OPINIÓN | 7 lecciones que dejó la lucha por el aborto legal en Argentina para América Latina

Nota del editor: Mariela Belski es directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina. Fue docente, investigadora e integrante de la Clínica Jurídica de Derecho de Interés Público de la Universidad de Palermo. Exconsultora del PNUD y de UNESCO. Trabajó más de 10 años en el sector público. Fue asesora legal de distintas secretarías del Gobierno Nacional y del de la Ciudad de Buenos Aires. Entre 2003 y 2006, fue responsable del área de Acceso a la Información Pública de la Asociación por los Derechos Civiles (ADC). En la misma organización, desde 2006, se desempeñó como directora del área de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y en 2009, fue designada coordinadora institucional. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor. Puedes leer más artículos como este en cnne.com/opinión.

(CNN Español) — La legalización del aborto en Argentina fue una conquista del conjunto de la sociedad. El movimiento de mujeres mostró su perseverancia y resiliencia en un camino que contó con avances y retrocesos. Al mismo tiempo, generó un fuerte cimbronazo en la región y potenció los reclamos para que los Estados reconozcan el derecho de las mujeres, niñas y personas con capacidad de gestar a tomar decisiones libres e informadas sobre sus cuerpos. En Argentina hoy día el aborto es de acceso libre y legal hasta la semana 14 de gestación.

Hoy, el Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer (este 28 de mayo), queremos compartir algunas de las lecciones aprendidas en el recorrido que permitió obtener la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, el 30 de diciembre de 2020.

1. Articular un movimiento amplio, transversal y activo de apoyo a la legalización del aborto

Luego de décadas de luchas, se creó en 2005 la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito en Argentina. Este espacio dio unidad a diversos grupos feministas, movimientos sociales, partidarios, de defensa de derechos humanos, de las diversidades sexuales, profesionales de la salud, espacios culturales y académicos que hasta el momento se encontraban dispersos, en un movimiento nacional y federal. El pañuelo verde se transformó en un potente símbolo que dio identidad a una lucha y trascendió fronteras.

2. La lucha por el derecho al aborto debe enmarcarse en la defensa de los derechos humanos

Un aporte realizado por Amnistía Internacional y otras organizaciones fue acercar argumentos legales basados en el derecho internacional. La alianza del movimiento de mujeres y de derechos humanos potenció la capacidad de incidir en distintos ámbitos estatales y llegar a nuevas audiencias. Bajo esta mirada, el derecho al aborto debe ser entendido como un derecho humano y el Estado está obligado, por sus compromisos internacionales, a garantizarlo.

En ese sentido, el debate dejó claro que la penalización y las restricciones a la interrupción del embarazo niegan derechos a las mujeres, como el derecho a la salud, la vida, la integridad física, la seguridad y la igualdad, entre otros. Y que el aborto inseguro no disminuye el número de abortos, pero sí genera serios riesgos para la salud de las personas con capacidad de gestar.

3. Buscar un apoyo amplio que logre romper los cercos partidarios

Para alcanzar la sanción de la ley, fue clave persuadir a miembros de distintas fuerzas políticas. En nuestras sociedades, donde la Iglesia católica mantiene un fuerte poder de lobby, abonar los lazos solidarios entre las y los representantes con una misma mirada sobre la necesidad de despenalizar y legalizar el aborto fue decisiva. En este proceso, no caer en provocaciones y siempre estar disponibles y con un objetivo claro y compartido fue fundamental para lograr apoyos dentro de cada fuerza partidaria. En 2020, el Congreso argentino debatió un proyecto elaborado por el Poder Ejecutivo. La voluntad presidencial de que este proyecto se hiciera realidad y sus esfuerzos para sumar votos dentro de su propio bloque político y en otras fuerzas con el objetivo de alcanzar la mayoría necesaria no pueden soslayarse.

4. Es muy valioso sumar las voces de personajes relevantes de la cultura

El colectivo Actrices Argentinas, periodistas, escritoras, cantantes, influencers y deportistas pusieron el cuerpo para argumentar, presionar y difundir el reclamo por el aborto legal. Esto, sin dudas, tuvo un gran valor para que el derecho al aborto entrara en las casas, las aulas, los medios y que más mujeres se animaran a manifestar públicamente su posición favorable y, de esa manera, aumentar la masa crítica de apoyo.

5. El involucramiento de las juventudes hace la diferencia

El reclamo contra los femicidios que convocó multitudes bajo la consigna de #NiUnaMenos tuvo como nota destacada la presencia de un nuevo actor: los jóvenes. Esa misma presencia fue multitudinaria en el primer debate parlamentario para despenalizar y legalizar el aborto, cuando en 2018 no se consiguieron los votos necesarios. Las imágenes de miles de jóvenes con pañuelos y purpurina verde fueron algunas de las postales más poderosas que dejó esa fría noche. El activismo juvenil en escuelas, universidades, eventos culturales y acciones políticas tomó a la legalización del aborto como una de sus banderas.

6. La presión internacional consigue inclinar la balanza

Los Gobiernos son permeables a los reclamos de la opinión pública. Durante el debate por el derecho al aborto, el mundo miró hacia Argentina. Activistas, artistas y académicas de distintos países hicieron llegar sus mensajes. Desde Amnistía Internacional reunimos 250.000 firmas que fueron entregadas al Senado argentino. Además, en la contratapa de The New York Times Internacional publicamos la imagen de una percha, con la leyenda “Adiós al aborto clandestino. Argentina, el mundo te está mirando”. Sería imposible mencionar todos los mensajes de apoyo recibidos. Cada uno de ellos jugó un rol fundamental para generar el clima adecuado para la aprobación del proyecto.

7. El litigio como una estrategia de activismo feminista

Los tribunales se transformaron en un espacio de interlocución, presión, acción y promoción de derechos. El caso F.A.L., donde la Corte Suprema reafirmó que el aborto no puede ser considerado un delito cuando el embarazo es consecuencia de una violación, sentó un precedente valiosísimo en un momento en el que el aborto no era necesariamente un tema de agenda pública o política. Las organizaciones de derechos humanos entendimos que había un terreno fértil para avanzar hacia la ampliación de los derechos de las mujeres y posicionar la necesidad de despenalizar y legalizar el aborto en el espacio judicial.

Si bien resulta imposible todavía evaluar el impacto que tuvo cada una de estas y otras estrategias judiciales en torno al aborto legal en nuestro país, no hay duda que, para la defensa de la ley, el litigio resulta clave.

La legalización del aborto en nuestra región, la más desigual del mundo, es una cuestión urgente y un imperativo de derechos humanos. Aún nos queda un largo camino por recorrer, pero la experiencia en Argentina demuestra que el cambio está en nuestras manos.

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