Argentina, la tierra prometida para Ousmane N’dong

(CNN Español) — Fue el día soñado para Ousmane N’dong. El 14 de noviembre de 2020 «fue una fecha hermosa para mí», dice con la sonrisa que le inunda el rostro. No solo eso: también fue el primer futbolista senegalés en debutar en la primera división de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) de su historia. Ese día de la primavera austral, Ousmane debutó con 21 años en la primera división del Club Atlético Lanús enfrentando a Newell’s All Boys de Rosario.

La radio y la televisión mencionaron un nombre con dispar resultado fonético y daban cuenta de este joven que llegó desde Senegal en 2018 a un país que le era tan desconocido. «Sabía de Messi… y de Maradona, por supuesto» nos narra, con una sonrisa cordial que busca enunciar la magnitud del arrojo que lo disparó a realizar esta aventura.

Ese periplo comenzó en Rufisque, la ciudad donde nació, en la región de Dakar, la capital de Senegal. Allí, un día, mientras estaba en una práctica, imprevistamente se le acercó una persona que le ofreció cruzar el Atlántico. Una mezcla de emociones se apoderó de este joven que pasó de la sorpresa a la alegría y a la incertidumbre sobre qué hacer. Su sueño de jugar al fútbol en Italia o Francia, donde están algunos de sus amigos, tomaba otra dirección. Su papá tenía cierto temor por dejar ir a su hijo a un país tan distante como desconocido. Pero «mi sueño era jugar al fútbol profesional» y eso fue lo que terminó inclinando la balanza. Tras seis meses de trámites de rigor llegó a Buenos Aires.

«No me sorprendió Argentina, pero sí me costó mucho adaptarme», nos comenta con un tono más aplomado que da cuenta de esa personalidad serena y respetuosa que lo contiene. Lo dice Ousmane en el apartamento del barrio de Villa Urquiza donde vive. Por primera vez no mira fijo a los ojos y el timbre de su voz luce distinto. Ha pasado la pandemia de coronavirus solo en su apartamento. Solo salía el 15 de cada mes a comprar sus víveres. En su mirada se vio un fugaz destello de aflicción por esa experiencia vivida.

«Sé que hay mucha más gente que ahí afuera que la pasó peor que yo», dice. Se hace un silencio de unos instantes y mira a su derecha, hacia el retrato de una joven y bella mujer. «Es mi mamá… murió con 44 años estando yo aquí y no me pude despedir».

A cada práctica desde Buenos Aires hacia la ciudad de Lanús -en el sur del Gran Buenos Aires- lo lleva su representante Marcelo Simonian. Nos pide especialmente mencionarlo dado que él «me permitió vivir en su casa en los primeros tiempos y hasta el día de hoy me lleva cada día al club», dice con una muestra de gratitud que lo transporta hacia otro nombre propio, Cristian Ferreira. Amigo y jugador de River Plate que, por compartir representante, fue clave en la adaptación de una ciudad tan imponente como lo es Buenos Aires.

Ousmane se ríe con ganas cuando dice que en las prácticas y en los partidos le dicen «negro» por esto, «negro» por aquello, «negro», achica, «negro», dámela. «Sé que es cariñoso y que no hay racismo», dice sobre un tema tan importante y en el cual, remarca, nunca se ha sentido discriminado en su estadía en Argentina. Mientras pasaban los días trabajó duro para asimilar el fútbol de esta parte del mundo, aunque al principio fue «muy difícil» adaptarse pues «es muy grosso» como se juega aquí. El fútbol que se juega en Argentina está considerado entre los más exigentes del mundo y eso fue lo que impactó a Ousmane. «Es muy intenso y con mucha calidad», muy distinto al fútbol de «dejar jugar y tocar» que tienen en su país. Es un fútbol con más «mañas», comenta, y muestra orgullo por haberlo asimilado con destreza el uso del idioma español.

Dice que articular la lengua española fue clave para sentirse integrado en el fútbol y en la sociedad argentina. Le llevó ocho a nueve meses y tras un año y medio habla la lengua con fluidez y amplio vocabulario. Tanto como los otros idiomas que habla, francés, inglés y wolof (lengua oficial de Senegal).

Durante el año que no pudo jugar oficialmente por demoras burocráticas en los papeles. Aprendió más del juego y su filosofía viendo las prácticas de la Primera División y luego la División Reserva. Se siente orgulloso y se sensibiliza cuando recuerda otro momento muy especial de vida deportiva: «En reserva fuimos campeones y yo fui el capitán» de Lanús. Ese día en el vestuario sintió que el esfuerzo estaba rindiendo sus frutos y lloró cuando sus compañeros le cantaron «negro, negro, negro», como tributo al mariscal del equipo. Y es que Ousmane desde el puesto de defensor central que ocupa marca presencia, personalidad e impone respeto con su 1,92 de estatura.

«Yo lo único que quería era llegar a primera» por eso dice que no le importó haber llegado como «5» -volante central- y que lo hayan pasado a defensor. Se ríe con ganas cuando nos dice que ahora le gusta más este puesto. Ese puesto de volante central es el que le dio destreza con el balón y el que le permitió marcar un gol ante Arsenal en un amistoso. Estas son algunas ‘medallas’ que muestra en su pecho y es lo que nos narra que habla cada día por teléfono con su papá y sus dos hermanos menores. El tener «solo tres horas» de diferencia con Senegal le permite hablar cada día, pues dice que si bien está habituado a Argentina, también extraña a su familia, a sus amigos y la comida. Por eso espera pronto visitarlos tanto como el sueño de que lo vengan a visitar en algún momento.

En Lanús «me siento como en mi casa» dice con énfasis, y remarca que ve a Buenos Aires como «maravillosa” y la gente “fantástica». Le decimos que mayormente en Argentina los futbolistas sueñan con triunfar en Europa y queremos saber si le pasa lo mismo. «Por lo menos para jugar en España, Inglaterra y Francia no tendré problemas con el idioma», nos dice, y las sonrisas rebotan por las paredes de su apartamento.

«En Senegal hay paz, pero no está bien la cosa en lo económico», nos comenta, y por eso quiere ayudar a los suyos. Mientras tanto, disfruta de un país que ha tomado como propio. Una muestra de ello es cuando dice que la mejor comida de este país es «el asado» y abre los brazos como diciendo «esto no se discute». Tanto como el mate que le ha encantado. Ousmane disfruta su momento y de este viento que lo lleva por el navío de su vida rumbo a buen puerto. Es que Argentina terminó siendo su tierra prometida.

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