Buscaban una nueva vida en Estados Unidos. En su lugar, murieron a manos del ejército de EE.UU.

Kabul, Afganistán (CNN) — Para los militares de Estados Unidos, era un facilitador de ISIS-K que temían que estuviera implicado en un complot para atacar el aeropuerto internacional de Kabul.

Para su familia y sus colegas de una organización estadounidense sin ánimo de lucro, Zamarai Ahmadi, de 43 años, era un trabajador humanitario que solicitaba un visado estadounidense para sacar a su familia del Afganistán controlado por los talibanes.

En las dos semanas transcurridas desde que un dron estadounidense disparó un misil Hellfire contra un coche en un complejo residencial de Kabul, han surgido dos versiones muy diferentes sobre el hombre que, según su familia, murió junto a nueve parientes.

El Pentágono sostiene que al menos un facilitador del ISIS-K murió en lo que el presidente del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, calificó de “ataque justo” contra el complejo el 29 de agosto.

En un comunicado, el Mando Central de EE.UU. señaló “importantes explosiones secundarias” como prueba de una “cantidad sustancial de material explosivo” en el vehículo. Un funcionario de EE.UU. con conocimiento de la operación dijo el jueves a CNN que los operativos rastrearon el coche durante unas ocho horas antes de iniciar el ataque.

Pero las entrevistas de CNN con dos expertos en explosivos y más de dos docenas de familiares, colegas y vecinos de Ahmadi plantean dudas sobre si un facilitador del ISIS-K murió en el ataque y si el coche contenía explosivos.

Sus relatos también suscitan dudas sobre si los militares disponían de suficiente información de inteligencia para lanzar un ataque que, según la familia, acabaría matando a tres hombres que estaban esperando un visado a Estados Unidos y a siete niños de 15 años o menos.

Los preparativos

En los días previos al ataque, la tensión en la capital afgana era elevada. Un atacante suicida del ISIS-K había detonado su chaleco frente a una puerta del aeropuerto internacional Hamid Karzai tres días antes, terminando con la vida de al menos 170 personas y 13 miembros de las fuerzas de Estados Unidos. Y se acercaba el 31 de agosto, fecha límite para que Estados Unidos y sus aliados completaran la evacuación del aeropuerto de personas cada vez más desesperadas.

Tras el atentado, el presidente Joe Biden se mostró firme: “No perdonaremos. No olvidaremos. Los perseguiremos y haremos que paguen”.

“Responderemos con fuerza y precisión a nuestra hora, en el lugar que elijamos y en el momento que elijamos”, advirtió.

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El 28 de agosto, Biden dijo que los comandantes de EE.UU. habían advertido que era “altamente probable” otro ataque terrorista en el aeropuerto en las próximas 24 a 36 horas. “Les indiqué que tomaran todas las medidas posibles para dar prioridad a la protección de las fuerzas”, dijo en un comunicado.

El funcionario estadounidense dijo a CNN que fuentes de inteligencia condujeron a los militares de EE.UU. a un complejo situado a unos 5 kilómetros al noroeste del aeropuerto de Kabul, donde creían que se había planeado o dirigido el ataque al aeropuerto del 26 de agosto.

Como el complejo estaba a unos cientos de metros de un antiguo refugio de ISIS, la ubicación no les sorprendió, añadió el funcionario.

Estados Unidos comenzó a vigilar la casa y envió un dron para sobrevolarla, dijo el funcionario.

29 de agosto, alrededor de las 8.30 de la mañana

Esa mañana, el día de Ahmadi comenzó de forma similar a muchos otros, según sus compañeros de trabajo.

A menudo era su conductor, dijeron, utilizando un Toyota Corolla propiedad de la organización sin ánimo de lucro estadounidense Nutrition and Education International (NEI), donde Ahmadi había trabajado durante 15 años.

A las 8.44 horas, Ahmadi recibió una llamada del director nacional de NEI pidiéndole que recogiera una computadora portátil en casa del colega, según éste, y los registros telefónicos de la llamada.

Pero antes, Ahmadi se dirigió a recoger a un antiguo colega, que pidió que se le llamara Khan para este reportaje por motivos de seguridad. Khan quería ir a la oficina para obtener información sobre las solicitudes de visado de Estados Unidos.

Zamarai Ahmadi era un “empleado humilde, compasivo y humanitario”, según la organización sin ánimo de lucro para la que trabajaba. Algunas partes de la foto se difuminaron por motivos de seguridad.

Khan dijo que Ahmadi llegó a su casa alrededor de las 8.45 de la mañana, y los registros telefónicos confirmaron que llamó por teléfono cuando se detuvo afuera.

Ahmadi y Khan recogieron entonces la computadora de la casa del director de la organización. Ahmadi se bajó del coche para tomar la computadora del padre de su colega, según Khan. Ahmadi llegó a la casa justo antes de las 9 de la mañana, según Khan.

Aproximadamente a la misma hora, los drones que sobrevolaban la zona detectaron un vehículo que salía de un presunto refugio de ISIS, dijo el funcionario de Estados Unidos a CNN. No había muchas entradas y salidas de la casa, así que cuando un vehículo salió, “fue significativo”, dijo el funcionario.

Estados Unidos comenzó a seguir ese vehículo.

El director nacional de la organización dijo que su casa, donde vive con sus padres, tres hermanas, su esposa y sus tres hijos, nunca ha sido un refugio del ISIS. Su familia ha vivido en la residencia durante más de 40 años, dijo. En un comunicado, NEI dijo que la implicación de Ahmadi como simpatizante de un grupo terrorista era “incrédula” y dijo que la acusación de que NEI estaba cooperando indirecta o directamente con el grupo amenazaba la vida de sus empleados.

Justo después de las 9 de la mañana, Ahmadi y Khan recogieron a otro colega en su casa, según Khan, que corroboró la hora con los registros telefónicos.

El trío se detuvo en un puesto de carretera para comprar un desayuno de papas fritas y naan para llevar antes de conducir a la oficina, según Khan.

29 de agosto, de 9 a.m. a 2 p.m.

Mientras los operadores de los drones de Estados Unidos vigilaban el coche desde arriba, el ejército de EE.UU. estaba captando conversaciones de presuntos militantes del ISIS que planeaban más ataques suicidas, dijo el funcionario estadounidense a CNN.

Los servicios de inteligencia indicaron que la célula recogería material y se reuniría con alguien en una motocicleta, dijo el funcionario, sin especificar la hora y el lugar de esos eventos.

Durante las ocho horas siguientes, Estados Unidos observó que el vehículo se detenía y descargaba objetos, y parecía reunirse con alguien en una motocicleta.

“Por lo tanto, parece que se corresponde, o se correspondía, con lo que los servicios de inteligencia sugerían que iba a ocurrir”, dijo el funcionario.

Las imágenes de seguridad muestran a Ahmadi y a dos hombres llegando a la oficina de Nutrition and Education International. Ahmadi lleva lo que parece ser un maletín de computadora portatil. Según los cálculos de CNN, son las 9.36 horas del 29 de agosto. Crédito: Proporcionado por Nutrition and Education International

Los compañeros de trabajo de Ahmadi, sin embargo, describen un día relativamente típico para ellos.

El ambiente en el coche era jovial, dijo Khan, su antiguo compañero de trabajo.

“(Ahmadi) estaba igual, como antes: bromeando, platicando, riendo”, dijo.

Recientemente, NEI, una organización sin ánimo de lucro dedicada a abordar la desnutrición en Afganistán, había estado entregando arroz y soya a campamentos de Kabul llenos de personas que habían huido de los talibanes mientras los militantes reclamaban más territorio regional.

Alrededor de las 9.30 de la mañana, Ahmadi y sus dos pasajeros llegaron a la oficina de NEI, donde comieron el desayuno que habían comprado, según Khan y el director de la asociación.

Tras el desayuno, Ahmadi y otros tres hombres, incluido Khan, se dirigieron a un puesto de seguridad talibán en un distrito cercano para solicitar permiso para el programa de distribución de alimentos. Fue uno de los dos puestos de seguridad que visitaron ese día, según el fundador de NEI, Steven Kwon, y dos de las personas que iban en el coche.

Dos de las personas que iban en el coche dijeron que también visitaron un banco en el centro de la ciudad antes de que el coche regresara a la oficina hacia las 14 horas.

Khan dijo que no recordaba haberse detenido a hablar con un motociclista durante sus viajes de ese día. Las imágenes de CCTV muestran al guardia de seguridad de la oficina conduciendo una moto.

Tanto Khan como otro pasajero dijeron que no vieron nada sospechoso.

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Hacia las 4 de la tarde

A última hora de la tarde, los militares de Estados Unidos observaron algo más que les alarmó: personas que cargaban lo que creían que eran explosivos en la parte trasera del vehículo.

Se vio a las personas manipulando “con delicadeza” objetos que parecían “algo pesados” y cargándolos en el coche, dijo el funcionario de EE.UU. Se consideró que esos objetos eran algún tipo de material explosivo debido a la forma en que los manipulaban, dijo el funcionario, sin detallar qué aspecto tenían los objetos.

Durante las últimas semanas, Ahmadi no tenía agua corriente en su casa, por lo que llenaba recipientes de plástico con agua en el trabajo y se los llevaba a su familia, según sus colegas.

Un vigilante del NEI que pidió que no se le nombrara dijo que, hacia las 3 de la tarde, Ahmadi le pidió ayuda para llenar los contenedores con una manguera, ya que no tenía agua en casa.

Se ve a Ahmadi y a otro hombre sacando una manguera y llevando contenedores. Según los cálculos de CNN, son las 14.34 horas del 29 de agosto. Crédito: Proporcionado por Nutrition and Education International.

Las imágenes del circuito cerrado de televisión de la oficina de NEI obtenidas por CNN muestran a Ahmadi llenando contenedores de plástico con una manguera esa tarde. La marca de tiempo en el video decía que eran las 12.48 a.m. del 28 de agosto, pero había luz afuera, lo que indica que la marca de tiempo era incorrecta. Un periodista de CNN visitó la oficina y confirmó que la marca de tiempo tenía un retraso de casi 38 horas, lo que sugiere que los hombres llenaron los contenedores de plástico alrededor de las 14.30 horas del domingo.

A continuación, los hombres metieron los bidones de agua en la cajuela del coche, según el vigilante del NEI.

Hacia las 16.00 horas, Ahmadi llevó a dos de sus compañeros de trabajo a casa, siguiendo el mismo recorrido en sentido inverso para dejarlos antes de dirigirse al recinto de su familia, según Khan, el excompañero de trabajo.

Sería el último viaje de Ahmadi a casa.

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Hacia las 5 de la tarde

Los niños salieron emocionados a recibir a Ahmadi cuando se detuvo en el patio de la casa que compartía con sus tres hermanos y las esposas e hijos de éstos, dijeron familiares y vecinos.

Ahmadi solía dejar que su hijo Farzad, de 9 años, estacionara el coche, y otros niños solían subir al vehículo, según la familia.

Pero mientras los niños corrían hacia él, un misil Hellfire con una ojiva de entre 6,8 y 9 kilos alcanzó su objetivo.

Tardó menos de un minuto en explotar desde el momento en que fue disparado, según el diario The New York Times. CNN pidió al funcionario de Estados Unidos que comentara el momento en que se disparó el misil, pero éste se negó.

El coche fue devorado por las llamas, según los relatos de los testigos y el video del lugar de los hechos.

En total, murieron 10 personas, entre ellas siete niños, cuatro de los cuales estaban en el coche en el momento del ataque, según la familia. Estados Unidos cuestiona estas cifras.

El futuro yerno de Ahmadi, Naser Haidari, antiguo guardia de seguridad del ejército estadounidense que hasta hace poco servía en las fuerzas afganas, murió mientras se lavaba en el patio antes de las oraciones de la tarde, según la familia. El hijo de Ahmadi, Zamir, de 19 años, al que sus amigos describen como un amante de la moda, también murió.

“Hubo gritos de todo el mundo, no solo míos”, dijo Samia, la hija de Ahmadi, que iba a casarse con Haidari en los próximos días. “Al principio pensé que se trataba de un atentado contra todo Afganistán y que todos los lugares debían estar tomados por los terroristas. No sabía que el ataque era solo en nuestra casa”.

El hermano de Ahmadi, Romal, perdió a sus tres hijos en el ataque. La esposa de Romal, Arezo Ahmadi, dijo que le cayeron cristales rotos en la cara inmediatamente después de la explosión, y que salió corriendo, gritando por sus hijas.

“Había sangre por todas partes”, dijo. “Corrimos hacia todos, para ver si podíamos salvarlos”.

“Vi los cuerpos, estaban todos quemados”, dijo el vecino Karim Ahmadi, sin relación con Zamarai Ahmadi. “El coche había quedado totalmente destruido. Los trozos de carne habían volado por todas partes”.

Según el funcionario de Estados Unidos, los que dispararon observaron al conductor y a un hombre adulto cuando dispararon. No se pudo ver a ningún niño en el coche, y solo después de que se había disparado el misil vieron a los niños en el video del dron acercándose al coche, según el funcionario.

Inmediatamente después del ataque, un portavoz del Mando Central de Estados Unidos dijo que los primeros indicios sugerían que no había víctimas civiles.

Más tarde ese mismo día, el portavoz dijo que el Mando Central estaba al tanto de los informes sobre víctimas civiles, aunque sugirió que podrían haber sido causadas por “explosiones posteriores”.

“Estamos investigando esto. No me voy a adelantar. Pero, si tenemos información verificable de que, de hecho, se cobró una vida inocente aquí, también seremos transparentes al respecto. Nadie quiere que eso ocurra”, dijo el portavoz del Pentágono, John F. Kirby, el 31 de agosto.

El trabajador estadounidense sin ánimo de lucro Zamarai Ahmadi, tercero por la izquierda, estaba solicitando un visado para Estados Unidos para él, su esposa Anisa y sus hijos Zamir, Zamira, Faisal y Farzad.

Tres días después del ataque, el Departamento de Defensa de Estados Unidos reconoció por primera vez que otras personas habían muerto en el ataque. Milley dijo que EE.UU. contaba con muy buena información de inteligencia, y que había pasado por el “mismo nivel de rigor que hemos hecho durante años”.

“Al menos una de esas personas que murieron era un facilitador de ISIS”, dijo Milley en una conferencia de prensa el 1 de septiembre.

“Entonces, ¿hubo otros muertos? Sí, hay otros muertos. No sabemos quiénes son. Intentaremos aclarar todo eso”.

En una comparecencia ante el Congreso el lunes, durante una audiencia de la comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, el secretario de Estado Antony Blinken dijo que el ataque estaba siendo analizado “muy cuidadosamente” por otros miembros de la administración.

“Ningún país en la tierra, ningún gobierno, toma más precauciones para tratar de asegurar que alguien que no sea el objetivo terrorista sea golpeado usando un dron o por cualquier otro medio”, dijo. “Pero ciertamente sabemos que en el pasado, los civiles han sido heridos y han muerto en estos ataques”.

Las secuelas

CNN visitó la casa de Ahmadi pocas horas después del ataque y encontró el esqueleto carbonizado de su coche retorcido en el patio.

Los cristales rotos y los escombros estaban desperdigados por el patio de concreto. Las ventanillas de un todoterreno granate cercano estaban destrozadas y la cajuela se había ennegrecido.

Pero los toscos muros de arcilla que rodeaban el patio seguían en pie.

Tras el ataque, Estados Unidos señaló “importantes explosiones secundarias” como prueba clave de que el coche contenía explosivos. Dos funcionarios que vieron las imágenes de vigilancia de Estados Unidos tras el ataque confirmaron a CNN que hubo grandes explosiones secundarias.

“Estaba cargado y listo para salir”, dijo un funcionario poco después del ataque.

Pero el funcionario de EE.UU. dijo a CNN este jueves que había habido una “explosión secundaria”, en lugar de las múltiples explosiones que otros funcionarios estadounidenses describieron inmediatamente después del ataque, y dijo que las investigaciones iniciales confirmaron que había al menos tres presuntas víctimas civiles.

Familiares y vecinos inspeccionan los restos del ataque con misiles Hellfire de Estados Unidos en el complejo residencial de Kabul. (Jim Huylebroek/The New York Times)

Dos expertos que revisaron extensas imágenes filmadas en el lugar por CNN dicen que la escena es consistente con las consecuencias de un ataque Hellfire, pero ambos dicen que no hay evidencia de una “explosión secundaria significativa” y mucho menos de múltiples explosiones.

Señalan los escasos daños sufridos por un vehículo que estaba estacionado en las inmediaciones y por los muros circundantes del patio, que permanecen prácticamente intactos.

Uno de esos expertos, Brian Castner, antiguo oficial de desactivación de explosivos del ejército de Estados Unidos en Iraq que ahora trabaja como investigador de crímenes de guerra para Amnistía Internacional, dijo que el lugar mostraba indicios de una explosión inicial seguida de un incendio de un vehículo. No vio ningún indicio de una explosión secundaria significativa.

“Si realmente hubiera habido una ‘explosión secundaria significativa’, ese muro debería estar derribado, el árbol debería haber desaparecido del centro, el todoterreno debería estar volcado de lado”, dijo sobre el vehículo que estaba estacionado cerca.

Castner dijo que el daño podría ser consistente con la detonación de un solo chaleco suicida de 2,5 kilos, algo que no se consideraría una explosión secundaria significativa, pero para determinarlo de manera concluyente se necesitaría una investigación forense del lugar. En una conferencia de prensa celebrada el lunes, Kirby dijo que no conocía ninguna opción que permitiera a los investigadores desplazarse a Kabul para completar su evaluación.

La causa de la explosión secundaria sigue siendo objeto de estudio, dijo el funcionario estadounidense, que afirmó que la explosión secundaria fue entre cuatro y cinco veces mayor que la inicial.

Aunque el funcionario admitió que el vehículo no estaba “repleto de material explosivo”, dijo que la explosión era compatible con un par de chalecos suicidas de 6,8 kilos, un gran número de chalecos suicidas de 1,3 a 2,5 kilos o material explosivo suelto que se había colocado en la parte trasera del vehículo.

El funcionario reconoció que la explosión secundaria también podría haber sido causada por un cilindro de gas.

Pero un ingeniero de explosivos internacional, que pidió no ser nombrado por razones profesionales y que vio el video de CNN de la escena, dijo que no había ninguna evidencia de una explosión secundaria cuatro o cinco veces mayor que la explosión inicial. Para ello, el coche habría tenido que contener mucho más material explosivo, y la explosión habría dañado el coche, la vegetación y el muro cercanos, dijo.

“Con las pruebas que se han presentado, el gobierno de Estados Unidos le está buscando más pies al gato”, dijo el ingeniero.

Demandas por justicia

El funcionario de Estados Unidos señaló una última prueba de que habían matado con éxito a un facilitador del ISIS-K: inmediatamente después del ataque con drones, las conversaciones de los terroristas cesaron.

Sin embargo, en declaraciones a CNN el sábado, un portavoz del ISIS-K negó que alguna de las víctimas estuviera relacionada con el grupo terrorista. El ISIS-K también se adjudicó un ataque fallido contra el aeropuerto al día siguiente, cuando al menos cinco cohetes fueron derribados por el sistema de defensa antimisiles del aeropuerto. Un coche calcinado que había sido modificado con múltiples tubos parecía confirmar que el vehículo había sido utilizado como plataforma de lanzamiento de misiles improvisados.

El análisis de CNN muestra que ese coche también era un Toyota Corolla, un coche común en Kabul, y la misma marca que el coche que conducía Ahmadi.

El ISIS se adjudicó la autoría de un ataque frustrado con cohetes contra el aeropuerto internacional de Kabul.(AP Photo/Khwaja Tawfiq Sediqi)

Kabul está ahora gobernada por los talibanes, enemigos de la organización terrorista ISIS-K. Un portavoz de los talibanes dijo el viernes a CNN que no creían que la familia de Ahmadi estuviera asociada al ISIS-K y que no estaban investigando el incidente.

Shoaib Haider, un juez que también es primo segundo de Ahmadi, quiere que el ataque se investigue como un posible crimen de guerra de Estados Unidos.

“Esperamos que las Naciones Unidas y los defensores de los derechos humanos lleven a cabo una evaluación de este tipo de incidentes, para que incidentes trágicos como éste, en el que niños inocentes y miembros de una familia fueron eliminados (no ocurran) en el futuro”, dijo.

Emal Ahmadi, uno de los hermanos de Ahmadi y padre de Malika, una niña de 2 años que murió en el atentado, calificó a Estados Unidos de “traidores”. Emal trabajaba anteriormente para una empresa estadounidense y había estado en proceso de solicitar un visado para Estados Unidos, dijo.

“(EE.UU.) debería investigar y luego apuntar”, dijo. “¿Cómo se sabe desde el cielo lo que hay aquí? Había niños dentro y alrededor del coche y les apuntaron. ¿No es un delito?”

La ley en torno a los ataques con drones es complicada, y no siempre es posible una transparencia total, dijo Gloria Gaggioli, directora de la Academia de Derecho Internacional Humanitario y Derechos Humanos de Ginebra. “Esto no significa que sea aceptable una falta total de responsabilidad”, dijo.

William Boothby, experto en derecho internacional humanitario y autor de un libro sobre el derecho relacionado con la selección de objetivos, dijo que los Estados están obligados a hacer todo lo posible para verificar la legalidad de su objetivo. Pero no tomar las debidas precauciones no es un crimen de guerra según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, y sin embargo, Estados Unidos no es parte del estatuto, dijo Boothby.

Pero aunque el ataque no sea ilegal, plantea cuestiones morales. Estados Unidos ha mostrado anteriormente un “nivel de negligencia” a la hora de distinguir a los civiles de los objetivos, y a menudo ha tardado en admitir las bajas civiles o en pagar indemnizaciones, dijo Castner.

Con la retirada de Estados Unidos de Afganistán, los ataques con menos información podrían ser más frecuentes, advirtió.

“En cierto modo, es más de lo mismo, y en cierto modo, va a ser aún más la falta de supervisión, los desafíos con la inteligencia, y más de estos casos en los que pueden o no haber atacado al objetivo correcto”, dijo Castner.

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Han pasado dos semanas desde el atentado, y la familia de Ahmadi sigue luchando por comprender la pérdida de sus seres queridos.

También han perdido una posible vía de salida de Afganistán; la familia había presentado múltiples solicitudes de visado para Estados Unidos entre ellos, incluidas las solicitudes a nombre de Zamarai Ahmadi y Naser Haidari. La familia teme ahora que cualquier vínculo percibido con ISIS-K los exponga al peligro de los talibanes. A NEI le preocupa que Estados Unidos haya convertido a sus compañeros en un objetivo aún mayor, y quiere que el país les ayude a evacuarlos y reubicarlos.

Samia, que perdió a su prometido, a su padre y a tres de sus hermanos en la explosión, siente que no le queda nadie en Afganistán.

“(Mi prometido) siempre me dijo que nos sacaría de aquí. Ahora, Estados Unidos debería sacarnos de aquí”, dijo.

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