces al día, según datos del Pew Research Center 2021. Un 59% de las personas visitan Instagram al menos una vez al día, y un 38% lo hace varias veces al día.

Pero si algunos de nosotros nos sentimos aliviados cuando las aplicaciones de redes sociales se callaron por un tiempo, ¿por qué es difícil dejar de revisar nuestros feeds con tanta frecuencia?

La Dra. Anna Lembke, profesora de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en la Universidad de Stanford y directora médica de Medicina de la Adicción en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, buscó respuestas en el cerebro.

En su libro “Dopamine Nation”, exploró cómo la sobreabundancia de estímulos fácilmente accesibles está afectando a nuestra química cerebral y a nuestra felicidad.

“Los teléfonos inteligentes son la aguja hipodérmica moderna que suministra dopamina digital las 24 horas del día a una generación conectada”, escribió Lembke.

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Aunque la “adicción a las redes sociales” no está incluida actualmente en el “Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales”, Lembke dijo a CNN que cree que las redes sociales pueden ser adictivas, basándose en su experiencia clínica y en su conocimiento de cómo están ligadas la conexión humana y la liberación de dopamina.

“Podemos demostrar que las conexiones humanas estimulan la liberación de dopamina, puesto que es la forma en que se refuerzan, y cualquier cosa que estimule la dopamina en la vía de recompensa del cerebro tiene el potencial de ser adictiva”, explicó Lembke.

El apagón de Facebook fue una especie de “experimento accidental en masa que, con suerte, le reveló a la gente lo adicta que se ha vuelto”, dijo Lembke.

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El terapeuta John Duffy afirma que algunos de sus clientes pasan cuatro o más horas al día en las redes sociales, el doble en algunos casos extremos.

“Las personas que están más tiempo en las redes sociales suelen ser las más solitarias, porque no se sienten conectadas. Aunque envíen mensajes a la gente, aunque comenten las publicaciones de la gente, aunque publiquen ellos mismos, hay algo que falta en esa conexión. Es realmente digital, y no es directamente interpersonal”, dijo a CNN.

A los clientes que podrían beneficiarse de ello, Duffy les recomienda una “desintoxicación digital” de un mes para desarrollar una relación más intencionada con las redes sociales. “La gente con la que trabajo ahora simplemente eliminará voluntariamente las aplicaciones de medios sociales, las aplicaciones de noticias y cualquier otra aplicación innecesaria de su teléfono durante un mes de desintoxicación”.

“Veo que cuando la gente se toma un mes de descanso, pasa tal vez un tercio del tiempo que solía pasar en las redes sociales como resultado. También observo un aumento de la autoestima que se corresponde con eso”, dijo Duffy.

El terapeuta matrimonial y familiar Ian Kerner suele asignar a sus clientes tareas que implican frenar el uso de dispositivos durante el tiempo que pasan con sus parejas y familiares.

“La queja número uno que creo que escucho de las parejas es que él o ella siempre está en su teléfono”, dijo Kerner a CNN. Lembke espera que el apagón “anime a la gente a planear intencionadamente abstenerse de las redes sociales, y quizá de sus teléfonos, durante un tiempo”.

Él recomienda dejar las redes sociales por completo, ya sea seleccionando aplicaciones o guardando el teléfono por completo, durante un mes, tiempo suficiente para que las vías de recompensa del cerebro se restablezcan.

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Para tener éxito, según Lembke, es útil planear con anticipación.

“Tal vez podrías hacerlo con un amigo o un familiar, es más fácil que hacerlo solo. Tendrías algún tipo de mensaje o alerta o respuesta automática que permita a la gente saber que estás desconectado durante ese periodo, para que la gente sepa que no tiene que preguntarse dónde estás o qué te pasó”, aconsejó Lembke.

Durante el mes de descanso, debes planificar actividades que te proporcionen “una fuente alternativa de dopamina”, como pasar tiempo en la naturaleza.

“Cuando la gente vuelve a usar (las redes sociales), a menudo el simple hecho de darse cuenta de lo adictos que se han vuelto es una motivación para usarlas de otra manera”, dijo Lembke a CNN.

Algunos de esos cambios pueden incluir eliminar las notificaciones, cambiar la pantalla a escala de grises o establecer un límite de tiempo o días específicos para revisar las aplicaciones, aconsejó.

Fomentar las conexiones significativas en línea y en persona

Todos los expertos con los que habló CNN hicieron hincapié en que las herramientas de las redes sociales tienen muchos efectos positivos en la sociedad, ya que permiten a las personas mantenerse conectadas con sus seres queridos que están en lugares lejanos y les ayudan a desenvolverse mejor emocionalmente durante una pandemia larga, agotadora y aislante.

“Es importante decir que la forma en que estas tecnologías nos permiten ser sociales en línea es muy poderosa y puede hacer mucho bien”, dijo Lembke a CNN.

Además, no todas las conexiones en línea son negativas, al igual que no todas las conexiones en la vida real son positivas, afirmó Lembke.

“Hay casos en los que nuestras conexiones en línea pueden ser más íntimas, más positivas y más poderosas en el buen sentido que las conexiones en la vida real. Si vas a un cóctel y no tienes más que conversaciones superficiales, eso tampoco va a hacer que la gente se sienta bien”, explicó Lembke.

Mientras algunos luchan contra la ansiedad social y la vida en persona se reanuda lentamente, tenemos la oportunidad de replantearnos cómo nos relacionamos con los demás en el mundo real.

“Como sociedad, tenemos que establecer una etiqueta digital y espacios libres de tecnología, en los que dejemos intencionadamente nuestros teléfonos en casa y hagamos un esfuerzo por estar presentes en el momento en la vida real con los demás”, dijo Lembke.

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