(CNN) — Cuando el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, finalmente rompió su silencio sobre el caos que se estaba desarrollando en Afganistán, los aliados europeos que habían tenido grandes esperanzas de un reinicio en la alianza transatlántica quedaron consternados.
Su decepción no fue por el contenido del discurso de Biden, sino por la óptica de “EE.UU. Primero” del líder del mundo libre, lavándose las manos de un problema global. La decisión unilateral de retirarse pareció contradecir un poco la afirmación de Biden al ingresar a la Casa Blanca de que “Estados Unidos ha regresado”.
Una crisis como la que se está desarrollando en Afganistán, para algunos, ha recalcado la triste realidad de que, sin Estados Unidos, la capacidad inmediata de Europa para controlar su propio destino es limitada.
De Londres a París, de Bruselas a Berlín, la repentina caída de Kabul arrojó luz sobre el limitado peso diplomático, la capacidad militar y la estabilidad política de Europa.
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Diplomáticos y funcionarios de Europa, preocupados
Diplomáticos y funcionarios de todo el continente han expresado en privado su pesar por el hecho de que aquí es donde estamos: si Estados Unidos dice que se acabó, se acabó.
Sabemos por los comentarios hechos por el secretario de Defensa del Reino Unido, Ben Wallace, que pensó que la retirada fue un error y señaló la victoria de los talibanes. Los funcionarios del gobierno del Reino Unido le dijeron a CNN que habían intentado alentar a las administraciones de Trump y Biden a reducir la velocidad de la retirada, pero no lograron convencerlos.
Wallace dijo en una entrevista reciente a Sky News que cuando Estados Unidos “tomó esa decisión, por la forma en que todos estábamos configurados eso significó que teníamos que irnos”.
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Varios funcionarios y diplomáticos europeos le contaron a CNN su conmoción por la afirmación de Biden de que el único interés de Estados Unidos en Afganistán era neutralizar a los terroristas que atacaron a Estados Unidos en 2001 y evitar nuevos ataques en suelo estadounidense.
Ahora temen las consecuencias humanitarias y políticas de la migración masiva desde un país dirigido por militantes que históricamente han albergado a terroristas y que está conectado a Europa continental por tierra.
Europa, más expuesta ante la situación de Afganistán
Sin el poder de Estados Unidos para controlar la situación, Europa está indudablemente más expuesta. Como dijo un funcionario de la UE: “Cuando Estados Unidos cambió de rumbo sobre Siria, provocó una crisis en Europa, no en Estados Unidos”.
Cuando el expresidente Barack Obama cambió su decisión de atacar al régimen del presidente sirio Bashar al-Assad, luego de los informes de que estaba gaseando a sus propios ciudadanos, tuvo un efecto en cadena que todavía se siente hoy.
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No solo millones de sirios acudieron en masa a Europa en busca de refugio, sino que el vacío dejado por Estados Unidos dejó espacio para que los grupos terroristas construyeran bases desde donde pudieran lanzar e inspirar ataques en todo el mundo.
La geografía y la historia sugieren que, una vez que Estados Unidos se haya ido y los talibanes tomen el control total de Afganistán, los ciudadanos comunes que no sean evacuados temen la persecución harán todo lo posible por huir del país hacia un lugar más seguro.
Eso significa que Europa pronto podría ver grandes volúmenes de migración de personas que buscan refugio. A su vez, esto presenta a Europa, especialmente a la UE, con una serie de problemas que podría tener dificultades para manejar.
Una situación que recuerda a Siria
Si los números de las personas que huyen de Afganistán se parecen en algo a los que vinieron de la Siria devastada por la guerra en 2015, la UE tiene básicamente dos opciones: pagar a los vecinos de la región para que retengan a los refugiados o acordar un acuerdo de cuotas en el bloque de 27 países.
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Políticamente, la UE no se encuentra en un buen lugar para llegar a un acuerdo de este tipo, por lo que se inclina hacia el primero. Sin embargo, Bruselas intentó esto en 2015 cuando le dio dinero al gobierno del presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan para detener el flujo de migrantes al bloque.
“Han aprendido todas las lecciones equivocadas de 2015, donde cerrar un trato con Turquía resultó dramáticamente contraproducente cuando el presidente Erdogan decidió que era políticamente conveniente utilizar a estas personas como armas, dejándolas ir a Grecia”, dice Zoe Gardner, asesora de políticas de Consejo de Bienestar de los Inmigrantes.
El hecho de que Erdogan pudiera convertir a los refugiados en armas fue, dice Gardner, un síntoma de que los políticos populistas tratan a las personas que huyen de las zonas de guerra como peligrosas y algo a lo que temer.
“Significa que la gente sospecha intrínsecamente de ellos, por lo que el punto de partida es que las personas tienen sentimientos negativos hacia ellos. Eso a menudo significa que se les trata mal y hace que los gobiernos tomen líneas más duras para mantenerlos fuera. Lo que, lamentablemente, significa que quienes están decididos a venir son vulnerables a los contrabandistas y traficantes de personas”, dice.
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Un panorama difícil para los más vulnerables
Tineke Strik, miembro de la comisión de asuntos exteriores del Parlamento Europeo, es pesimista sobre la voluntad política del bloque para llegar a un acuerdo. A su vez, eso probablemente signifique condiciones aún peores para estas personas ya vulnerables.
“En muchos estados miembros existe un sentimiento anti-refugiados, ya sea en el gobierno o en la oposición. Esto no solo hace que los oponentes políticos se enfrenten entre sí, sino también a las naciones que ven capital político en adoptar una postura más dura. En los países fronterizos, esto podría significar vallas y gases lacrimógenos dirigidos a personas que huyen de las condiciones más espantosas”, dice.
Los funcionarios de la UE son muy conscientes de los innumerables riesgos que plantea este sentimiento antiinmigrante.
La retórica anti-migrante
Tras la crisis migratoria de 2015, los grupos euroescépticos de extrema derecha obtuvieron importantes avances políticos a través de la retórica anti-migrante y anti-UE. Algunos de estos políticos tuvieron tanto éxito que cambiaron el terreno del centro político.
En Francia, Alemania, los Países Bajos y Dinamarca, los principales partidos políticos utilizan ahora el lenguaje de la extrema derecha para proteger su base.
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Ayuda a la causa populista que históricamente tanto las rutas legales como las ilegales hacia Europa han sido explotadas por personas que buscan llevar a cabo ataques en Europa continental. Aunque obviamente estas personas representan una minoría muy pequeña.
La combinación de preocupaciones por la seguridad, el sentimiento anti-migrante, la retórica anti-UE y estados miembros que quieren parecer duros hace la vida extremadamente difícil para Bruselas, que se imagina a sí misma como una de las principales promotoras mundiales de los derechos humanos, la libertad y la democracia.
Un funcionario de la Comisión de la UE explicó a CNN que quería continuar financiando proyectos humanitarios en Afganistán que apoyaran los derechos humanos, los derechos de las mujeres y la defensa de la democracia. Pero que sería difícil vender a los estados miembros ahora que Estados Unidos se ha rescatado y los talibanes están en cargo.
Si de repente se les pide a los estados miembros que acojan a miles de ciudadanos afganos, es posible que sean incluso menos comprensivos.
Más allá de la UE, la crisis ha puesto de manifiesto cuánto dependían los europeos del poder de la seguridad estadounidense a través de la OTAN.
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Medidas urgentes
“Mi temor es que si el mundo siente que ya no puede mirar con el mismo nivel de certeza y confianza a Estados Unidos o la OTAN…veremos movimientos envalentonados de actores hostiles o antipáticos ante la idea de una Europa más unida”, le dijo a CNN Roberta Metsola, miembro del comité del Parlamento Europeo que trabaja en migración y seguridad fronteriza.
“Eso significa que Europa debe darse cuenta de que el peso del orden mundial democrático y de seguridad recae más sobre los hombros de Europa. Es una llamada de atención que hemos pospuesto demasiadas veces”, agrega.
Algunos ya están pidiendo que se tomen medidas urgentes para abordar este problema. Tom Tugendhat, un legislador británico que sirvió en Afganistán, habló en un conmovedor discurso ante el Parlamento del Reino Unido de la necesidad de “revitalizar a nuestros socios europeo-OTAN, para asegurarnos de que no dependemos de un solo aliado, de la decisión de un líder único… y asegurarse de mantener la línea unida”.
Europa y un largo camino por recorrer
Para que Europa llegue al punto que describen Metsola y Tugendhat, hay un largo camino por recorrer. El Reino Unido, que tiene el segundo gasto militar más grande de la OTAN, sintió que no tenía otra opción que seguir a Estados Unidos hasta la salida.
La UE ha hablado durante mucho tiempo sobre la consolidación de su gasto militar, pero es un tema en el que los estados miembros están tan divididos que para que Bruselas tenga algo como el poder para tapar el agujero que dejó Estados Unidos en Afganistán, tomaría décadas.
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La decisión y la falta de arrepentimiento de Biden han sido criticadas por muchas razones. Pero quizás el aspecto menos aceptable es que Estados Unidos, sin rodeos, tiene el lujo de poder irse de una manera que Europa, y otros vecinos regionales, no pueden.
Tugendhat cerró su discurso el miércoles diciendo: “Así es como se ve la derrota: cuando ya no tienes la opción de ayudar. Esto no tiene por qué ser una derrota, pero en este momento, se siente como una”.
El mundo libre, sin su líder, no está en condiciones de arreglar este lío y defender los valores que tanto aprecia. Y ciertamente se están agotando las opciones de cómo ayudar.
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