Las truchas pueden volverse adictas a la metanfetamina presente en el agua

(CNN) — La trucha marrón puede volverse adicta a la metanfetamina cuando esta droga ilegal se acumula en las vías fluviales, según una nueva investigación.

Un grupo de investigadores dirigidos por Pavel Horky, profesional de la Ecología del comportamiento de la Universidad Checa de Ciencias de la Vida en Praga, se propuso estudiar si las drogas ilícitas que están en los cuerpos de agua alteran el comportamiento de los peces, según el estudio publicado el martes.

El equipo introdujo 40 truchas comunes en un tanque de agua con los mismos niveles de metanfetamina que se han encontrado en ríos de agua dulce. Permanecieron allí durante un período de ocho semanas y luego las transfirieron a un tanque limpio.

Después los investigadores controlaron, cada dos días, si las truchas sufrían síndrome de abstinencia de la metanfetamina al darles la opción de elegir entre agua que contenía la droga y agua que no. Se utilizaron 40 truchas más como grupo de control.

Los investigadores expusieron a 40 truchas a la metanfetamina durante ocho semanas.

Truchas con síndrome de abstinencia de metanfetamina

Las truchas que había pasado ocho semanas en agua que contenía metanfetamina seleccionaron en agua que contenía la droga durante los cuatro días posteriores a que se las transfiriera a agua dulce.

Esto indica que sufrían síndrome de abstinencia, porque buscaban la droga cuando estaba disponible, según los investigadores.

El equipo descubrió que los peces adictos eran menos activos que los que nunca habían estado expuestos a la metanfetamina. Además encontraron rastros de la droga en sus cerebros hasta 10 días después de la exposición.

Los investigadores concluyeron que incluso niveles bajos de drogas ilícitas en los cuerpos de agua pueden afectar a los animales que viven en ellos.

Las drogas que excretan los consumidores viajan a través de los sistemas de alcantarillado y llegan a las plantas de tratamiento de aguas residuales, que no están diseñadas para tratar este tipo de contaminación, según el estudio.

“Los peces son sensibles a los efectos adversos de muchas drogas neurológicamente activas, desde el alcohol hasta la cocaína, y pueden desarrollar adicción a las drogas relacionada con el circuito de recompensa de la dopamina de manera similar a los humanos”, dijo Horky a CNN por correo electrónico.

Horky manifestó su preocupación de que esta adicción a las drogas podría hacer que los peces pasen más tiempo cerca de los sitios donde se descargan las aguas tratadas, que no son saludables para ellos.

“Tales efectos podrían cambiar el funcionamiento de ecosistemas enteros, ya que las consecuencias adversas son importantes tanto a nivel individual como de población”, dijo.

Las ansias de drogas podrían llegar a ser más poderosas que recompensas naturales como las de la búsqueda de comida y el apareamiento, agregó.

Los investigadores luego sacrificaron a los peces y analizaron sus tejidos cerebrales.

Contaminación menos visible

El estudio pone de manifiesto cómo los seres humanos contaminan el medio ambiente natural más allá de los casos más visibles como los derrames de petróleo y el desecho de residuos plásticos.

Horky dijo que los hallazgos de la investigación además tienen implicaciones en lo que refiere a los efectos en la vida acuática de los medicamentos recetados como la fluoxetina, comúnmente conocida como Prozac.

“Investigaciones actuales de equipos de todo el mundo muestran sin lugar a dudas el impacto adverso en los ecosistemas, que a su vez pueden influir en los seres humanos”, dijo.

En el 2050 habrá más plástico que peces en el océano, según el FMI 1:56

El estudio se publicó en la revista Journal of Experimental Biology.

No es la primera vez que la vida acuática siente el efecto del uso de fármacos por parte de los humanos.

En mayo de 2019, investigadores del Reino Unido dijeron que habían encontrado rastros de drogas ilícitas, fármacos y pesticidas en muestras de camarones de agua dulce.

Por otra parte, en mayo de 2018, científicos que trabajaban en el estrecho de Puget, una ensenada del océano Pacífico localizada lo largo de la costa noroeste del estado de Washington en Estados Unidos, dijeron que los mejillones en el área habían dado positivo por oxicodona, un opioide recetado.

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